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El cine de superhéroes está en peligro. Tras una década gloriosa, que va de la seminal Iron Man (Jon Favreau, 2008) a la espectacular Vengadores: Endgame (Joe & Anthony Russo, 2019), los apocalípticos augurios de algunos pesos pesados de la industria están cerca de hacerse realidad.

“Estuvimos ahí cuando el wéstern murió y llegará un momento en que las películas de superhéroes sigan el mismo camino”, alertaba Steven Spielberg en 2015, cuando todavía no se atisbaba la más mínima flaqueza. Pero hoy el panorama es diferente.

Los universos cinematográficos de Marvel/Disney, DC/Warner y Spiderman/Sony han estrenado desde 2008 la asombrosa cifra de 58 películas. Además, Marvel/Disney entró como un ciclón en el mundo de las series en 2021, y ya han lanzado 14. Tan vasta oferta ha acabado saturando al espectador, al que han “obligado” a ver cada nueva entrega para unir las piezas del plan maestro que da continuidad a cada uno de estos universos.

Con excepciones que han rendido bien en taquilla en el último lustro, como Spider-man: No Way Home (Jon Watts, 2021), Guardianes de la Galaxia Vol. 3 (James Gunn, 2023) y Deadpool & Lobezno (Shawn Levy, 2024), el cine de superhéroes, entregado a los efectos digitales y a la repetición hasta la extenuación de la misma fórmula narrativa, ha ido perdiendo el interés del público. Y los críticos, la paciencia.

Las valoraciones de filmes recientes como The Marvels (Nia DaCosta, 2023), Kraven the Hunter (J. C. Chandor, 2024) o Capitán América: Brave New World (Julius Onah, 2025) han sido casi hirientes. Las recaudaciones en taquilla, bastante pobres.

El verano de 2025 se presenta, por tanto, como un punto de inflexión, ya que llegan dos ambiciosos proyectos que deberían reflotar el género (o mandarlo definitivamente a la tumba).

Por un lado, Marvel se pone en manos de unos personajes fundamentales de su catálogo que todavía no habían aparecido en la saga. Con Pedro Pascal y Vanessa Kirby en el reparto, Los Cuatro Fantásticos: Primeros pasos (Matt Shakman), que se estrena el 24 de julio, es la primera piedra de una nueva refundación de los Vengadores en pantalla, que tomarán las salas a finales de 2026 con el objetivo de convertirse en el gran evento cinematográfico del año.

Pero es Warner quien de verdad se la juega, con un nuevo Superman que reinicia el Universo Cinematográfico de DC. No les ha quedado otra opción, tras el errático devenir de una estrategia de adaptaciones que copiaba el modelo episódico de la Casa de las Ideas y que tenía como figura principal a un Zack Snyder empeñado en dotar de un aura oscura, compleja y adulta a los personajes, algo que no logró convencer a un público masivo.

El hombre de acero (2013), Batman v Superman: El amanecer de la justicia (2016) y La Liga de la Justicia (2017) no cumplieron las expectativas comerciales, y Warner decidió hacer borrón y cuenta nueva tras el estreno de Aquaman y el reino perdido (James Wan, 2023).

El hombre elegido para salvar la honra de personajes como el mencionado Superman, Batman, Wonder Woman y Linterna Verde es James Gunn (San Luis, Misuri, 1966), que ejerce desde hace tres años de CEO creativo de DC Studios para tratar de competir con el asentado mundo de Marvel.

Gunn lo conoce bien, ya que escribió y dirigió las tres entregas de Los Guardianes de la Galaxia, en donde mostraba su talento para crear historias emocionantes, divertidas e irreverentes y personajes carismáticos y entrañables. Sobre sus hombros recae ahora una de las jugadas más arriesgadas de la industria en los últimos años.

Gunn, que pasó su adolescencia y primera juventud tocando cualquier palo creativo, desde el rock garajero al diseño de tiras cómicas –es, de hecho, licenciado en Bellas Artes–, se inició en el cine de la mano de la bizarra productora Troma Entertainment, responsable de filmes de culto como El vengador tóxico (Michael Herz, Lloyd Kaufman, 1984), donde escribió Tromeo y Julieta (Lloyd Kaufman, 1990).

