Imagen de 'El club de los poetas muertos' de Peter Weir

Imagen de 'El club de los poetas muertos' de Peter Weir

Cine

Peter Weir inaugura una temporada de maestros en Filmoteca

En 2020 la institución repasará la filmografía de clásicos como Federico Fellini, William Wyler, Agnés Varda, Sidney Lumet y Jacques Rivette

25 septiembre, 2019 14:26

Filmoteca Española continúa acercando a los amantes del cine una programación heterogénea y desprejuiciada, que apuesta tanto por los nuevos discursos fílmicos como por los grandes maestros del cine clásico, siempre con la idea de que sean los autores quienes se pongan frente al patio de butacas del Cine Doré para entablar un dialogo con el público. Eso se desprende del avance de la programación de la temporada 2019/2020 que ha difundido la institución y que, antes de que acabe el año, traerá a Madrid a dos autores tan antagónicos como el australiano Peter Weir y el italiano Franco Piavoli, sin olvidar que durante octubre continúa la restrospectiva integral dedicada a Manuel Gutiérrez Aragón que arrancaba en septiembre.

Peter Weir visitará el Cine Doré los días 16, 18 y 19 de octubre para presentar el ciclo Realidades alternativas, la retrospectiva más exhaustiva que se le ha dedicado en Europa -ya que incluye todos sus largometrajes y buena parte de su producción de cortometrajes y mediometrajes-. Desde que asombrara a medio mundo con Picnic en Hanging Rock (1975), obra maestra del cine onírico y atávico, Peter Weir ha ido construyendo una filmografía tan capaz del gran espectáculo como atenta al detalle. Su carrera, a caballo entre Australia y Estados Unidos, reúne múltiples hitos de las últimas cuatro décadas, desde El club de los poetas muertos (1989) a Master and Commander (2003), pasando por Único testigo (1985) y El show de Truman (1998). Para completar el ciclo, el director australiano ha realizado además una selección de varios filmes que le han inspirado a lo largo de su carrera, de autores como Luis Buñuel, Hiroshi Teshigahara, Francis Ford Coppola, Andrzej Wajda o Roman Polanski.

Ya en noviembre será el director italiano Franco Piavolli quien llegué al Doré para presentar una retrospectiva completa de su obra. Denominado por Andrei Tarkovski como uno de los cineastas más talentosos de su generación gracias a su capacidad única de observar y retratar la naturaleza, Piavoli –que renunció a su oficio como jurista para centrarse en la labor documental- ha dedicado su filmografía a hablar del amor, los mitos o la soledad humana. Y también visitará Filmoteca Krzysztof Piesiewicz, coguionista de El Decálogo de Kieslowski, la mítica serie en la que el director polaco volcaba su sensibilidad humanista para retratar el declive moral de su país. Los diez capítulos que la integran y las versiones cinematográficas que germinaron de dos de ellas -No amarás (1989) y No matarás (1989)- se podrán disfrutar en noviembre.

Aunque quizá sea la retrospectiva dedicada al director mexicano Roberto Gavaldón (1909-1986), realizada en conjunto con el Festival de San Sebastián, el auténtico plato fuerte de la Filmoteca en este final de año. Tanto en su producción rural como en su cine urbano, consolidado desde finales de los cuarenta, fortísimo en los cincuenta y continuado hasta los setenta, Roberto Gavaldón se afirmó como parte de la sociedad inteligente de la Ciudad de México a lo largo de las cuatro décadas que duró su carrera. Cineasta con las preocupaciones de un hombre educado y moderno, dejó en su cine su visión de las contradicciones de las distintas épocas que le tocó vivir y, con mayor o menor sutileza, se ocupó de las denuncias pertinentes y los hechos relevantes de la historia mexicana del siglo XX. Aunque cultivó mayoritariamente el melodrama, tocó diversos géneros como el policíaco, el musical, el fantástico y el drama rural, y realizó un ciclo de western-ranchero con el actor Antonio Aguilar. Una  oportunidad única de descubrir a uno de los directores más importantes del cine mexicano.

