La 24.ª edición del Festival de Málaga acogió los estrenos parciales de cuatro series españolas que se podrán ver en las próximas semanas (de hecho, dos ya están disponibles). Aquí os ofrecemos un breve repaso de cada una de ellas. Un aviso: el orden no es irrelevante (lean entre líneas)

Maricón perdido (Bob Pop, 2021)

Tráiler | Maricón perdido | TNT

He aquí al hijo de Mira lo que has hecho (Berto Romero, Enric Pardo & Rafel Barceló, 2018-2020) y Veneno (Javier Calvo & Javier Ambrossi, 2020). Apúntenle tan acertada definición a Concepción Cascajosa, profesora titular de la universidad Carlos III y experta en ficción televisiva (si su dedo o su Twitter señalan hacia algún sitio, tomaos la molestia de mirar). Y no entiendan esta descripción como una boutade porque, una vez vistos los tres primeros episodios de la serie ideada por Bob Pop, las referencias a las creaciones de Berto Romero (aquí productor) y de los Javis son más que pertinentes.

Sumen a la presencia del cómico catalán en los créditos la de Enric Pardo como coordinador de guion y obtendrán como resultado esta autoficción liberada de ataduras que entiende que la mejor manera de reflejar la personalidad de Roberto Enríquez -alguien que fabricó su propio personaje para enfrentarse a toda categorización – pasa, precisamente, por evitar soluciones académicas. Cierto es que esa ruptura de las convenciones no siempre encuentra una formulación adecuada en algunas imágenes a veces en exceso denotativas -ese virado para mostrar las consecuencias de una violación- pero exhibe una voluntariosa determinación por mimetizarse con la estética (y también con la ética) del protagonista. 

De Veneno asume su gusto pop (¿podía ser de otra manera?) y una construcción multitemporal cimentada en los viajes de ida y vuelta entre la infancia y la adolescencia que no siempre se completan con la fluidez observada en el tercero de los episodios, sin duda el mejor de cuantos se pudieron ver en la sección Málaga Premiere (también es una serie que se la juega, y mucho, con los continuos cambios de tono: recuerden esto cuando se encuentren con el chiste de la bolsa de basura). Bob Pop ajusta cuentas con todo el mundo, incluido él mismo. Nos presenta a una madre controladora y mentirosa, curtida como pocas en el arte del autoengaño e interpretada por una Candela Peña a la que no le basta con que su personaje sea cleptómana, también tiene que robarse todos los planos en los que aparece (ese grito de Robeeeerto rompe cualquier dique que uno quiera ponerle a la risa).

A su padre le niega el rostro, en una operación tan arriesgada -por evidente- como significativa de sus intenciones y de la que sale bien parado gracias a la imponente voz de Carlos Bardem. En ese sentido, poco se le puede reprochar a la dirección de actores, empezando por los buenos trabajos de los dos Bob Pop (Gabriel Sánchez/Carlos González), continuando con la contención de un Miguel Rellán que logra ser entrañable sin un gesto de más y terminando con una Alba Flores que sabe encontrarse en un registro muy distinto al que nos tiene acostumbrados (adjudíquenle los méritos que le corresponden a Alejandro Marín, realizador debutante salido de la cantera de la ESCAC).

Como en Veneno, a esta producción del canal TNT que se estrena el próximo día 18, le sobra música por todos lados, síntoma inequívoco de la necesidad de subrayar determinados pasajes que, sin embargo, no necesitan ningún apoyo sonoro ni para explicarse ni para emocionar. No es menos cierto que los capítulos funcionan mucho mejor como unidades autónomas que como encadenado dramático: por más que asistamos a un recorrido biográfico, la transversalidad de determinadas tramas resulta un tanto endeble. Con todo, el proyecto transmite la sensación de que Bob Pop se ha enfrentado a su vida sin cortapisas, con una frontalidad que dota a las situaciones y a las imágenes de un halo de sinceridad que trasciende cualquier tipo de artificio. Además, es divertida. 

Lucía en la telaraña (Tomás Ocaña Urwitz & Rafael González Pérez, 2021)

Quizá muchos de ustedes no se acuerden del asesinato de Lucía Garrido. Su cuerpo fue hallado en la piscina de la finca en la que vivía, en Alhaurín de la Torre. Fue golpeada con un ladrillo, apuñalada y ahogada. El principal sospechoso de su muerte fue su expareja, Manuel Alonso, quien, sin embargo, pudo justificar que se encontraba lejos del domicilio cuando sucedieron los hechos. El caso se archivó por falta de pruebas en 2008 y se reabrió en 2012, aunque no fue hasta dos años después cuando el homicidio se consideró como el eslabón de una cadena que conducía hasta un delito de un perfil distinto y mayor: la corrupción institucionalizada en parte de la cúpula del SEPRONA.

