[caption id="attachment_1646" width="560"] Mateo Feijoo[/caption]

El Ayuntamiento de Madrid optó por separar Naves del Matadero del Teatro Español pero no imaginó que la operación acabaría enfrentando a unos artistas con otros que proclaman sus diferencias y apoyos en manifiestos públicos. Un buen número de “notables” del teatro español ha suscrito el último, títulado Defendiendo lo de todos, en el que se cuestiona el proyecto artístico del nuevo director de Naves de Matadero, Mateo Feijóo. Estos artistas consideran que el proyecto de Feijóo excluye un amplio espectro de espectáculos teatrales de artistas nacionales y temen que “desaparezcan” las dos salas (Max Aub y Fernando Arrabal) de las Naves, un espacio que ha conseguido consolidarse y abrirse al público de la ciudad. Pero ¿se conoce la propuesta de Feijóo? En esta entrevista él habla de la programación que quiere hacer, radical, fronteriza e internacional, dirigida a establecer coproducciones con otros centros e instituciones europeas; una programación alejada del teatro popular, nada contemporizadora, que busca apoyar residencias a artistas patrios o foráneos e impulsar la creación de obras desde diversas disciplinas, no sólo escénicas.

Feijóo fue nombrado tras un proceso de selección pública organizado por la corporación municipal de Manuela Carmena para sustituir a Juan Carlos Pérez de la Fuente (defenestrado por la alcaldesa sin que hubiera agotado su mandato y elegido también en su momento por “concurso” público). Su proyecto fue criticado el mismo día de su presentación; y como reacción, un grupo de artistas, entre los que figuraban una nómina importante de “internacionales”, lo apoyaron en un primer manifiesto. Esta entrevista tuvo lugar al día siguiente de hacerse público el segundo manifiesto y ayer fue actualizada por el director.

Pregunta.- Con este manifiesto en contra, suscrito por artistas muy conocidos, ¿siente que su independencia artística está amenazada?

Respuesta.- No. El Área de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, ayer mismo, ha dicho que apoya el proyecto presentado para Naves Matadero. Si no fuese así, me iría. La independencia no es mía, es del espacio, de la capacidad de pensar y generar multiplicidad de discursos en diálogo con los creadores, incluso con los que están en contra, y que hasta la fecha no se han acercado al proyecto.

P.- ¿Ha considerado la posibilidad de que las salas puedan abrirse a esas producciones más “tradicionales”, por llamarlas de alguna manera?

R.- No sé que significa “tradicional”,  vivimos demasiado esclavos de las etiquetas, cuando por otro lado generamos discursos de interdisciplinariedad, de nuevas dramaturgias, de relación entre espacio blanco y caja negra… Creo que la tradición está siempre implícita en el hecho artístico. Somos fruto de nuestras experiencias, sufrimientos y vivencias. En el proyecto de Naves Matadero hay espacio para lo inimaginable.

P.- Mi intención es darle voz, que explique su proyecto brevemente, ante la bronca que se está generando.

R.- Desde el principio he dicho que me interesa desarrollar un proyecto que tenga que ver con la ciudadanía y la comunidad. No creo que el arte vaya a cambiar el mundo, pero el arte puede ser un punto de partida para generar contextos, experiencias, relaciones y debatir y dialogar sobre el momento que vivimos. Así ha sido a lo largo de la historia. Pero también creo que el artista, cuando no es intérprete de su obra, cuando trasciende el hecho artístico, es un “mirón” de la sociedad, de la época en la que vive, y su mensajes es crítico, no necesariamente provocador, pero sí reflexivo y eso es lo que a mí me interesa.

