Carmen Maura protagoniza el documental ¡Ay, Carmen!, de Fernando Méndez-Leite

Todos los periodistas cinematográficos sabemos dos cosas. La primera, que Carmen Maura es una de las mejores, si no la mejor actriz de España. Eso, por suerte, lo sabe, como diría aquel, "toda España". La segunda, y esto quizá se sabe menos, que existen pocos "famosos" en el mundo más encantadores, seductores y realmente apasionantes que ella. Carmen Maura, que recoge este sábado en Sevilla el Premio de Honor de la Academia de Cine Europeo, no solo es una enorme actriz, es fantástica, y solo ella es capaz de lanzar una pulla detrás de la otra, porque literalmente no para, en un documental sobre su propia vida y seguir resultando tan divertida y atractiva como siempre. El documental se llama ¡Ay, Carmen!, lo dirige Fernando Méndez-Leite y si alguien espera el peloteo frecuente en el mundo del espectáculo donde se pasan la vida diciendo lo mucho que se admiran los unos a los otros, no es el caso.



La protagonista absoluta de la película, que tras su paso por la Seminci de Valladolid puede verse en Movistar+, es la propia Carmen, que habla sin pelos en la lengua de los asuntos más complicados que marcan su tormentosa biografía, en lo personal y lo profesional. Vemos la dureza extrema de los inicios de Maura, una chica de muy buena familia relacionada con la nobleza madrileña que tuvo que pagar un precio elevadísimo por cumplir su vocación de actriz cuando su marido le prohibió ver a sus hijos durante doce años. Coinciden los convocados para el documental (amigos como Fernando Colomo y Álex de la Iglesia, enemigos como Pedro Almodóvar o su biógrafa, la periodista Paula Ponga) que ese sufrimiento marca no solo la personalidad de la actriz; también, paradójicamente, es posible que la ayudara a convertirse en una actriz tan sensacional, capaz de expresar sentimientos de profunda angustia aunque también, como señala Almodóvar, puede parecer la persona más simpática del mundo.



La biografía personal queda marcada por dos tragedias más. La primera, que su segunda pareja, quien también era su representante, le robó todo el dinero, fincas incluidas, y la dejó con una deuda de dos millones y medio de euros. Cuenta la propia Carmen, con cierta sorna pero sin ocultar la dureza del episodio, que estuvo veinte años pagando el desastre. "Con los hombres suerte no he tenido", remata, muy Maura, "uno me quitó los hijos y el otro me robó". La actriz también fue violada por un soldado y su descripción del maltrato generalizado a la mujer y por la policía rememora una época no tan lejana de un machismo escalofriante en el que una mujer era tratada casi como la culpable por las autoridades después de ser violada o debía sufrir el desgarro de perder a sus hijos para cumplir con su vocación.



Almodóvar marca la biografía personal de la actriz. Seguramente, Maura tiene razón al decir que el manchego la maltrató durante el rodaje de Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988). También es cierto que en el documental resulta más simpática la actitud del director, que parece ansioso por hacerse perdonar y recuperar la vieja amistad, que la de la actriz, que agradece los papeles que le dieron fama y gloria internacional pero no oculta su disgusto con Almodóvar. Curiosamente, no se sabe si por cuestiones de elipsis o porque tampoco se trata de contarlo "todo", no aparece el episodio de los Óscar: cuando la película fue nominada, la actriz se quejó de que se la ninguneaba en la promoción y la ruptura se hizo definitiva. En cualquier caso, quedan claras dos cosas, Maura no tiene la menor intención de hacer las paces con su antiguo director de cabecera (dice incluso que su cine actual no le interesa porque está "para otras cosas") y como dice Agustín, hermano y productor, para la historia del cine quedan sus trabajos juntos. Películas como ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), La ley del deseo (1987), la mencionada Mujeres al borde de un ataque de nervios, y la última, Volver (2006), que marcan a fondo nuestra filmografía.



Conocemos las bambalinas de una actriz rápida e intuitiva que no necesita más de dos tomas. Como dice Paula Ponga, Maura no es una actriz intelectual sino que tiene una gran capacidad para transmitir emociones de una forma natural. El suyo es el caso de una actriz que ha nacido para hacer lo que hace. Indagamos también en algunos secretos de los rodajes de películas muy conocidas. Al parecer, Carmen ha trabajado mucho pero también se ha tenido que tragar muchas pullas, y mientras Saura le dijo que no la había contratado porque creyera que daba para el papel de ¡Ay, Carmela! (1990) pero le daba igual porque ella "hace de todo"; peores palabras tiene para Imperio Argentina, con la que rodó Tata mía en 1986, y de quien dice que acabó harta de hacer de enfermera y que era una "facha". Amos Gitai, por su parte, tampoco sale muy bien parado y la actriz describe el rodaje de Free Zone (2005), en la que comparte cartel con Natalie Portman, como "un infierno" con el cineasta deprimido y encerrado en su roulotte y el ayudante de dirección pidiéndole que hiciera "un resumen" de su diálogo. En estos casos, cuenta Maura, cuando llega la promoción, ella prefiere decir que está "ocupada".



Menos mal que siempre quedará Álex de la Iglesia, que nunca pierde oportunidad de ensalzar a su musa y con el que ha rodado muy buenas películas, como La comunidad (2000), 800 balas (2002) y Las brujas de Zugarramurdi (2013). Cuenta Eva Lesmes, que la dirigió en El palo (2001), que Maura opina que actuar es como estar "en un guateque y hacerlo todo por el chico que te gusta pero sin que él lo note. La cámara sería como ese chico". Desde luego, Maura ha sabido seducirla como nadie.