Cuando Tim Burton (Burbank, 1958) era un niño inadaptado en la California de los 60 solo encontraba refugio en compañía de monstruos de ficción como Frankenstein o El monstruo de la Laguna Negra.

Su conexión con estos seres terribles, grotescos y fascinantes no solo le ayudaba a sentirse mejor con los sobresaltos de su vida cotidiana, sino que acabó siendo una válvula de escape para su creatividad, que se expresaba a través del dibujo, la pintura y la fotografía. Hasta el punto de que él mismo se convirtió con el tiempo en el gran demiurgo de Hollywood en materia de pesadillas y seres tétricos y oscuros como Beetlejuice o Eduardo Manostijeras, protagonistas de películas de culto para miles de freaks diseminados por todo el planeta.

Por eso, no podía haber un mejor sitio para ubicar una exposición sobre el director de Mars Attacks! (1996) que el Espacio Ibercaja Delicias, una explanada situada al lado del Museo del Ferrocarril con poderoso aire circense, gracias a las dos carpas en las que se representan diferentes espectáculos (uno de ellos es un musical de Charlie y la fábrica de chocolate, obra de Roald Dahl que precisamente Burton adaptó al cine en 2005).

Situada al fondo del espacio, encontramos la sala que acoge la exposición, cuya fachada no podía ser otra cosa que un monstruo que parece engullir a los visitantes. Por la puerta aparece Burton haciendo honor a la idea que uno puede tener de él: botas, pantalón, chaqueta, gafas de sol y sombrero cowboy, todo de color negro, y una sonrisa radiante en donde cristaliza su buen humor.

En los 20 minutos que dedica a la prensa escrita por la inauguración de la muestra ni siquiera las referencias a su actor fetiche Johnny Deep (sobre el que en principio no admitía preguntas por la polémica de su divorcio con Amber Heard) o a la frustrada concesión del título de embajador de Madrid (una iniciativa del alcalde Almeida frenada en el consistorio por el resto de partidos y muy criticada por los cronistas de la villa por la escasa vinculación del cineasta con la ciudad) parecen cambiarle el semblante.

“Seguro que en algún momento volveré a trabajar con Johnny Depp”, concede con cierta parquedad ante la insistencia de los presentes. “¿Ves la medalla de embajador colgada en mi chaqueta? Me la debieron conceder mientras dormía”, contesta con una sonrisa respecto a la otra controversia.

En la mente de Burton

Tim Burton. En el laberinto, que se abre al público este 29 de septiembre, parte de 200 bocetos originales que han sido cedidos por el creador para la ocasión. Estas piezas se distribuyen en varias salas que evocan diferentes películas y temas de su obra, a veces revelando personajes que nunca antes habían sido mostrados. Cada espacio, como si de una superproducción se tratase, está ambientado con luces, video mapping, música, escenografía y vestuario de sus filmes.

Una de las salas de la exposición

Así, visitamos los diferentes mundos de Alicia en el país de las Maravillas (2010) los tétricos y mágicos universos de La novia cadáver (2005) y Frankenweenie (2012); la ternura gótica de Eduardo Manostijeras (1990), la comedia oscura de Beetlejuice (1988) o la magia de Pesadilla antes de Navidad (1993) y Charlie y la fábrica de chocolate (2005).

Lo curioso de la exposición es que, como su nombre indica, está planteada como un laberinto. Cada sala nos ofrece varias puertas por donde continuar el recorrido, sin saber que encontraremos detrás de cada una de ellas. Además, es posible que el itinerario que sigamos no nos conduzca por todas los espacios.

“La exposición representa muy bien mi mente, la manera tan caótica en la que funciona mi cabeza, que todavía no entiendo ni yo mismo”, explica Burton. “Llegas, abres una puerta y no sabes dónde vas a acabar. Se parece también a una producción cinematográfica, ya que no sabes lo que va a ser hasta que está montada”.