P.- Bueno, en eso creo que todos estarán de acuerdo. Pero le diré que me resulta chocante oírle hablar de procesos de trabajo y de que no le interesa llegar a una obra de exhibición cerrada, sino a cómo se desarrolla…

R.- No, no, no… en mi programación hay muchas obras cerradas. Aquí [coge en sus manos el folleto de la programación] los trabajos están cerrados. En unos días veremos Gameboy, de la compañía Divergences, un espectáculo que va al Festival de Aviñón. El de Trevor Carson (Not a Moment Too Soon) es un trabajo cerrado. La diferencia es cómo se construye el montaje, que en este caso es con siete bailarines locales, que proceden de la Compañía Nacional de Danza (CND). Para mí es muy importante implicar a los agentes locales y contextualizar las obras. Hemos programado en colaboración con el Goethe Institute a Susanne Linke, una de las figuras vivas de la danza-teatro de Alemania. Se hizo una exposición y una conferencia en la Universidad Carlos III con Rui Horta, uno de los coreógrafos europeos más destacados que desarrolló su trabajo en Alemania. Y dio un taller para profesionales, también en colaboración con la CND. Se trataba de articular un engranaje poliédrico.

P.- Pues le sugiero que subraye eso de implicar a los artistas locales, porque los tiene movilizados en su contra.

R.- … Y me he hecho amigo de otros. Pero si quiere hablar claro deberíamos hacernos la siguiente pregunta: ¿queremos privatizar los teatros públicos?

P.-No le entiendo.

R.- ¿Cómo trabajaban las compañía en este teatro?

P.- Pues en un régimen de exhibición en su mayoría, y en ocasiones de coproducción.

R.- Ahí está. Venían aquí, actuaban por la taquilla que saliera. Yo he revisado las hojas de taquilla, y claro que ha habido un beneficio, pero solo lo han tenido aquellas con intérpretes famosos en sus elencos. Las demás pinchaban, iban a pérdidas en su mayoría.

P.- Podían exhibir su espectáculo.

R.- Solo se llevaban la taquilla, no iban con los riesgos cubiertos. Si eres una compañía local, que vives en Madrid, que no tienes que pagar dietas ni hotel,  pues puede compensarte el riesgo, quizá venga un programador a ver tu trabajo… Yo no me lo planteo así, creo que un espacio público no debe ofrecer eso a los artistas, creo que debe cubrir su riesgo y pagarles a caché.

P.- Ese sistema funcionaba así antes de la crisis, pero después el sistema quebró en toda España

R.- En toda España no, hay muchas compañías con elencos de intérpretes célebres que siguen yendo a caché en muchos teatros de España. Nuestro teatro es muy peculiar, y dentro del teatro público hay muchas formas administrativas. Cuando presenté mi proyecto me leí las bases, unas bases que se convocaron mucho tiempo atrás, y lo que me sorprende es que nadie reaccionase ante esa convocatoria, porque las bases estaban muy claras. Cuando hice el proyecto, investigué el conjunto de Matadero, tenía muy claro qué eran las naves 10, 11, 12, pero descubrí algo que, siendo yo una persona que venía aquí con frecuencia, ignoraba: descubrí que Matadero se llama “centro de creación contemporánea”. Ese es el nombre y me parece muy acorde con la convocatoria. Al mismo tiempo me pregunté por qué Madrid, como capital europea, no podía tener un espacio de creación como tienen París, Hamburgo, Bruselas, Lisboa… Sinceramente, me desbordó lo que sucedió y sigo aquí, aunque no hay nada que me ate a un lugar... pero ¡me habría ido al día siguiente tan contento…! Sin embargo, me quedé, estaba en estado de shock, no entendía nada, ni a los que estaban a favor, ni a los que estaban en contra.

Como un saco de boxeo

P.- Y hoy, ¿cómo se explica el recibimiento tan hostil que tuvo?

R.- La reflexión es que se me usó políticamente. Mucha gente de la profesión estuvo dando carnaza, y creo que usándome como si fuera un saco de boxeo. Pero también le diré que no he leído nada. No tengo redes, dejé de leer la prensa digital y ni siquiera he leído el editorial de El País, pero el eco era tan poderoso que aluciné. Y no leí nada porque sabía que me iba a hacer muchísimo daño. Creo que confluyeron una politización de todo el proceso cultural, y una cuestión vinculada al negocio personal de las productoras y las compañías, que me parece totalmente lícito. Pero no podemos perder las perspectiva de que estamos en un espacio público. Sinceramente, no creo que peligre su negocio. Tenían un espacio en el que ahora no podrán exhibir, pero es que en esta ciudad hay muchos espacios para hacerlo.

