Hay división de opiniones. Muchos han abierto los brazos a Patrizia Sandretto Re Rebaudengo en su aterrizaje en el Matadero de Madrid, considerando que a la ciudad le va a venir muy bien un proyecto que apueste de pleno por el arte actual internacional -el de más relumbrón- y que además no nos va a costar nada; otros se han echado las manos a la cabeza por una tan prolongada cesión gratuita (“concesión demanial”, lo llaman) de un espacio público a una fundación privada y extranjera. Medio siglo, que se dice pronto. La nave 9 del Mattatoio. Aunque, crisis mediante, ya nos estamos acostumbrando a estas operaciones privatizadoras, nadie esperaba que el Ayuntamiento, gobernado por Ahora Madrid, apostara por un modelo de gestión cultural que está en las antípodas de sus presupuestos ideológicos y que ha añadido peso a la caída de algunos de los responsables municipales del área, que no lo veían con buenos ojos. Ha conducido personalmente las negociaciones Luis Cueto, coordinador general del Ayuntamiento y presidente de IFEMA, pero seguramente ha habido intermediarios que quizá salgan a la luz algún día. Sandretto no es nueva en España y manejará buenos contactos en las instituciones y en el mercado, aunque no parece que haya sentido un gran interés por el arte español, pues no hay aún hoy ni una sola obra de nuestros artistas en su amplia colección (no es suposición sino dato contrastado). Que yo sepa, la única “artista” española que ha pasado por la fundación en Turín es Agatha Ruiz de la Prada, para dar una conferencia, si bien para este año está programada una exposición/taller de Alicia Framis.

Patrizia Sandretto en la nave 9 de Matadero

Lo que quiero decir con esto es que la Fundación Sandretto Re Rebaudengo Madrid no es solo un “regalo”, un proyecto cultural generoso y optimista, sino también, como suelen serlo todas las fundaciones empresariales, una fachada amable para una fortuna personal y unas inversiones que tienen quizá su lado oscuro. Existen intereses particulares que debemos conocer. Poligrow va a incrementar sus inversiones en Colombia, y Brasil se ha convertido en una rama fundamental de Asja. No sé hasta qué punto Madrid puede funcionar como puente artístico y como base de proyección de imagen para Patrizia Sandretto y las empresas familiares, pero parece claro que ellos consideran que es una estrategia adecuada. La obsesión principal de las empresas palmeras, en general, es demostrar su compromiso con la sostenibilidad ambiental. De seguro que Poligrow hace considerables esfuerzos para ello. Pero la realidad es que el aceite de palma no solo es malo para la salud (grasa saturada) sino que su producción está teniendo efectos muy nocivos de deforestación y sobre la biodiversidad. Y es arduo contrarrestar esa imagen social cada vez más negativa. El arte es muy bonito y si viene de la mano de proyectos educativos, mejor.

Véase también un artículo reciente en la revista Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia: El caso de Poligrow en Mapiripán, Meta: entre acaparamiento (ilegal) de tierras y capitalismo verde.

Y sobre los efectos medioambientales del cultivo de palma, en FAO, CSIC, o El Mundo.