Ha llegado ese acontecimiento del año en el que se entregan los Premios Max. El próximo lunes a las 21.00 el Teatro Circo Price se vestirá de cabaret para acoger la entrega de los XVII Premios Max a las Artes Escénicas organizados por la Fundación Sgae. Este galardón premia la calidad de los trabajos con los objetivos, siempre claros, de alcanzar la máxima difusión de las obras más destacadas, conseguir la implicación de la sociedad y reconocer el esfuerzo de creadores, intérpretes y productores. La gala será presentada por Mariano de Paco y Jimmy Barnatán y será retransmitida por la televisión. "Será un cabaret de carne, cuero y pinchos de metal como metáfora de la lucha por la supervivencia, la mejora y la excelencia del arte", ha dicho Mariano de Paco. Así, intercambiamos impresiones con los finalistas de las categorías Mejor autor revelación y Mejor espectáculo revelación. Seis piezas, nueve autores. Se generaliza la crítica social a través de la música, la danza, el monólogo y el espectáculo. La risa mediante la seriedad como fórmula para hacer frente a la sociedad. Y en esas estamos.



Son tres finalistas los que compiten por el galardón en cada categoría. Para todos ellos es un impulso a su trabajo y labor profesional. "Las dificultades que me he encontrado en el camino para vivir del teatro me han impulsado a no ser solo actriz y supone un reconocimiento a muchos años de trabajo duro", explica Carolina África (Verano en diciembre). Los valencianos Juli Disla y Jaume Pérez (La gente) opinan que dar a conocer su trabajo "más allá de nuestro ámbito es un esfuerzo añadido" y esperan que la nominación sirva para poder llegar a más espectadores. "Según se va aproximando la fecha van aflorando los nervios y la emoción", cuentan Lila, Ana y Mayte a cargo de The Funamviolistas. Por su parte, Jorge-Yamam Serrano, autor, director y actor de Que vaya bonito, cuenta a El Cultural que es una apuesta tan personal "que entraba en sus sueños estar en la lista de nominados" pero no en sus planes. Y Rocío Molina comenta que "la nominación supone un gran impulso".



Carolina África con Verano en diciembre



Verano en diciembre



Esta obra obtuvo el Premio Calderón de la Barca de 2012. El texto fue escrito en Buenos Aires cuando África gozaba de una beca para ampliar sus estudios artísticos. "Elegí Argentina porque soy una enamorada de su teatro, son auténticos maestros de la interpretación y de provocar emociones en el público", explica. En la misma se reflejan cuatro generaciones de mujeres que viven juntas y se toman decisiones vitales: "En la vida los sentimientos se entremezclan todo el rato, a veces de una manera violenta, otras cómica, otras suave y la familia -ese micromundo insondable- es el núcleo primigenio en el que se gestan todas las emociones. Verano en diciembre es la historia de un hogar cualquiera donde se mezclan miserias y grandezas, roles impuestos que tratamos romper, reproches, dolor y amor". Un intento de búsqueda de un verano idílico que derrita nuestro crudo invierno.



Juli Disla y Jaume Pérez con La gente



La gente



En esta obra se plantea una situación política actual. "La gente es la respuesta conjunta a dos proyectos independientes. La situación de descontento y tensión social obliga a reflexionar sobre lo público y la capacidad del grupo para transformar su realidad", cuentan. "La propuesta plantea una situación en la que estaremos entre representantes que no nos representan y voces que se alzarán reclamando participar en los procesos de tomas de decisiones. Pero no hay que olvidar que la participación en sí misma no es la solución sino un paradigma de organización. La verdadera democracia requiere compromiso, concentración y responsabilidad social", analizan sus autores. Y cada vez más gente es consciente de ello. Además se hace mediante el humor, una herramienta últil para "tomar distancia, relativizar lo que te afecta pero sin banalizarlo", una manera de encarar los problemas desde una perspectiva lúdica.