Pronto, Hollywood llamó a su puerta para desarrollar los guiones de Scooby-Doo (Raja Gosnell, 2002) o de El amanecer de los muertos (2004), filme de zombis que llevaría a la pantalla precisamente Zack Snyder. En 2006, debutó en la dirección con la comedia de terror Slither (2006) y consiguió bastante atención con su siguiente trabajo tras la cámara, Super (2010), una sátira sobre, claro, los superhéroes.

Fue Guardianes de la Galaxia (2014), que prácticamente cuadruplicó en taquilla su presupuesto de 200 millones de dólares, lo que situó a Gunn como uno de los directores más cotizados de Hollywood.

A pesar de ello, tras la segunda entrega de 2017, a raíz de unos comentarios críticos con Donald Trump, salieron a la luz unos antiguos tuits del cineasta en los que banalizaba temas como la pedofilia o el Holocausto. Esto le llevó a ser despedido por Disney, lo que aprovechó DC para ficharlo y que dirigiera El escuadrón suicida (2021), la historia de unos antihéroes obligados por el gobierno a hacer el bien, y la hilarante serie El Pacificador (2022), con John Cena interpretando a un superhéroe idiota que cree en la paz a cualquier precio, aunque tenga que matar a toda la humanidad para alcanzarla.

James Gunn y David Corenswet en el rodaje de 'Superman'. Foto: Warner

Disney, en cualquier caso, acabó perdonando a Gunn –al que habían defendido públicamente colaboradores y estrellas del sector– y lo reincorporó para que dirigiera Guardianes de la Galaxia Vol. 3 (2023), pero el cineasta ya había ligado su futuro a DC, donde ha acabado convirtiéndose en el jefazo. En principio, por trayectoria y estilo, parece una opción adecuada, alejada de los típicos ejecutivos sin experiencia en la parcela artística que suelen dirigir los estudios.

De hecho, en una entrevista en Rolling Stone, Gunn afirmaba que su estrategia para crear un Universo DC sólido era volcarse en los guiones de cada entrega. “La industria del cine no está muriendo porque la gente no quiera ver películas, ni porque las televisiones domésticas sean hoy tan buenas”, afirmaba el cineasta. “La razón número uno es que se están haciendo las películas sin tener un guion terminado”.

Una declaración que, dada su experiencia, solo se puede entender como un dardo a la manera de trabajar en Marvel. La actriz Cate Blanchett, que interpretaba a Hela en Thor Ragnarok (Taika Waititi, 2017), ya desveló en GQ que en ese universo cinematográfico solían empezar las producciones por las grandes secuencias de acción para luego construir la historia en torno a ellas.

Como ya hiciera en 2013 Zack Snyder, Gunn ha optado por Superman para abrir su saga, y él mismo se ha encargado de la dirección y la escritura del guion. La película adopta el tono de la serie All-Star Superman, escrita por Grant Morrison y dibujada por Frank Quitely entre 2005 y 2008, una de las más influyentes de los últimos años.

Rachel Brosnahan y David Corenswet, en 'Superman'

El Superman de Gunn es, por tanto, empático, altruista y reflexivo, muy alejado del semidiós torturado al que daba vida Henry Cavill en la versión de Snyder y más cercano al de Richard Donner de finales de los 70.

Además, el cineasta también ha respetado el diseño artístico de este cómic, que remite a la ciencia ficción retrofuturista de los años 50 y 60. Un mundo en el que los superhéroes, o los metahumanos, existen desde hace 300 años. David Corenswet, al que hemos visto en Pearl (Ti West, 2022) o Twisters (Lee Isaac Chung, 2024), se prepara para asaltar el estrellato como hombre volador, acompañado de Rachel Brosnahan como Lois Lane y de Nicholas Hoult como Lex Luthor. Los fans han dado el visto bueno al casting.

¿Dependerá el futuro de DC del éxito de Superman? Aunque Supergirl, dirigida por Craig Gillespie y protagonizada por Milly Alcock, y Clayface, escrita por Mike Flanagan, ya tienen fecha de estreno –también la segunda temporada de El Pacificador y la serie Lanterns, sobre los Linterna Verde–, lo cierto es que la supervivencia de todo un universo está en las manos de Gunn. La misión para un superhéroe...