P.- Insisto, ¿por qué no abrir esas salas a un teatro más local, más popular?

R.- Desde que estoy aquí me han llegado 1.800 proyectos. Y eso es otra cosa que hay que valorar, si ha habido compañías que han estado cuatro veces, habrá que considerar también a las que no han estado nunca.

P.- Pero las va a seleccionar por la frecuencia, la calidad… ¿por qué?

R.- Evidentemente, por la línea de trabajo que llevo. ¿Por qué he recibido 1.800 propuestas? Porque en España casi todos los teatros son un cajón de sastre: un día magia, otro día musical…  Si vas  a París, eso no ocurre, sabes si tu proyecto es para Bastille, Odeon... Me gustaría poder construir una línea de trabajo, eso es lo que pretendo. Y me gustaría que, en relación con lo que hice en LABoral de Gijón, se establezca un diálogo con otros centros a través de los artistas. Me gustaría establecer relaciones con estructuras como Culturgest, Fundación Serralbes… ayudar a internacionalizar a nuestros artistas.

P.- Usted ha dicho que la cultura en este país está mediatizada por la política.

R.- Sí, piense en que los centros de producción no son autónomos, dependen de una empresa externa, que pertenece generalmente a un departamento administrativo-político, que es el que gestiona los espacios, y que en este caso es Madrid Destino. Soy partidario de que las estructuras de producción sean autónomas.

P.- ¿No se siente independiente en el Matadero?

R.- No, para nada. Sí en cuanto a la decisión artística, porque es mía, pero no tengo independencia en cuanto a las decisiones ejecutivas. Para mí no es fácil hacer coproducciones con otras estructuras en el extranjero, o firmar una coproducción, pues lo debe hacer Madrid Destino. No es nada fácil articular un diálogo libre y abierto con otras estructuras de Europa, y formar parte de proyectos interdisciplinares e internacionales. La normativa de Madrid Destino no está pensada para un organismo cultural.

P.- Esa normativa quizá este pensada para garantizar la transparencia del gasto que se exige a una institución pública.

R.- No, porque al final recurrimos a la externalización de los servicios, que es como se hace todo en este país. No creo que obedezca a un control del gasto, sino a que en este país no ha habido una reflexión seria sobre cómo articular un espacio de producción público,y también a que Madrid Destino está pensada para el turismo y la rentabilidad.  No tienes libertad para trabajar en el ámbito de director a director, de centro de producción a centro de producción, porque esto está pensado como un centro de exhibición. Todo el mundo es un proveedor, y un centro de creación no es un proveedor. Ahora acabamos de inaugurar Dactiloscopia rosa, una exposición para la que el arquitecto alemán Marco Canevacci ha ideado una de sus arquitecturas de látex. Pues bien, ha tenido que financiarla su estudio, porque Madrid Destino no puede.

P.- ¿Las coproducciones es la línea que va a seguir?

R.- Tengo muchísimas dificultades, porque no puedo firmar con ningún centro extranjero ni nacional. Y por eso para mí es tan laborioso, porque quiero contextualizar los trabajos, sobre todo, cuando se trata de artistas que hace mucho que no vienen a España o no lo han hecho nunca. Todo esto tiene mucho que ver con un país en el que las subvenciones solo se dan a empresas, no se dan a creadores,  tienes que ser autónomo, o tener una sociedad limitada o una asociación. No hay una línea de apoyo a la creación y al artista. No hay artistas residentes, ni compañías, ni autores residentes… Es muy importante establecer esta reflexión, porque mucho de lo que ha pasado en los inicios de mi llegada tiene que ver con esto.

P.- Antes ha hablado de internacionalizar a nuestros artistas. Explíquese, por favor

R.- Abrir el centro a esos artistas españoles que han desarrollado su trabajo fuera, y que España no ha institucionalizado. Yo siempre pongo el ejemplo de Portugal, que tiene mucho menos dinero para la cultura, pero sin embargo sí tiene esa capacidad para institucionalizar a sus artistas que triunfan fuera. Quizá no puedan hacer una producción, pero una vez que estos triunfan en Francia o Alemania, ahí está la Fundación Serralbes o Culturgest para comprar ese proyecto y apoyarlo.