'Sombra verde', de Roberto Gavaldón

También rendirá homenaje la Filmoteca en noviembre y diciembre a dos directores fallecidos en la última década: Chantal Akerman (1950-2015) y Paulo Rocha (1935-2012). Hasta su muerte en 2015, Akerman se negó a que la etiquetaran. A pesar de que Jeanne Dielman es una de las cumbres del feminismo cinematográfico, la directora belga siempre aseguró que “decir que hay un lenguaje cinematográfico feminista es como decir que las mujeres solo tienen una forma de expresarse”. A lo largo de 50 años de carrera y más de treinta películas, la cineasta mantuvo su independencia y libertad creativa de forma férrea, defendiendo la idea de que hay tantos lenguajes cinematográficos como individuos. Por su parte, Paolo Rocha ocupa un lugar de honor en el olimpo del cine portugués, si bien las dificultades para acceder a su trabajo siempre han sido mayores que con Manoel de Oliveira, Antonio Reis o Joao Cesar Monteiro. Desde su deslumbrante debut con Os Verdes Anos (1963), premiado en el Festival de Locarno, trazó una compleja reflexión sobre Portugal, sus raíces culturales y matrices identitarias. De su generación, es probablemente el cineasta que más audacia volcó en la experimentación formal de sus películas.

También se le dedicará una retrospectiva al director y productor español Francesc Betriu, cuya obra parte normalmente de obras literarias para dar rienda suelta a la comedia hispana, negra y esperpéntica en películas como La plaza del diamante o Réquiem por un campesino español; se proyectarán las siete películas en las que colaboraron el director vienés Josef Von Sternberg y la actriz berlinesa Marlene Dietrich –quienes, además de colaboradores, fueron amantes-, y se dará lustre al cine que produjeron los humoristas encuadrados en la publicación La Codorniz.

Fellini, Wyler, Varda, Lumet y Rivette en 2020

Fellini durante un rodaje

Cinco grandes maestros dominarán la programación de la Filmoteca Española en 2020. El primero que desembarcará en el Doré es Federico Fellini, del que se celebrarán los cien años de su nacimiento. Su cine surgió en el neorrealismo para alejarse de él y acabar inventando un arte único, un imaginario indisociable del hombre y de la cultura que representa, tan personal e introspectivo como coral y extravagante, tan cómico como dramático, tan nostálgico como inventivo. La mítica y el misticismo que rodean su obra, construida a partir de la memoria, la sensualidad y la alucinación, han dejado una huella indeleble que el espectador podrá (re)descubrir al completo sumergiéndose en esta retrospectiva integral.

Compartirá Fellini las salas del Doré a principios de año con William Wyler, cuya obra también pertenece a un territorio disputado, difícil de encasillar. Se ganó su lugar en el firmamento de Hollywood empezando desde nada, como chico de los recados en Universal Studios, y acabó por convertirse en uno de los realizadores más exitosos de su tiempo, creciendo desde los pequeños wésterns a las grandes producciones de estudio, como Ben-Hur (1959). El número de obras memorables firmadas por William Wyler es apabullante, pero sobre todo lo es el eclecticismo de su mirada, la maestría transparente de su puesta en escena como exponente del cine clásico y la capacidad que siempre tuvo para adaptarse a sus propios tiempos a lo largo de cinco décadas, en los que entregó piezas tan esenciales como El coleccionista (1965) o Funny Girl (1968).

Con Agnès Varda (1928-2019) llegará la primavera, aunque su espíritu era más bien el de una tormenta de verano. Desde que iniciara su carrera como directora en 1955 con La Pointe Courte, la obra de Varda ha golpeado los muros de la mediocridad con una mezcla de infecciosa vitalidad e irreprimible compromiso humano. Cleo de 5 a 7 (1962) la convirtió en una de las voces más importantes de la Rive Gauche, la Nouvelle Vague y el feminismo cinematográfico, pero, igual que Chantal Akerman, Varda siempre se resistió a que la encasillaran, defendiendo que había hecho “todo lo que he hecho –mis fotografías, mis películas, mi vida– en base a mis términos, mis propios términos”. En 2020, al cumplirse un año de su muerte, Filmoteca Española se une a la celebración de su obra y su vida con una retrospectiva completa.

