Giovanna d´Arco, producción del Teatro Reggio Parma. Foto: ABAO

La ABAO acoge en el Palacio Euskalduna la ópera de Verdi dedicada a la santa francesa. Perteneciente al periodo de galera del compositor italiano, que la tenía entre sus predilectas, apenas se ha montado en las últimas décadas.

En el ambicioso empeño de levantar todas las óperas de Verdi, la ABAO llega al vigésimo título del compositor italiano. El turno del ciclo Tutto Verdi le toca ahora a Giovanna d'Arco, una producción del Teatro Regio de Parma que se representará sobre las tablas del Palacio Euskalduna entre este sábado y el próximo lunes 30 (cuatro funciones en total). Con esta obra, estrenada en la Scala de Milán en febrero de 1845, la asociación bilbaína abre la temporada verdiana, a la que se sumarán en los próximos meses Rigoletto (19 de octubre) y La forza del destino (16 de noviembre). Y así hasta llegar a 2021, que es cuando tiene previsto poner el colofón a tan exhaustivo itinerario.



Giovanna d'Arco, enmarcada en el periodo de galera de Verdi, es una ópera apenas montada en las últimas décadas, aunque ahora parece emerger de nuevo con fuerza. Son varias las pruebas de su resurgimiento. En verano ha pasado por el Festival de Salzburgo, en una producción encabezada por Anna Netrebko en el papel de la santa y militar francesa. La soprano de origen ruso, por cierto, acaba de lanzar un álbum en el que repasa los grandes personajes femeninos delineados por Verdi. Y la Chicago Opera Theater la tiene programada también para la recta final de septiembre. Verdi nunca llegó a estar satisfecho del todo con el libreto de Temistocle Solera, inspirado parcialmente en la obra teatral de Schiller La doncella de Orleans. Pero a pesar de la endeblez dramática del texto, tenía la convicción de que Giovanna d'Arco era uno de sus mejores trabajos. "Así se lo confesaba el propio Verdi a la soprano checa Teresa Stolz cuando la dirigió para cantar su Requiem en el Royal Albert Hall en 1875", explica a El Cultural Jon Paul Laka, director artístico de la ABAO. "Sobre todo es un caramelo para una voz femenina", añade.



Soprano dulce y brava Esa voz en Bilbao saldrá de la soprano búlgara Krassimira Stoyanova, muy fogueada con las partituras de Verdi. En su currículum ya acumula un amplio ramillete: Don Carlo, Un ballo in maschera, Il Trovatore, Falstaff... "Desde luego para este papel es perfecta, por su timbre de terciopelo para el legato, y porque en las partes bravas, las más guerreras, no se queda atrás". A Carlo VII lo encarnará el tenor gijonés Alejandro Roy, últimamente con una gran proyección fuera de nuestras fronteras. En la dirección de escena figura el italiano Gabriele Lavia. Será su debut en la ABAO. Y gobernará el foso el experimentado Yves Abel, que fue precisamente quien abrió el ciclo Tutto Verdi en el curso 2006/07 con Oberto, Conte di San Bonifacio (primera ópera de Verdi, firmada en 1839). El director canadiense ha vuelto en diversas ocasiones al Palacio Euskalduna pero no para ponerse al frente de nuevas partituras del maestro de Busseto. Ahora lo hace pleno de entusiasmo, pues le ha cogido el gusto a esa primera fase del autor de La traviata, cuando empezaba a manifestar las credenciales que luego le convertirían en leyenda. Es la época en que empieza a construir sus recitativos y a experimentar con la instrumentación. "Aquí por ejemplo introduce un triángulo, una armónica, un acordeón...", explica Laka, que se enganchó a esta ópera con la histórica grabación realizada por Plácido Domingo y Monserrat Caballé a las órdenes de James Levine en 1972. Al ser un territorio menos explorado, y que lleva muchas décadas eclipsada por las piezas más populares de Verdi, cualquier director experimenta una mayor libertad. Al menos se siente un poco descubridor.