Jonas Mekas, crítico de cine durante décadas en The Village Voice, se refirió a sus propias películas en alguna ocasión como “pequeñas celebraciones y alegrías personales… Milagros del día a día, momentos paradisíacos… Imágenes incómodas que de repente alcanzan un éxtasis inesperado”.

Es difícil definir mejor la esencia de la vastísima y reveladora obra de la figura principal del cine underground estadounidense del siglo XX, que este 23 de diciembre hubiera cumplido 100 años. Cerca estuvo de celebrarlos entre nosotros, ya que murió en 2019 a los 96 años.

A pesar de que sus primeros filmes, Guns of the Trees (1961) y The Brig (1964), tenían un argumento y personajes de ficción interpretados por actores, Mekas pronto abandonó cualquier acercamiento a la narrativa tradicional de Hollywood para centrarse en la producción de sus diarios, notas y sketches.

[Muere el director de cine Jonas Mekas]

Para él, el “cine oficial” era “moralmente corrupto, estéticamente obsoleto, temáticamente superficial, temperamentalmente aburrido”, en unas declaraciones que riman con aquellas palabras de Juan Antonio Bardem en las Conversaciones de Salamanca de 1955.

Tras una peripecia errante por la Europa rota de la Segunda Guerra Mundial –fue prisionero en el campo de concentración nazi de Elmshorn y vivió durante cuatro años en campos para personas desplazadas–, Mekas, nacido en Semeniškiai (Lituania), llegó a Nueva York en 1949. Semanas después se hacía con una Bolex de 16 mm, con la que empezó a registrar momentos de su vida, práctica que nunca abandonó.

Los principales títulos de su filmografía nos permiten descubrir las distintas facetas de Mekas. En Walden (1969) vemos al hombre en el centro del movimiento contracultural, con apariciones estelares de Allen Ginsberg, Andy Warhol, Norman Mailer, John Lennon, Yoko Ono... Y es que no solo fue cineasta, también promotor y guardián del cine más experimental, poniendo en marcha iniciativas tan valiosas como la cooperativa The Film Makers o el Anthology Film Archives.

En Reminiscencias de un viaje a Lituania (1972) y Lost, Lost, Lost (1976) aparece el dolor del exiliado que no acaba de encontrar su nuevo hogar, mientras que en Paradise Not Yet Lost (1980) y En el camino, de cuando en cuando, vislumbré breves momentos de belleza (2000) nos encontramos con el padre de familia (se casó con Hollis Melton en 1974 y tuvo dos hijos) empeñado en capturar esos momentos mágicos, prosaicos y trascendentes a la vez, que acababan por componer una vida. No en vano, Mekas es también considerado como uno de los más prestigiosos poetas lituanos.

Teniendo en cuenta que Filmoteca le dedicó una retrospectiva en mayo, solo nos queda demandar una mayor facilidad para acceder a a su obra (tan solo Mubi tiene en su catálogo algunos de sus títulos).