Image: Marte en busca del norte

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Ciencia

Marte en busca del norte

La misión Phoenix consolida la conquista del planeta rojo

5 junio, 2008 02:00

Recreación de la nave Phoenix en Marte con su brazo robótico. Foto: NASA

El trabajo de la nave Phoenix podría confirmar el estudio publicado en Science por el que el exceso de sal en el agua pudo dificultar la vida en Marte. Anna Artigas, del Instituto de Ciencias del Espacio (IEEC-CSIC), analiza para El Cultural las características de esta nueva misión.

Marte es el planeta de la ciencia-ficción, el mundo extraterrestre del que más páginas se han escrito y películas se han realizado. Tal vez sea por el hecho de que se trata de un planeta vecino, el siguiente al que llegamos si nos alejamos del Sol, o por su característico color rojo que le ha hecho merecedor del nombre del dios romano de la guerra, Marte. Sea como fuere, el cuarto planeta ha estado ligado a especulaciones sobre la posible vida que pudiera albergar desde mucho antes de que cualquier artefacto humano llegara allí.

En el siglo XIX, Giovanni Schiaparelli, el verdadero fundador de la topografía del cuarto planeta, observó por primera vez sus canales y diseñó el primer mapa marciano. Marte se encuentra situado entre la Tierra y el cinturón de asteroides que separa los planetas rocosos de los gigantes gaseosos. El planeta debe su color al material rico en hierro del que está constituido y se encuentra coronado en ambos polos por sendos casquetes de un blanco resplandeciente. Desde la Tierra pueden observarse también zonas claras y zonas oscuras que cambian de forma y posición, y que algunos científicos asociaron a la aparición y desaparición de vegetación. No fue hasta más adelante cuando los científicos sospecharon, y acertaron, que dichas manchas eran producto de fuertes vientos que trasladaban material de un lado a otro del planeta. El planeta rojo cuenta con atmósfera, aunque mucho más tenue que la nuestra, que le permite disponer de vientos y de nubes.

Una similitud con nuestro planeta es la variación estacional de los casquetes polares que se observan en los polos de Marte. éstos aumentan y disminuyen de tamaño a lo largo del año. Eso sí, a diferencia de los nuestros, los casquetes marcianos están constituidos de polvo, gran cantidad de agua helada y mayoritariamente por hielo seco, es decir, dióxido de carbono atmosférico condensado sobre la superficie. En general podría decirse que la orografía marciana es espectacular; cuenta con montañas más altas que nuestro monte Everest y desfiladeros más largos que el Gran Cañón; los volcanes más grandes del Sistema Solar se encuentran allí y también grandes barrancos. Debido al hecho de que su atmósfera es tan tenue, ésta no actúa como barrera contra lo meteoritos como es el caso de la Tierra. En Marte los meteoritos llegan a la superficie y su impacto produce grandes cráteres que pueblan su suelo.

Un planeta frío. Aunque ambos planetas sean vecinos, son muchas las diferencias que existen entre ellos. El planeta rojo se encuentra aproximadamente, dependiendo de la estación del año, a una distancia del Sol 0.5 veces mayor que la distancia entre la Tierra y el Sol; aparte, Marte es unas 10 veces menos masivo que nuestro planeta, y todo ello hace de él un planeta frío en el que las temperaturas de decenas de grados bajo cero son habituales. En 1962, la Unión Soviética con su Sputnik 24 quiso acercarse al planeta, pero no hubo suerte en esa ocasión ya que la sonda se averió al poco tiempo de salir de la Tierra. El primer artefacto que consiguió sobrevolar el planeta rojo fue el estadounidense Mariner 4, dos años más tarde, que regresó con espectaculares fotografías. Desde entonces ha habido varios intentos, fallidos en su mayoría, de llegar a la superficie marciana. La rusa Mars 3 lo consiguió en 1971 por primera vez, pero a los pocos segundos del amartizaje sus instrumentos dejaron de transmitir. En cambio, la estadounidense Viking I en julio de 1976, logró aterrizar y permanecer activa en Marte realizando los estudios previstos por la misión. Un total de once naves han intentado tocar suelo marciano durante toda la historia de la carrera espacial, pero solamente cinco lo habían conseguido hasta el 25 de mayo pasado.

Hacía 32 años que todos los aterrizajes se hacían mediante airbags que permitían a los artefactos impactar y rebotar protegidos por las bolsas de aire, por esta razón la hazaña de la nave Phoenix ha sido tan impresionante: hacia la medianoche del pasado domingo 25 de mayo, la Phoenix aterrizó en la superficie del cuarto planeta sin la protección de airbags. Así concluía un viaje que había llevado a dicha nave a recorrer decenas de millones de kilómetros durante diez meses, con un exitoso amartizaje que permitió frenar la nave de la aceleración que la atracción de Marte le había transmitido y aterrizar suavemente. Pero Phoenix no se encuentra sola en Marte. La sonda Mars Express de la ESA, orbitando el planeta, presenció su llegada y los datos que tomó servirán para analizar el descenso de Phoenix sobre el planeta rojo. Estudiando el ecuador marciano se encuentran también Spirit y Opportunity de la agencia estadounidense, pero en una región tan septentrional como la ocupada por Phoenix aún ninguna nave se había posado. La misión está liderada por el investigador Peter Smith, de la Universidad de Arizona, y tiene como objetivo el estudio del agua en el planeta y las condiciones que puedan existir para albergar vida.

En Marte existen canales, ríos y lagos, aunque todos ellos vacíos de agua, lo que nos lleva a suponer que en un pasado el agua líquida corría por ellos y la erosión que provocó creó dichos lechos. Posiblemente aún quede un poco de aquella agua líquida debajo de la superficie marciana y las misiones a Marte quieren encontrarla.

En 2001 la estadounidense Mars Odissey encontró evidencias de que cerca del polo sur se encontraban grandes cantidades de hielo, eso sí, por debajo de la superficie marciana. Más recientemente, la también americana Opportunity analizó el suelo marciano y encontró sulfatos, que contienen sulfuro y oxígeno. En la Tierra, tales concentraciones de dichas sales solamente se encuentran en rocas que se han formado en el agua o que han estado expuestas a ella durante largos períodos de tiempo. Todo ello nos lleva a suponer que muy probablemente ésta aún exista bajo la superficie marciana. Los científicos piensan que cerca de los fríos polos, en el subsuelo, el calor que emana del interior del planeta podría mantener el agua en estado líquido, y eso es lo que Phoenix ha ido a buscar. Valiéndose de un brazo robótico sacará muestras del subsuelo ártico en busca del agua líquida y de muestras para analizar.

Condiciones de vida. En Marte, muy posiblemente, se encuentren tres condiciones que los científicos creen imprescindibles para la vida: agua líquida, una fuente energética, proveniente del Sol y del interior del planeta, y elementos químicos orgánicos. Actualmente, si existe agua líquida ésta se encuentra en el subsuelo marciano ya que en la superficie se dan temperaturas muy por debajo de los cero grados. En un pasado seguramente sí que corría el agua por los ríos, pero si algún tipo de forma de vida hubiera existido las pruebas de su presencia habrían sido borradas de la superficie debido al alto grado de oxidación que existe en el planeta. A pesar de todo, que en el planeta rojo coincidan estas tres condiciones no significa que albergue vida, ni que la haya albergado alguna vez, o llegue a albergarla en un futuro. Para saber más tendremos que esperar las noticias que nos traiga en los próximos meses la nave Phoenix, que a día de hoy ya ha empezado su trabajo.