Con un pie en el teatro experimental y otro en el terreno audiovisual, Elena Martín Gimeno, con poco más de 30 años, cuenta ya con el currículum de una veterana. Debutó en el cine interpretando a una de Las amigas de Ágata (2015) y dos años después estrenó su primer filme, Julia Ist, premiado en Málaga. Ha actuado en películas como Con el viento (Meritxell Colell, 2018) o Unicornios (David Lora, 2023) y escrito guiones en la serie Veneno y dirigido capítulos de Vida perfecta. Creatura, premiado en Cannes, es su segundo filme.



Pregunta. ¿Quería acercarse al sexo desde una perspectiva diferente?



Respuesta. El sexo se ha explotado mucho en el cine, pero no desde la intimidad o la profundidad. Normalmente es una cortinilla o un simple momento de tensión, no tiene nada que ver con el conflicto de los personajes. Pero realmente es algo que como personas nos condiciona muchísimo, sobre todo en etapas de crecimiento como la adolescencia, cuando defines tu identidad y tus relaciones sociales. Y de adultos también incide en nuestro bienestar.



P. ¿El despertar sexual en la infancia es un tabú?



R. No se puede relacionar con lo que entendemos como sexualidad adulta, es más un despertar de los sentidos y de la curiosidad. Pero es el momento en el que se empiezan a generar los malentendidos que luego construyen las normas patriarcales, los tabúes y también la violencia sexual. Es la mirada adulta la que interpreta con miedo estas actitudes y empieza a castrar y a situar el sexo y el deseo en un sitio de peligro, asco o vergüenza.



P. Hay una visión muy concreta de la masculinidad en el filme…



R. Si te han educado como hombre cisgénero se supone que eres una persona que siempre desea, que siempre está excitado, que siempre quiere follar. Tu sexualidad tiene que ser explosiva, incontrolable, animal. El problema es que puede que no seas así y, además, nunca te han enseñado a ser vulnerable y tener miedo. Es lo que le ocurre al personaje del novio, que siempre da la apariencia de que todo está bien, pero realmente está sufriendo porque no sabe excitar a su pareja.



P. ¿La idea siempre fue recurrir a flashbacks?



R. Al principio la narración era cronológica, pero se creaba una lógica de causa y efecto que no nos ayudaba. Las personas no establecen normalmente una cronología clara cuando hablan de su experiencia sexual, elaboran un mapa de sensaciones bastante errático que solo se podía imitar saltando de un tiempo a otro.

“Mila es un personaje que va de la angustia al subidón, que está siempre en acción”

P. La película genera la expectativa de que el pasado de Mila esconda algo truculento. ¿Era algo intencionado?



R. Antes de saber lo que iba a pasar en la película, para mí trataba de una chica que siente que tiene una herida, un agujero dentro, y está muy asustada porque no sabe lo que es y, cuando al final consigue mirar dentro, encuentra que no hay nada más que su propio deseo. Mila está preocupada porque no puede tener sexo con su pareja o porque tiene urticaria y eso se traslada al espectador. La cuestión es que la ficción nos ha enseñado que estos conflictos proceden de un hecho traumático fundacional que marca para siempre la vida de una persona, y el espectador empieza a buscarlo. Pero tuvimos que luchar para que esas expectativas no estropearan el transcurso del filme. Al final estamos contando los muchos motivos que llevan a Mila a esa frustración.



P. ¿Ha sido complicado compaginar la actuación con la dirección, más aun teniendo en cuenta lo crudas que son algunas escenas, tanto a nivel físico como emocional?



R. El papel de Mila es el más complicado que he hecho hasta ahora, porque las escenas de exposición física, ya complicadas de por sí, son además las más exigentes emocionalmente. Es un personaje que va de la angustia y la ansiedad al subidón, que está en acción todo el rato y que además es muy transparente, por lo que la interpretación tenía que ser muy sincera y era agotador. Tuve dudas, pero me decidí por poner mi cuerpo ahí y ver qué pasaba después de tanto tiempo escribiendo. Oriol Pla me lo puso muy fácil. Además conté con una doble, la actriz Rita Molina, que hacía los ensayos con cámara para que yo pudiera plantear la escena.