Valery Gergiev. Foto: Alberto Venzago.

Valery Gergiev convoca en San Petersburgo a Plácido Domingo, Anna Netrebko, René Pape, Olga Borodina, Leonidas Kavakos y otras grandes estrellas para inaugurar, el 2 de mayo, el Mariinsky II Opera House, nueva sede de una compañía con 230 años de historia.

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  • No hay duda de que el Teatro Mariinsky de San Petersburgo es una de las instituciones líricas y balletísticas más importantes y acrisoladas del mundo. Sus actividades se remontan a 1783 y por su escenario han pasado los más variados títulos del repertorio y los más afamados artistas rusos y foráneos. Con Valery Gergiev a la cabeza desde hace 25 años, la institución ha conservado y agrandado su prestigio y relevancia. Que evidentemente se continuarán mante- niendo desde el momento en que el 2 de mayo se abra al público la nueva sede, la Casa de la Ópera II, situada cerca de la tradicional. Es un edificio impresionante, diseñado por la firma canadiense Diamond Schmitt Architects, que alberga varias salas y multitud de dependencias. El teatro principal tiene un aforo de 2.000 personas. "La apertura del Mariinsky II reafirmará un gran legado al tiempo que augura un futuro prometedor", ha expresado Gergiev.



    Con motivo del alumbramiento de este espectacular edificio, que con el antiguo formará un amplio complejo cultural, se han proyectado tres días de celebración en los que se va a tirar la casa por la ventana y se da cabida a relevantes artistas de distintas latitudes, que participarán al lado de los conjuntos estables a los que da cobijo la denominación Mariinsky, la Ópera, el Ballet, la Orquesta, el Coro y las agrupaciones jóvenes.



    La primera noche participan en una gran gala, entre otros, los bajos René Pape e lldar Abdrazakov, las mezzos Olga Borodina y Ekaterina Gubanova, la soprano Anna Netrebko, el bajo- barítono Yevgeni Nikitin... y Plácido Domingo, que viene cantando roles de esta tesitura desde hace unos meses. Se cuenta asimismo con el viola y director Yuri Bashmet, el pianista Denis Matsuev y el violinista Leonidas Kavakos. Intervendrán primeras figuras del ballet como Yekaterina Kondaurova, Ulyana Lopatkina, Vladimir Shkylarov y Diana Vishneva. Al frente de todo, y controlando la escena diseñada por Zinovy Margolin, el todopoderoso Gergiev, que dará paso también a jóvenes bailarines y cantantes.



    Al día siguiente se representa Iolanta de Tchaikovsky en una producción de Mariusz Trelinski, que tiene a Anna Netrebko como estrella principal. Recordemos que la cantó espléndidamente en Barcelona hace unos meses. La parte de la joven ciega es ideal para su tipo vocal, el de una lírica. Las maneras sinuosas de Gergiev, su tensa atención y su intensidad lírica son idóneas para una obra romántica de estas características. Tras esta breve ópera, el protagonismo pasa al ballet. Se ha elegido uno de Balanchine, Jewels. Por último, de nuevo el incansable director musical de la entidad dará soporte a varios solistas de campanillas, como los mencionados Bashmet, Kavakos y Matsuev, a los que se unirá el violinista Vadim Repin. No se ha confirmado el programa de la que sin duda será una exhibición de estos cuatro grandes instrumentistas.



    En ‘do' de domingo

    En la última jornada, el 4 de mayo, se rinde homenaje a la prima ballerina, Diana Vishneva, que interpretará la coreografía de Balanchine sobre la Sinfonía en do y la de Paul Lightfoot Subject to Change. Horas más tarde se escuchará Nabucco de Verdi, donde Gergiev dirigirá a la potente Maria Guleghina, una de las mejores Abigaille de la actualidad, a Ekaterina Semenchuk, Sergei Skorokhodov y Mikhail Kit. La parte del rey de Babilonia, escrita para un barítono de tintes más bien dramáticos o, al menos, de carácter, la incorpora, en consonancia con lo dicho antes, Domingo, que le ha cogido gusto a la cuerda. Es un personaje que para entonces habrá cantado en otros lugares.