Es uno de los indiscutibles reyes patrios de la comedia. Tras una serie de exitosos cortos, Vicente Villanueva (Valencia, 1970) debutó con Lo contrario al amor (2011), en la que le daba una vuelta de tuerca a la comedia romántica picante que tantos éxito ha dado al cine español, aunque él dice que trata de huir de la “comedia madrileña”. Tras Toc Toc (2017) o Sevillanas de Brooklyn (2021), adapta una serie mexicana para reflexionar sobre los eternos problemas de la pareja y el matrimonio a través de unos personajes recién llegados de la cuarentena.

Son cuatro parejas y ocho personajes, como Sergio (Fernando Guallar), un actor en paro y su explosiva novia, Siena (Justina Bustos), quien propone ese “juego de las llaves” por el cual todos acabarán en una situación íntima con alguien al azar. El juego sacará a relucir las tensiones acumuladas por Laura (Eva Ugarte) y Antonio (Ricard Farré), instalados en una rutina engañosa, Cris (María Castro) y Antonio (Dani Tatay), quienes llevan meses sin tener sexo y los mas “modernos”, Raquel (Miren Ibarguren) y Quique (Tamar Novas), exitosa empresaria ella y periodista en paro él.

Pregunta. Después de varias comedias, ¿siente que cada vez le salen mejor?

Respuesta. Me divierte mucho rodar. Cada vez tengo mas oficio, sufres menos y disfrutas mas. Cuando tienes menos experiencia, haces más tomas y te metes en líos. Con la serie de televisión Las señoras del hampa hice un máster de dirección alucinante. Tenía muy pocas horas y mucho que avanzar todos los días. Lo que me gusta es hacer ejercicios de estilo, me gusta jugar, rodar “a la manera de tal”, jugar con la dirección de actores, la puesta en escena, la cámara… Al final, visualizar de un guion lo que dicen los diálogos es lo que menos me interesa. Me gusta sobre todo lo que callamos y no dejamos que se vea. Quiero captar esa contradicción permanente en la que vivimos de manera muy natural, sin que el espectador se dé cuenta.

"Quiero captar esa contradicción permanente en la que vivimos de manera muy natural, sin que el espectador se dé cuenta"

P. ¿La comedia surge cuando nos reímos de las desdichas ajenas y aligeramos las nuestras?

R. En el caso de El juego de las llaves, todo esta jugado al revés, todo esta jugado a la contra. A los diálogos es a lo que menos importancia le doy. No se trata de reproducir la acción del guión sin más porque cada secuencia tiene tres o cuatro planos que permanecen latentes. No busco la naturalidad de los actores sin más. Se trata de que la película respire y se sienta orgánica, las comedias “graciosas” no me hacen gracia. Busco una seriedad a partir de un punto de vista mordaz. Los personajes tienen que pasarlo mal y estamos observando su comportamiento. Con la comedia se puede hablar de lo mismo que con un drama pero hay una presión cultural por la cual es menos importante solo porque el drama se toma en serio a sí mismo.

P. ¿Los seres humanos somos, en esencia, pura contradicción como vemos en la película?

R. La contradicción es un tema fundamental porque los personajes están contradiciéndose todo el rato. Laura que es la que mueve toda la historia, es la que anima a todos a jugar, y luego es la que más se duele cuando su mejor amiga se lía con su marido. Por su parte, el personaje de Fernando Guallar no se ha enamorado de Laura, son esas películas que te montas, no es una historia de amor sino de autoengaño. La mas liberada es la que se quiere casar…

Un fotograma de 'El juego de las llaves'

P. ¿Quiere recuperar el furor de la comedia madrileña de los 80?

R. El juego de las llaves no está rodada como una comedia normal, buscaba algo más sofisticado. Sevillanas de Brooklyn estaba cerca del sainete, de una comedia más italiana. Aquí busco algo un poco más francés. Comedia hay, por supuesto, pero no ese tono de comedia madrileña por la que “todos hablan así” (lo dice con voz de falsete) y yo voy y me río. Me interesa lo que hacían Luis García Berlanga o Rafael Azcona, no había la intención de decir “ríete aquí”. La buena comedia nos permite identificarnos y reírnos de lo idiotas que somos. Te reconcilia con tu imperfección.

P. ¿Quería hablar de las dificultades del matrimonio en estos tiempos en los que se rompen de manera más fácil que antes y se han liberado las costumbres?

R. Cosas como El juego de las llaves han pasado siempre, hace un siglo ya era un despiporre total. Hoy en día está más visible pero lo vemos en películas como La tormenta de hielo (Ang Lee, 1997) que pasaba en los 70. Lo que sí somos es cada vez más neuróticos, es raro encontrar parejas estables, antiguamente es cierto que se aguantaba más y ahora enseguida ponemos pegas. De todos modos, yo tengo la teoría de que todas las épocas son muy parecidas. Antes pasaba lo mismo que pasa ahora, lo que cambia es nuestra percepción a través de los medios. Los jóvenes siguen siendo jóvenes y si ves Colegas (Eloy de la Iglesia, 1982), ríete de la serie Euphoria.

"La buena comedia nos permite identificarnos y reírnos de lo idiotas que somos"

P. ¿Cómo ha sido la adaptación de la serie mexicana original?

R. La idea era hacer un plato distinto con los mismos ingredientes y la mayor dificultad es que son ocho personajes y nosotros tenemos menos tiempo. Al personaje que descubre que es homosexual, por ejemplo, le hemos querido dar una vuelta de tuerca para que no sea el típico gay reprimido, sino que fuera alguien que a cierta edad se da cuenta de que le gustan los hombres. Cuando das esa vuelta de tuerca surgen cosas muy interesantes. Luego tenemos esa pareja que son los más abiertos sexualmente y son super modernos. ¡Incluso contratan a una dominatrix para que les mande!

P. ¿Dónde termina el sexo y empieza el amor?

R. Eso lo vemos con la nueva pareja que forman María Castro y Dani Tatay. Se enamoran y me encanta. Puede parecer la pareja más improbable pero es algo que sucede. No se trata de sexo, todos los personajes acaban transformados. Todos estamos anhelando encontrar un vínculo profundo con otra persona. En la pareja, lo bonito es renunciar a tu ego y tu parte infantil. En un programa como First Dates ves como todo el mundo quiere que se lo den todo y nadie está dispuesto a ofrecer nada. Me fascina el desconocimiento que seguimos teniendo del ser humano.