Publicada

Cuando Stranger Things llegó en 2016, nadie esperaba el terremoto cultural que estaba a punto de desatar. Lo que parecía una simpática carta de amor al cine fantástico de los ochenta se convirtió en uno de los fenómenos televisivos más importantes del siglo XXI.



Con su mezcla de terror suburbano, aventuras bicicleteras vintage y dramas sobrenaturales, Stranger Things logró algo que pocas series consiguen: que su público creciera al mismo tiempo que sus personajes.

Aunque la serie nunca fue solo nostalgia. Claro, ahí están los juegos de Rol, los walkie-talkies, los pósteres de Carpenter y los sintetizadores en modo Vangelis. Pero su magia real está en cómo ha conseguido activar una memoria colectiva —incluso en quienes no vivieron los ochenta— convirtiéndola en pura emoción compartida.

En un presente saturado de pantallas, algoritmos y prisas, esa estética analógica funciona como un pequeño antídoto cultural: un recordatorio de que hubo un tiempo en que todo era más táctil, más lento, más… humano.

Y aun así, el corazón de Stranger Things también late con problemas muy actuales: niños cargando con amenazas que los adultos no quieren ver, instituciones que fallan, laboratorios que esconden demasiado y una ansiedad colectiva que toma forma de monstruos nacidos de nuestras propias sombras.

El Upside Down, al fin y al cabo, es menos un infierno paralelo que un espejo distorsionado de nuestras incertidumbres. Quizá por eso seguimos volviendo a Hawkins: porque mirar ese mundo al revés nos permite entender un poco mejor el nuestro.

Y ahora, casi diez años después, llega su esperado final: una temporada formada por ocho episodios de larga duración que, según sus creadores Matt y Ross Duffer, promete ser la más intensa, espectacular y emocional de todas.

Netflix la estrenará en tres tandas —4 capítulos la madrugada del 27 de noviembre, 3 el 25 de diciembre y un último episodio (que también podrá verse en salas de cine en Estados Unidos) el 1 de enero— como quien reparte un postre que sabe que el público devoraría de un solo bocado.



Esta quinta temporada es, directamente, el proyecto más caro y descomunal que Netflix ha producido en toda su historia: cerca de entre 50 y 60 millones de dólares por episodio para un final que aspira a romper récords de audiencia, incendiar las redes y convertirse en el último gran evento global de la era del streaming.

La guerra de los mundos

Han pasado más de tres años desde la cuarta temporada, una entrega que empujó a la serie hacia un territorio más oscuro y ambicioso, expandiendo su mitología y revelando el auténtico origen del mal que acecha Hawkins desde el inicio.

En Stranger Things 4, Hawkins enfrentaba una nueva amenaza sobrenatural: Vecna (Jamie Campbell Bower), una entidad oscura proveniente del Upside Down que ataca a adolescentes atormentados, matándolos de forma brutal y abriendo grietas entre dimensiones.

Mientras tanto, los protagonistas estaban más divididos que nunca: Eleven en California tratando de recuperar sus poderes; Hopper, preso en una dura prisión soviética tras sobrevivir a la explosión; y el resto del grupo investigando las misteriosas muertes que empezaron a sacudir al pueblo.

Pero a medida que avanzaba la historia, se revelaba que Vecna fue en realidad Henry Creel, el primer niño sobre el que el Dr. Brenner experimentó, convertido en la criatura más poderosa del Upside Down tras un enfrentamiento con Eleven años atrás.

El grupo descubría que sus ataques eran parte de un plan para abrir definitivamente la puerta entre los mundos.



Aunque lograron herir a Vecna, la criatura no fue derrotada y el final de la cuarta temporada se reveló como el más emocionante de la serie hasta ahora, regalándonos esa inolvidable imagen de Hawkins roto por la mitad y mezclándose con el Upside Down para, acto seguido, cortar la emisión.

Un cierre oscuro y plagado de dudas que ha mantenido a los fans durante tres años mordiéndose las uñas a la espera de la quinta y última temporada, que promete ser algo así como la Super Bowl del terror suburbano.

El fin de una era

Tal y como avanza el tráiler de la temporada final, la acción nos sitúa en el otoño de 1987, un año y medio después del colapso interdimensional que dejó Hawkins marcada para siempre por las Grietas.

Nuestros protagonistas, más unidos que nunca, se enfrentan a un objetivo común y desesperado: encontrar y eliminar a Vecna, cuya desaparición solo alimenta el misterio sobre sus próximos movimientos.

Para complicar aún más el escenario, el Gobierno ha impuesto una estricta cuarentena militar sobre la ciudad y ha intensificado la persecución de Eleven, obligándola a volver a las sombras.

Fotograma de la última temporada de 'Stranger things'.

Todo apunta a que Eleven volverá a ocupar el centro del conflicto, obligada a enfrentar las consecuencias de su propio poder, mientras el grupo —Mike, Dustin, Lucas, Will y Hopper— se embarca en su última misión juntos, como en los viejos tiempos.

Explosiones, fracturas dimensionales y un Upside Down desbordado, casi como lava emocional, amenazan con devorar la realidad. La guerra es total. Y la caída de Hawkins parece irreversible.

Durante esta larga espera, los hermanos Duffer han jugado a ser los guardianes del misterio manteniendo un férreo hermetismo sobre los detalles de la trama, pero sí han adelantado que esta temporada resolverá los grandes misterios de la serie: ¿Qué es realmente el Upside Down? ¿Cómo se creó? ¿Por qué está conectado a Will? ¿Qué personajes serán dolorosamente sacrificados? El esperado enfrentamiento final con Vecna será decisivo y, según se insinúa, más catártico que nunca.

Como es tradición, y tras haber contado la serie con apariciones de estrellas emblemáticas de la década de los 80 como Sean Astin (Los Goonies), Cary Elwes (La princesa prometida) o Robert Englund (Pesadilla en Elm Street), esta temporada incorpora a la actriz Linda Hamilton, la eterna Sarah Connor de Terminator, que con su poderosa presencia interpreta a la Dra. Kay, una enigmática figura militar supervisora de la cuarentena en Hawkins.

Sin duda, nos espera una temporada más intensa y emocional, a la altura de una gran finale que recuperará el espíritu de amistad, valentía y nostalgia ochentera que convirtió a Stranger Things en un fenómeno cultural.



Un último gran evento global diseñado para despedir a sus personajes más queridos, cerrar los misterios que llevan años orbitando la trama y poner el broche a una era entera de Netflix y de millones de fans en todo el mundo.



Es, en definitiva, el cierre de ciclo de una generación que vio crecer —y crecerse— a este grupo de chavales capaces de salvar el mundo entre deberes, crisis existenciales y portales interdimensionales.

Y cuando todo termine —cuando el polvo del Upside Down se asiente sobre Hawkins— quedará la sensación de haber vivido algo más que una serie: un pedazo de cultura pop que nos enseñó que la nostalgia también puede ser un arma contra la oscuridad.

Hasta entonces, paciencia. Y luces de Navidad encendidas. Nunca se sabe.