Parte del equipo de Relatos salvajes (el director Damián Szifron a la dcha.), tras la gala de los Premios Platino. Foto: Carlos Díaz.

Por unos días, España volvió a parecer un país rico en los fastuosos premios Platino. Relatos salvajes, de Damián Szifron, se cobró su "venganza" de La isla mínima, que la machacó en los Goya, y se impuso con claridad en casi todas las categorías de estos galardones de cine Iberoamericano celebrados con todos los lujos en Marbella recopilando hasta ocho premios incluidos el de mejor director, mejor guión y mejor actriz para Erica Rivas. Lo nutrido del séquito de la película -al director lo acompañaban los productores Agustín Almodóvar, el argentino Hugo Sigman y la actriz que hace de novia desmadrada de una de las historias- frente a la exigua representación de la película española -iba solo Javier Gutiérrez, que se llevó un premio del público como actor- ya hacía presagiar que los vientos soplaban a favor de la genial comedia episódica del argentino.



Después de un largo año de premios en los que hemos visto competir a La isla mínima en un sinfín de concursos (San Sebastián, Goya, Feroz, Forqué, Fotogramas de Plata, etc.), su derrota en los Platino tuvo algo de coda amarga para el excelente filme de Rodríguez, porque los premios premian pero también no premian. Como una de esas películas en las que de repente aparece un epílogo que le da un sentido totalmente nuevo a lo que dábamos por concluido. Era inevitable tener una cierta sensación de déjà vu porque son películas que comienzan a ser un poco antiguas, aunque Magical Girl, la "enemiga" tradicional de La isla mínima, no estaba nominada por ninguna parte. Es posible que sea demasiado "rara" para los vistosos Platino. Sin embargo, a falta de material cinematográficamente fresco, los premios dejaban atónito por el despliegue de medios.



Más de 500 invitados de los dos lados del Atlántico (por allí andaban desde actrices como Goya Toledo o Maribel Verdú a figuras de la alta sociedad como Elena Benarroch, pasando por cantantes ligeros como David Bisbal o Luis Fonsi y clásicos como Miguel Bosé y Rita Moreno) dieron lustre a una ceremonia retransmitida en directo por TVE y por TNT Latinoamérica. A medio camino entre el evento cinematográfico y jetsetter (también estaban Eduardo Zaplana o Ignacio González) los Platino tienen como misión estrechar los lazos entre ambos lados del Atlántico, noble propósito sin duda, y la organización, liderada por Egeda, no escatimó gastos con un fiestón de dos días que comenzaba con una fiesta de bienvenida el día anterior y mucho bling bling en una gala repleta de estrellas muy conocidas en países como México o Argentina que en España nos quedan un poco más lejos, pero desde luego iban primorosamente vestidas y arregladas.



Los premios Platino, sin duda una buena idea, en la línea de otras iniciativas similares como el foro de co-producción España-Sudamérica que organiza el festival de San Sebastián, más allá del espectáculo colorido o los momentos estelares que compartieron Santiago Segura y Eugenio Debrez, francamente graciosos, permitieron ver de forma algo inquietante (sumen las actuaciones de Lolita o Miguel Bosé) que nuestra cultura del show business sigue muy dependiente de los 80. Urge renovar cuanto antes el show hispano, lo cual no quita que el entorno (espectacular) y la belleza generalizada no le dieran un aire cutre, más bien fardón, pero un tanto antiguo.



Más allá de eso, la gala también sirvió para dar visibilidad a películas del otro lado del charco que han tenido distribución en España pero quizá no el éxito que merecían entre el público como la uruguaya Mr. Kaplan, de Alvaro Brechner, sobre un jubilado judío obsesionado con alcanzar la gloria en el último momento; la ganadora de la Concha de Oro Pelo malo, una fábula venezolana sobre un chaval que quiere ser como los ídolos blancos, o la sensacional película brasileña O lobo atrás da porta, un thriller extraordinario sobre una terrible venganza. Y se fue con premio el documental La sal de la tierra, de Joao RIbeira Salgado y Wim Wenders, un gran éxito en nuestro país.



Sorprende que de las más de 700 películas que según la organización se presentaron para llevarse un premio, cinco películas, Relatos salvajes, La isla mínima, Pelo Malo, Mr. Kaplan y la no mencionada cubana Conducta, acaparen prácticamente el 90% de las nominaciones y se repitan una y otra vez en todas las categorías. En la gala hubo también demasiados discursos llenos de tópicos (los actores no somos nadie sin el público, las dos orillas tienen que estar más cerca, etc.) y quizá demasiado poco de las propias películas. Antonio Banderas, por su parte, recogió el galardón a toda una carrera en su amada Marbella, ejerciendo de padre espiritual del fiestorro. Además, y en esto fue generoso, se llevó a su nueva novia, Nicole Kimpel, haciéndole un favor a la gala asegurándose como mínimo un montón de atención porque en los premios Platino el famoseo iba a todo trapo.