Increíble. El Vengador Tóxico, Toxie para los amigos, el superhéroe más cochambroso, deforme y contaminante de la historia del cine, ha vuelto. En realidad, volvió hace un par de años, pero ningún distribuidor se atrevía a respaldar su reaparición, por un sencillo motivo: viene envuelto en los mismos conservantes radiactivos de antaño, altamente peligrosos para una gran masa (¿verde?) de espectadores desprevenidos.
Y eso que ahora Toxie se halla bien acompañado, por nombres como los de Peter Dinklage, Kevin Bacon y Elijah Wood. Pero lo cierto es que este El Vengador Tóxico de Macon Blair mantiene (casi) intactas todas las aberraciones del original de 1984, creado por la mítica Troma, la casa de la Serie B más grotesca, iconoclasta y desvergonzadamente liberal del otro lado de Hollywood.
Blair, como su colega y cómplice Jeremy Saulnier, es un amante del cine de género más degenerado de los ochenta, aunque en sus películas ambos han optado por propuestas más elevadas. Aquí, en cambio, el director apuesta por hundirse hasta el hediondo fondo de humor chusco y ridículo, comedia gore literalmente descerebrada (varios cerebros salen malparados) y mensaje ambientalista, subrayado con rotulador gordo, que fue siempre firma de lo mejor (y lo peor) del bufonesco cine de Tromaville y esos chiflados llamados Michael Herz y Lloyd Kaufman, padres del invento. Lo que esto significa es monstruoso.
Una inesperada mutación en el cine de hoy que no es raro que despertara rechazo en los distribuidores; que posiblemente despertará también el de aquellos espectadores que se atrevan a ir a verla a ciegas (aunque la ceguera sea siempre buena amiga de Toxie) y que no deja de asombrarnos a quienes crecimos siguiendo las aventuras psicotrónicas y escatológicas de este desfigurado superhéroe políticamente incorrecto, con corazón de oro y, en realidad, cruzado (tóxico) de las causas progresistas más correctas, aunque las defienda arrancando brazos, cabezas e intestinos a quien se lo merecen.
En definitiva: estamos ante una superproducción con actores de lujo, efectos especiales superiores y el respaldo de Legendary… Que sigue siendo a la vez y al tiempo puro y duro cine-basura (metafórica y literalmente hablando), comedia splatstick –esa desequilibrada mezcla entre sangrienta violencia hipertrofiada (splatter) y gags cómicos y grotescos (slapstick)–, con los más estúpidos chistacos (penes mutantes incluidos) propios del mal gusto, puestos al servicio de la diversión irónicamente más ingeniosa y heterodoxa. Un oxímoron cinematográfico en plena era del neopuritanismo de izquierdas y del puritanismo de derechas de siempre.
Pero Blair es listo. Existe un claro aggiornamiento en esta reimaginación de Toxie. Frente a la sátira hiperbólica del original, donde todos los personajes son pura caricatura de la revista Mad o de los más desquiciados cartoons de la Warner, hay aquí amplio espacio para sentimientos y emociones.
Si el Toxie de 1984, Melvin, era un desdichado patito feo, torpe y virgen, viviendo con su madre, víctima del mobbing de un puñado de guapos y sádicos culturistas ochenteros, vengándose de ellos al estilo slasher; el del 2023 es una persona pequeña, sí: pero un trabajador honesto, viudo y entregado al cuidado de su conflictivo hijastro adolescente, por quien hará lo imposible a fin tanto de salvarle la vida como de recuperar su amor.
Elijah Wood, en el filme.
Si en 1984 un desquiciado punk descerrajaba un tiro al inocente perro de una chica invidente, aquí Winston, antes de ser Toxie, salva al inocente gato de una extorsionada anciana resiliente.
Pérdida, paternidad, salud mental, duelo, familia… Todo el pan bimbo nuestro de cada día del cine actual está en la nueva El Vengador Tóxico. Pero, ya lo dije, Blair es listo. Es un fan de Troma, conoce las reglas del juego. Sabe que hay que pasar factura, pero lo hace con elegancia y estilo, consiguiendo fundir lo sentimental y emotivo con lo violento y divertido. Amparado en un guión que, como reconoce el propio Kaufman, es mejor que el suyo, así como en la presencia nada molesta del guapo Jacob Tremblay como el chaval en peligro.
El resultado es un Vengador Tóxico para el siglo XXI con toda la energía de la Troma, algo menos de caricatura extrema, algunos pechos desnudos apenas testimoniales, pero mejores villanos y efectos especiales, además de constantes guiños al universo Tromaville, cameo de Kaufman incluido.
El misterio sigue siendo a qué público va dirigida esta mutación cinéfaga. Esta Serie Z de lujo que viene a ser un poco como si El Vengador Tóxico original lo hubieran filmado Tim Burton o Joe Dante.
El Vengador Tóxico
Quienes disfrutaron con el clásico primigenio lo harán con esta película. Si funciona, abre una nueva y pestilente caja de Pandora radiactiva de desvergonzados títulos más allá de Tromaville esperando para contaminarnos con sus lujosos remakes.
Ryan Kruger lo ha intentado con su Street Trash (2024); James Gunn, auténtico hijo de Troma, hizo pasar su inconfeso remake de Troma´s War (1988) por El Escuadrón Suicida (2021); y ¿qué es Deadpool sino la versión Marvel en papel couché de Toxie? ¿No es La sustancia (2024) un descarado refrito de Frank Henenlotter, Brian Yuza y Larry Cohen? La línea entre cine-basura y cine de autor, entre lo abisal y lo elevated, es muy fina.
Recordemos al gran John Waters, pero invertido (que tiene más gracia): “Para comprender el buen gusto, hay que tener muy mal gusto”. Ya decían los alquimistas: lo que está arriba, como lo que está abajo. Puede que nunca haya habido tanta distancia entre el Oscar y el Razzie como nos han hecho creer.
El Vengador Tóxico
Dirección: Macon Blair.
Guion: Macon Blair sobre un guión original de Lloyd Kaufman y Joe Ritter.
Intérpretes: Peter Dinklage, Jacob Tremblay, Taylour Paige, Kevin Bacon.
Año: 2023
Estreno: 3 de octubre
