Norte, uno de los hitos fílmicos del cine reciente.

Tras su paso por el Festival de Cannes del pasado año, Norte. The End of History, del filipino Lav Diaz, llega ahora al público español gracias a La Casa Encendida, donde se proyectará los próximos 25 y 31 de mayo.

La geopolítica del cine contemporáneo ya no es angloparlante ni eurocentrista. Desde que los llamados cines periféricos irrumpieron en el paisaje internacional, a partir de los años noventa, los paisajes cotidianos de festivales dieron cabida a un mestizaje fílmico sin precedentes. Lo que sucede en África, en América Latina o en Asia es el reflejo de un impulso renovador que difícilmente puede ser ignorado. En ese vitalista mosaico de cinematografías exóticas y desconocidas, la llamada ‘generación pinoy', de Filipinas, ha abierto una brecha especialmente promiscua que ha buscado (y encontrado) nuevas formas expresivas. Autores como Raya Martin (Independencia, 2009), Brillante Mendoza (Serbis, 2008), Adolfo Alix Jr. (Tambolista; 2007), Nick Deocampo (Cine/Sine, 2009, sobre los orígenes españoles del cine filipino) o Lav Diaz han vuelto a colocar al cine malayo en el mapa internacional (como hicieron en los sesenta los trabajos de Lino Brocka), alimentándose del entusiasmo por la imagen digital y desarrollando el Nuevo Cine Filipino bajo el legado del dictador Ferdinand Marcos.



Abonado a las películas de carácter monumental, con metrajes superiores a las diez horas -como Evolution of a Filipino Family (2004), su filme más emblemático, que realizó a lo largo de doce años mientras luchaba contra el cáncer-, Lav Diaz es por razones obvias el cineasta cuya obra se ha enfrentado a mayores problemas de accesibilidad para el espectador común. "Mi cine no encaja con el concepto estereotipado del espectador porque yo no hago un cine para la audiencia tal y como la conocemos -le dijo Diaz al desaparecido crítico Alexis A. Tioseco-. Mis películas son largas por una cuestión estética y artística. No hay que ser condescendientes. El concepto de audiencia es un factor más de esa corrosiva filosofía del entretenimiento, el consumismo y el escapismo". Su última propuesta, Norte. The End of History, celebrada por la crítica como uno de los grandes hitos fílmicos que se pudieron experimentar el año pasado en Cannes, es probablemente la más accesible, al menos en lo que atañe a la duración ("solo" son 250 minutos), para el espectador común.







Entre Fukuyama y Dostoievski

Ironizando en el subtítulo con la popular tesis de Francis Fukuyama, Norte. The End of History narra la crónica dostoievskana de Fabian Viduya (Sid Lucero), un agitador intelectual que no terminó la carrera de Derecho y que se pasa los días discutiendo con sus amigos sobre el modo de llevar a cabo la transformación social. "Si quieres hacer la revolución, tienes que tener valor para matar a alguien", dice el personaje, construido con una clase de complejidad más propia de una larga novela que de un largometraje. En un error de cálculo, llevado por el impulso y la inconsciencia, Fabian comete un doble crimen por el que acabará con sus huesos en la cárcel un hombre inocente, Joaquin (Archie Alemania), mientras Fabian huye a otra isla del archipiélago filipino. Los efectos del crimen se extienden a la familia de Joaquin, su esposa Eliza (Angeli Bayani) y sus hijos, que se ven condenados a llevar una vida miserable.



Los rincones de la conciencia, en una especie de tratado sobre las fronteras de la culpa y la redención, ocupan el trazado humanista del filme, que despliega al mismo tiempo las raíces de la historia filipina y toda una suerte de preocupaciones ideológicas. Mediante una trama-río a lo largo de seis años, el filme proporciona un acercamiento al Lav Diaz más maduro y violento, probablemente también el más político, y sin duda el más naturalista y depurado. Un monumento del cine contemporáneo.