Pocas cosas más difíciles en un thriller que los giros sorpresa. Claro que un thriller sin golpes de efecto y sobresaltos nos es un thriller. El primer gran mérito de Sin ti no puedo es engañarnos sin hacer trampas. Esta es una de esas películas en la que nada es lo que parece, pero cuando sabemos la verdad tenemos la gozosa sensación de que no solo no hemos sido manipulados, sino que si nos hubiéramos fijado mejor, habríamos descubierto quizá nosotros mismos la verdad.

Porque las apariencias engañan, eso lo sabemos todos, pero aún así, nos dejamos engañar una y otra vez porque como decía Einstein, es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.

Dirigida por Chus Gutiérrez (Granada, 1962), la cineasta demuestra pulso y sabiduría para la intriga en una película que va ganando enteros a medida que transcurre. Está protagonizada por David (Mauricio Ochmann), un rico empresario de origen mexicano que vive a la afueras de Madrid con su novio, Álex (Alfonso Bassave), un fornido monitor de gimnasio.

Su vida en apariencia idílica se ve violentada cuando reaparece la hermana del primero, Blanca (Maite Perroni), tras pasar ocho años de cárcel por haber incendiado la casa familiar y matado a sus padres. Ex drogadicta, en apariencia ha superado sus adicciones. Sin embargo, algunos de sus movimientos para acercarse a su hermano resultan sospechosos.



Por una parte, esa Blanca con ganas de redimirse y reconquistar el cariño de su hermano. Por la otra, ese David conservador y rígido para el que ella es culpable no solo de la muerte de sus padres, también de poner patas arriba su vida cada vez aparece. En medio, ese entrenador personal más bien ingenuo que aboga por una reconciliación acaso imposible.



Poco a poco, iremos descubriendo algunos episodios del pasado en un rompecabezas que la directora de películas como El calentito (2005) o Ciudad delirio (2014) arma con convicción y fuerza. Sin alardes de cámara, Gutiérrez logra una dirección sutil y precisa en la que cuando nos damos cuenta de lo que de verdad está pasando, también entendemos la forma en que muchas veces nos equivocamos juzgando, cosa que ya se sabe que hacemos todo el rato.

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