Björn Runge

"Nunca es tarde para alzar la voz", dice el eslogan de esta película fijado en el cartel. De esta manera, los tiempos mandan, el personaje de Glenn Close en el filme, la sufrida esposa de un célebre escritor, se convierte en una heroína feminista que después de años de silencio por fin decide romperlo. Y no en cualquier momento, cuando su marido (Jonathan Pryce) gana el Premio Nobel de Literatura. Conviene no desvelar el secreto de esta película dirigida por el sueco Björn Runge que sirve como vehículo de lucimiento para su estelar pareja protagonista. Más reflexión sobre el desgaste del amor en un matrimonio con muchos años a sus espaldas que reflejo del mundo literario, la película lleva aquello de que "detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer" a una nueva dimensión.



Pregunta.- ¿Puede convertirse ganar el Premio Nobel en la experiencia más amarga de una vida?

Respuesta.- Es el mejor momento que se convierte en el peor momento. Cuando le anuncian el premio él sueña con que el viaje a Estocolmo será el momento cumbre de su vida y de repente resulta ser una pesadilla. Ese viaje emocional es muy interesante porque cuando el sueño se desvanece los protagonistas no tienen más remedio que analizar cómo han llegado hasta ese momento. Ese viaje emocional es un viaje al final de la noche dramáticamente muy rico.



P.- ¿En qué momento esa relación que parecía idílica se ve realmente violentada?

R.- Hasta el premio, quizá ellos mismos ignoraban hasta qué punto ese mundo suyo, donde el el trabajo y el amor eran una misma cosa, se había lastrado por la ocultación. En el momento en el que ese trabajo recibe una distinción tan importante, esa zona de misterio es enfocada con una luz muy potente y ya no puede mantenerse por más tiempo. Esta es mi visión pero me gusta pensar que el público saque sus propias conclusiones.



P.- ¿Es un error pensar que la literatura es un trabajo solitario porque nadie cuenta la labor de editores, correctores, consejeros...?

R.- El genio nunca lo hace todo solo. Un gran escritor también se hace cuando se rodea de las personas adecuadas. Por supuesto, la literatura es menos colectiva que el cine. Hay una persona sola delante de un folio en blanco pero en el proceso de construcción de una gran novela intervienen más personas.



Una escena de La buena esposa

P.- ¿Es mejor la verdad por dura que sea a vivir en la impostación?

R.- Los secretos pueden generar mucho sufrimiento, más en el seno de la familia. El hijo es el catalizador de esa crisis que acaba siendo necesaria porque caminar hacia la luz siempre es bueno. El protagonista quizá piensa que es mejor que nadie sepa nada pero el hecho de reconocer su mayor error acaba siendo una forma de liberación. Al final el sufrimiento ante lo que pueda pasar suele ser peor que la materialización de nuestros temores.



P.- ¿Sigue padeciendo la mujer occidental una gran discriminación?

R.- Creo que a veces somos muy críticos con otras partes del mundo donde esa discriminación es más evidente pero no nos damos cuenta de hasta qué punto nuestras propias sociedades les suelen dar un papel secundario. La igualdad de la mujer no está ni mucho menos conseguida en Occidente.



P.- ¿Pueden ser algunas artistas adictos a la adulación?

R.- La vida del artista a veces puede ser trágica porque puede pasar de momentos de mucho reconocimiento a una grisura absoluta muy rápidamente. Hay un mundo artificial de la adulación que forma parte de la vida de novelistas o actores pero cuando se va la luz vuelves a ser una persona normal. El ego es un elemento central en esta película porque ese es el verdadero problema del protagonista. Ella no está interesada, o no tanto, en los reconocimientos pero él es totalmente adicto.



@juansarda