Denzel Washington a su llegada a San Sebastián

Denzel Washington (Mount Vernon, 1954) tiene dos Oscar, uno por Glory (1989) y otro por Día de entrenamiento (2001). Es el actor negro más prestigioso y acaba de recibir el premio Donostia en reconocimiento a toda su trayectoria en el Festival de San Sebastián. Es uno de esos actores todoterreno que tanto puede dar vida a un abogado comprometido en Filadelfia (1993) como a Malcolm X en la película homónima de Spike Lee de 1992 o al reciente piloto alcohólico de El vuelo (2012). Ha presentado en el festival Equalizer, un thriller en el que se reúne de nuevo con el director de Día de entrenamiento, Antoine Fuqua, en un filme en el que interpreta a un empleado de una gran cadena de ferreterías que oculta a un justiciero. En la película, para salvar a una joven de las garras de la prostitución, se enfrenta en solitario a la mafia rusa. Se presenta ante la prensa vestido con tejanos y camiseta y el aire un tanto cansado. No es del todo fácil conseguir que se explaye pero lo que no cuenta lo suple con una sonrisa.



-¿Hubo un momento en el que supo que sería actor?

-No lo recuerdo. Creo que ese momento no existió. Fui yendo a clases, me fue gustando, la gente decía que no se me daba mal... Sigo sin saber qué hare el resto de mi vida.



-¿Qué le hace escoger una película u otra?

-El guión. Por supuesto tengo en cuenta el impacto que pueda tener. No pienso nunca en mi carrera como algo en sí mismo salvo con preguntas como éstas. Nunca me recreo en lo que hago. Me gusta hacer cosas distintas, acabo de hacer una obra de teatro en Broadway, después haré un western para la televisión.



-¿Acepta papeles para pagar la hipoteca?

-No tengo hipoteca.



-¿Le cambió mucha la vida el Oscar?

-¡Tengo dos! No noté muchos cambios. Quizá después de Día de entrenamiento los productores vieron que podía hacer de malo y me ofrecieron más papeles de villano.



-¿Qué opina de la venganza de su personaje en Equalizer?

-No creo que se vengue, él trata de arreglarlo con los mafiosos ofreciéndoles dinero. Si hubieran aceptado el dinero, la película se habría acabado.



-Su personaje no habla demasiado, ¿cómo se interpreta a alguien tan poco expresivo?

-Sí es expresivo, se expresa con sus acciones, solo que no habla.



-Hay mucha violencia en la película.

-Vamos a las películas a escapar muchas veces, para sentirnos bien porque la vida no es muy agradable a veces. Cuando era joven no iba por la violencia, es posible que haya gente que sí, pero no creo. Yo vi muchas películas de James Cagney de joven y eso no me hizo violento.



-¿Es usted un cinéfilo?

-No demasiado. ¿Usted llega a casa y lee artículos? Nunca he sido una persona que vea muchas películas. En casa veo los deportes o la CNN.



-¿Qué opina de las revueltas raciales en Fergusson?

-Gente protestando por algo que sienten injusto. El racismo es un problema grande en todo el mundo.

br> -¿Cómo ha sido su experiencia como director?

-Es distinto a ser actor, tienes que estar pendiente de más cosas y hay más responsabilidad porque todo depende de ti. La parte buena es que puedes colaborar con gente con mucho talento.



-¿Cree que el Hollywood de hoy es peor que el que ha sido?

-Las cosas cambiaron cuando los grandes estudios fueron comprados por grandes corporaciones, el elemento de beneficio tuvo una mayor importancia. Pero eso quizá ha afectado más a los guionistas que a los actores.



-¿Cuál es su sistema de interpretación?

-He estudiado muchos métodos y técnicas y, como dijo Bruce Lee, debes coger lo más útil.



-A sus 60 años, ¿le preocupa que le den menos papeles?

-No. Estoy contratado para los próximos cuatro años, no me quejo.



-Con Spike Lee hizo algunas películas políticamente muy osadas, ¿por qué ya no las hace?

-No me ha llamado mucho últimamente.