Juan Diego Botto con Un trozo invisible de este mundo



Un trozo invisible de este mundo



Juan Diego Botto es uno de los finalistas con más nominaciones en diferentes categorías (Mejor autoría revelación, Mejor actor, Mejor espectáculo de teatro, Mejor escenografía, Mejor diseño e iluminación). Su pieza trata la problemática de la inmigración y sus consecuencias a través de cinco monólogos. Un teatro social. "Si hay un momento para este tipo de teatro es ahora y queremos hacerlo con el espíritu de Mayo del 68 que decía que si el parlamento se hacía teatro, el teatro debía convertirse en parlamento", contaba Botto a El Cultural. En cuanto a las pretensiones de poder calar en el público explicaba: "No creo que vayamos a cambiar el mundo pero sí dejaremos planteadas cuestiones, dudas, lugares desde los que uno no había mirado".



Afectos de Rocío Molina y Rosario La Tremendita



Afectos



Es una pieza que surgió sin la pretensión de grandes giras ni estrenos. "La idea era juntarnos en el estudio con gente que llevábamos tiempo colaborando. Rosario y yo llevamos 9 años trabajando juntas y año y medio sin parar con esta pieza", cuenta Molina. La comprensión entre ambas pasa por saber, a través de una sola mirada, lo que cada una busca y piensa. "Yo aprendo mucho de flamenco con Rosario", afirma. Uno de los temas que se tratan en Afectos es el problema de la incomunicación a través de los lenguajes de la música y de la danza. "Tiene un sentido muy íntimo. Rosario con su voz y su forma de ensayar tocando la guitarra en un sofá. Queríamos encontrar los códigos, que sin tener que hablar ni decir grandes cosas, llegáramos a una complicidad de conducta absoluta. Con un pequeño latir del corazón que Rosario me cante por bulerías y yo le baile o trabajar sobre una mirada sobre las cosas pequeñas que es lo que marca las relaciones humanas", ahonda. Asimismo, hay que destacar el trabajo del contrabajo de Pablo Martín, haciendo que sean tres en escena.



The Funamviolistas de Ana Hernández, Mayte Olmedilla y Lila Horovitz



The Funamviolistas



Cuenta la historia de tres mujeres que son despedidas y cómo, mediante la música, la perseverancia y las ganas de salir adelante llegan al cumplimiento de un sueño común. "Es un espectáculo donde la música se transforma a la necesidad de la escena y adquiere un significado novedoso. Eso que hace que se pueda pasar de un Vivaldi a un Piáosla o a Ritta Pavone de una manera muy natural", explican. Además, las tres artistas se juntan con artistas callejeros, un guiño al talento de toda esa gente que no es capaz de hacerse un hueco en el mundo profesional pero que ganas no les falta para seguir en el mundo de la música, aunque sea de manera itinerante. "El mensaje es que nunca debemos perder la ilusión y las ganas de perseguir lo que deseamos. La historia de The Funamviolistas tiene mucho de autobiográfico y parece que al final la recompensa a tanto esfuerzo y trabajo, llega", concluyen.



Que vaya bonito de Jorge-Yamam Serrano



Que vaya bonito



La realidad actual en estado puro. El momento en el que hay que coger las maletas y buscarse la vida fuera del país a sabiendas que se está haciendo daño a la familia. Esto es lo que cuenta Que vaya bonito. "No hablo de política sino de la parte emotiva, real y humana que estamos viviendo. Nació también como la metáfora de que para llegar a realizarte debes de dejar y alejarte de aquello que te lo impide y lanzarte a lo nuevo", explica Serrano. Se muestra una situación ficticia que es una fiesta de despedida que se le hace al personaje de David y el público son los amigos y familiares. "La gente entra en una fiesta de verdad y se plantea dónde está el escenario, los actores y cuándo empieza la obra... cuando en realidad la obra ya ha empezado y están dentro del escenario", cuenta Serrano. Él, es director, autor y actor de la obra, "es difícil pero el acierto fue rodearme de dos personas como Nico Aguerre y Cristina Gámiz", conluye.