Esta exposición, creada por la empresa Letsgo con la ambición de ser inmersiva, no es la primera que le dedican a Burton, ya que en 2009 fue el MoMA de Nueva York el que expuso unas 700 piezas de su colección, la mayoría de ellas dibujos y pinturas.

“Para mí dibujar siempre ha sido terapéutico”, explica. “Los monstruos me han ayudado a lidiar con mis problemas porque su creación tiene una parte emocional muy bonita. Cuando me siento mal por algo, puedo conectar con ellos. Por ejemplo, Eduardo Manostijeras es un personaje basado en cómo me sentía de adolescente. La oscuridad y la luz, el terror y la ternura o el romanticismo, no son excluyentes, pueden coincidir a la hora de crear un monstruo”.

Miércoles y las redes sociales

Burton, que no estrena película desde su adaptación de Dumbo de 2019, regresa el 23 de noviembre con su primera serie, Miércoles, que pone el foco en el célebre personaje de La familia Adams y que estrena Netflix. “En realidad me siento un director de películas y para mí ha sido extraño trabajar en este proyecto”, explica el director. “Hace unos años estaba preocupado porque parecía que Hollywood estaba dispuesto a jugarlo todo a la carta del streaming. Ahora, en cambio, siento que el público todavía está interesado en ver películas en un formato grande, incluso tras la pandemia. Me he vuelto más positivo con este tema de lo que era antes, creo que tienen su valor y que siempre tendrán su espacio”.

[Tim Burton anima a Dumbo]

El streaming no es el único cambio que ha experimentado en los últimos años una industria del cine que cada día se ve más sometida a la influencia de las redes sociales. “No me gustan”, asegura Burton. “Casi nunca entro en ellas porque me dan miedo, y cuando entro no me hacen sentir bien. Es algo que me preocupa por mis hijos y por todo el mundo, en realidad. Creo que afectan a la mente de una manera que no entiendo del todo bien. Además, ahora el público conoce todo sobre una película antes de verla y esto impide que veamos cosas que nos resulten refrescantes. Estoy contento de no haber nacido en esta época, y haber podido ir a ver una película y maravillarme sin saber nada de ella”.

Tim Burton inaugura su exposición en el Espacio Ibercaja Delicias

Con la cartelera plagada de superhéroes, a veces olvidamos que fue Burton quién puso en boga el género en los 90 con su adaptación de Batman, cuyo Pingüino es la estrella de una de las salas de la exposición. “Recuerdo que discutía todos los días con el estudio porque mi visión les resultaba demasiado oscura, y ahora es algo que me hace reír porque parece que ninguna película es lo suficientemente oscura”, explica el director. “La mía parece un cuento de hadas en comparación con las que se hacen ahora. Es gracioso que durante el rodaje le decía a Michael Keaton que en 40 años estaría disfrazado de Batman en la apertura de un centro comercial o en la fiesta de cumpleaños de algún niño, y la realidad es que acaba de volver a interpretar a Batman en la nueva película de The Flash”.

Con 19 filmes rodados desde 1985, Burton asegura que no puede elegir ninguna de ellas como su favorita ya que las olvida en el momento del estreno. “Las buenas y las malas, ya sean originales o adaptaciones, están creadas por mí y son todas diferentes. Son como tus hijos, que quizá alguno sea más feo que los otros pero siguen siendo tus hijos”, afirma divertido Burton. “Ellos no quieren saber nada del cine. Supongo que es una respuesta natural revelarse contra los padres”.

Aunque finalmente es poco probable que acabe siendo Embajador de Madrid, Tim Burton se siente agradecido de tener la oportunidad de pasar estos días en la capital de España. “Venir a Madrid es excitante, me permite ver las cosas de otra manera”, asegura. “La gente aquí tiene una energía diferente y es algo que puedo utilizar como creador. Los artistas tenemos que mantener la mente abierta, que es algo más fácil cuando eres niño que cuando te conviertes en un adulto”.