Ai Weiwei con un refugiado en Marea humana

El activista y artista chino pretende hacer la "gran película" sobre el drama de los refugiados, pero no puede evitar caer por momentos en cierta frivolidad innecesaria. En cualquier caso, Marea humana es un poderoso testimonio de una tragedia que sucede ante nuestros ojos sin que nadie mueva un dedo.

En el mundo hay 65 millones de refugiados, más que nunca desde la Segunda Guerra Mundial. Una crisis sin precedentes que ha golpeado a las biempensantes sociedades modernas europeas, incapaces de dar ninguna solución al drama más allá de cerrar las puertas y los ojos. El año pasado, sin ir más lejos, unas 3000 personas murieron en el mar Mediterráneo tratando de llegar a Europa y de conquistar lo que debería ser no un lujo sino un derecho: una vida digna. Después de películas como Welcome (Philippe Lioret, 2009) o Fuego en el mar (Gianfranco Rosi, 2016), Ai Weiwei, activista por la democracia en China y uno de los artistas más importantes del mundo, nos presenta esta Marea humana en la que pretende, nada menos, que hacer la "gran" película sobre el asunto. De Gaza a Turquía, donde malviven dos millones de personas, pasando por Líbano o Grecia, puerta de entrada imposible, vemos los distintos lugares de un conflicto pavoroso.



Rodada en distintas partes del mundo, Ai Weiwei juega en el filme a hibridar las dos escalas del conflicto, la macro y la micro, o sea, el problema político y el problema humano, cosa que expresa mediante la yuxtaposición de planos aéreos y primeros planos. De esta manera, en Marea humana constantemente vamos de una dimensión a otra. Por una parte, el drama social que revela la peor cara de una Europa que ha dado la espalda a los desplazados, la brutalidad de unas escenas panorámicas que hielan la sangre y dejan constancia de la dimensión del horror. Por la otra, las entrevistas y declaraciones de los propios refugiados, filmados muy de cerca, que nos cuentan historias terribles de muertes en el mar y de seres mutilados física y espiritualmente que se quedan en nuestra memoria como esa mujer que dice que ojalá los dirigentes vivieran una sola noche en esos ominosos campos o la terrible historia del hombre que perdió a su mujer e hijas en un naufragio y ha enloquecido desde entonces.



A Ai Weiwei le han caído muchos palos por esta película. Demasiados. Estrella del firmamento artístico mundial, las críticas van dirigidas al exceso de protagonismo del artista. Hay momentos evitables, como ése en el que Weiwei juega a intercambiar su pasaporte de superestrella con un pobre hombre que no tiene donde caerse muerto en lo que no se sabe si es una broma de mal gusto o simplemente una mala idea. En su afán por contarlo todo, Ai Weiwei cae en una especia de frivolidad innecesaria por momentos y su trabajo resulta a veces demasiado superficial. Todo ello no quita que Marea humana sea un poderoso testimonio de una tragedia que sucede ante nuestros ojos sin que nadie mueva un dedo.



@juansarda