Por su parte, Sidney Lumet protagonizará el verano, una estación muy presente en una película trascendental en su obra: Tarde de perros (1975). Su filmografía, casi 60 años de historia del cine y la televisión estadounidenses, es el paradigma de la sencillez, entendida como un acto de honestidad, de búsqueda de la dignidad de sus protagonistas. Lumet retrata las tensiones del mundo moderno en el ciudadano común con una mirada más cercana y cálida que la de ningún otro cineasta estadounidense, desde 12 hombres sin piedad (1957) a Serpico (1973), Network, un mundo implacable (1976), Veredicto final (1982) o Antes que el diablo sepa que has muerto (2007).

'Tarde de perros', de Sidney Lumet

Por estas fechas también programará Filmoteca a uno de los genios más grandes del cine mudo: Buster Keaton. Cineasta capaz de equilibrar un desbordante ingenio a la hora de construir situaciones cómicas, un impecable dominio de la imagen y un control absoluto de su propio cuerpo, hasta el punto que su expresiva inexpresividad forma parte del imaginario colectivo. Autor de numerosas obras maestras, el ciclo ofrece la oportunidad de recuperar todas las que han sido restauradas en los últimos tiempos, incluyendo algunas de sus obras menos conocidas, como El colegial (1927).

Y para cerrar un año de cine, nada mejor que el más carrolliano de los cineastas de la Nouvelle Vague: Jacques Rivette. El director francés armó un extravagante y monumental cuerpo fílmico que pide a gritos desde hace un tiempo (no sólo desde que falleció, hace cuatro años) ser revisado bajo la lente contemporánea, desde un contexto crítico y reflexivo. La mayor parte de sus trabajos, incluyendo títulos muy importantes –como la obra maestra de trece horas Out 1 (1971-1972)–, sigue siendo casi inaccesible para el espectador, y ningún otro de sus coetáneos exploró las tensiones entre el realismo y la fantasía (de naturaleza mágica) como lo hizo él, en filmes tan memorables como Céline y Julie van en barco (1974) o Duelle (une quarantaine) (1976).

Pero en 2020 también habrá espacio para cineastas vivos como el enfant terrible del cine francés Bertrand Bonello. Aunque en noviembre de 2019 presentará su última película en el Doré, Zombi Child, no será hasta febrero del año próximo que Filmoteca acoja la retrospectiva de uno de los directores más inimitables y sin prejuicio del cine galo.

Clásicos del cine español

Filmoteca Española propone además en 2020 una sesión mensual en la que se proyectará una película elegida por Juan Mariné, Premio Nacional de Cinematografía e historia viva de nuestro cine. Nacido en la Nochevieja de 1920, Juan Mariné comenzó a trabajar en la industria del cine con solo 13 años y desde entonces no ha parado. Ha sido director de fotografía de más de 100 películas, entre las que se encuentran trabajos para José María Forqué, Ramón Torrado, Juan Piquer Simón, Antonio del Amo, José Luis Sáenz de Heredia, Pedro Lazaga, Manuel Mur Oti y Eusebio Fernández Ardavin, pero también testigo de nuestra historia reciente (fue él quien grabó, con solo 16 años, el entierro de Durruti). Además también se rendirá homenaje a Antonio Isasi-Isasismendi, uno de nuestros directores más internacionales (adorado entre otros por Quentin Tarantino), y a Pilar Miró, que hubiera cumplido 80 años en 2020.

'El crimen de Cuenca', de Pilar Miró

Además, el ciclo Cine prohibido proyectará películas que tuvieron problemas con la censura en sus respectivos países (Saló y los 120 días de Sodoma, El acorazado Potemkin o La naranja mecánica),  Kino / Cine griego mostrará una amplia retrospectiva que recorre hitos, rarezas y joyas de la historia del cine griego, Hitchcock frente al espejo contemporáneo cartografía el impacto que han tenido las imágenes facturadas por el genio del suspense en directores posteriores, Girls Bunch pondrá el foco en las películas que reflejan la camaradería entre un grupo de mujeres y Joyas animadas. Secretos de la animación mundial demostrará que la animación es una herramienta creativa de potencial ilimitado, perfecta para transgredir normas, romper fronteras y abrir mentes, como demuestran obras maestras como Belladonna of Sadness (Eiichi Yamamoto, 1973), Le roi et l’oiseau (Paul Grimault, 1952) o Fritz el gato (Ralph Bakshi, 1972).