¿Cuál es la conexión entre Alonso y esta unidad de la Guardia Civil? El presunto autor intelectual del asesinato de Lucía Garrido era el titular del servicio de custodia de los animales exóticos -cuya tenencia es ilegal- incautados por las autoridades. En su finca de Los Naranjos dormían leones, ocelotes, tigres y serpientes. Las investigaciones de asuntos internos alumbraron la existencia de un entramado que derivaba en la práctica de actividades ilegales que iban del tráfico de especies protegidas al narcotráfico pasando por el delito urbanístico.

El tres veces ganador del Emmy, Tomás Ocaña, y Rafael González, se ponen al frente de este true crime que, por cuestiones temáticas, puede recordar a Tiger King (Rebecca Chaiklin & Eric Goode, 2020) pero que, en el primero de sus cinco episodios, ofrece mejores soluciones técnicas que la teleserie norteamericana y, sobre todo, adelanta su intención de profundizar en la cuestión de fondo que subyace al caso matriz: la corrupción sistémica. El vivaz montaje de los primeros minutos sirve como exordio de todo lo que veremos durante el resto de los capítulos, una introducción colocada para despertar el interés de la audiencia, pero también para resumir las intenciones de los autores. Entrevistas, archivo sonoro (los audios de Lucía) y televisivo, infografías explicativas y sutiles reconstrucciones (que no dramatizaciones) se suceden para tratar de arrojar algo de luz sobre un caso todavía hoy oscuro y lleno de bifurcaciones. 

Los valores añadidos de Lucía en la telaraña se encuentran en el trazado de paralelismos. Unas veces partiendo de situaciones personales que encuentran puntos de asociación, como el aislamiento al que sometió Alonso a Lucía Garrido después de su separación y el que vivió el exagente de la Guardia Civil, Ignacio Carrasco, cuando empezó a investigar las turbiedades que ensuciaban su unidad. Otras veces esas similitudes se forjan en la mesa de edición, como el montaje paralelo en el que observamos qué hicieron Manuel Alonso y Lucía Garrido el día del crimen: no hay dramatizaciones, la cámara se pasea por los espacios en los que todo ocurrió como si solo los fantasmas pudieran contarnos la verdad, y la voz autorizada de los investigadores sobrevuela las imágenes. 

Esta producción de El Cañonazo, The Facto y TVE para RTVE Play es, además, muy consciente del lugar desde el que se lanza: mostrar a Alfonso López, el jefe de Asuntos Internos que dirigió la operación y al que Tomás Ocaña señala como testimonio clave (“Es la primera entrevista que el Servicio de Asuntos Internos ofrece a un medio en toda su historia y es muy importante porque se trata de la propia Guardia Civil limpiando sus manzanas podridas), con el uniforme de la Guardia Civil es una señal inequívoca de que, a pesar de lo que el documental nos cuenta, todavía podemos seguir confiando en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Esto no es Line of Duty

Ana Tramel. El juego. (Roberto Santiago, 2021)

El piloto de la otra presentación de TVE en Málaga anuncia solidez industrial, suena como un motor recién ensamblado y brilla como un capó al que le acaban de dar la definitiva capa de pintura. Lo único que le falta a Ana Tramel son quilómetros. Pero en esa vuelta de reconocimiento que es su primer episodio el motor del guion ronronea como un gato a punto de dormirse, toma los giros de la trama con suavidad y los ingenieros han tenido el cuidado de dejar el volante en manos de Maribel Verdú, alguien que maneja los pedales que modulan la emoción con pasmosa sobriedad. Ahora solo nos queda saber si durante lo que resta de gran premio no se aflojarán las tuercas de la coherencia, al carburador se le estropeará la concordancia o terminará por romperse la junta de la trócola.

Estamos ante un thriller de investigación judicial en el que Ana Tramel (Maribel Verdú), una abogada penalista que lleva años sin pisar la corte se ve obligada a sentarse frente a un tribunal para defender a su hermano Alejandro (Unax Ugalde), acusado de haber asesinado al dueño de un conocido casino. Habrá que ver si en los cinco episodios que restan la dramaturgia dispuesta por Roberto Santiago y Ángela Armero sigue exhibiendo la consistencia de un piloto de factura convencional pero rodado con solvencia (tras las cámaras están Salvador García Ruiz y Gracia Querejeta), con un giro final que despierta las ganas de continuar y con un tema de fondo (el submundo del juego, las apuestas y la ludopatía) que no puede ser más actual. 

Paraíso (Fernando González Molina, 2021)

Paraíso: Tráiler Oficial | Movistar +

El mejor chiste que uno puede hacer sobre el último estreno de Movistar + viene incluido en su campaña de promoción: que Paraíso se presente como un ‘original’ es una broma inigualable. Y lo es porque, además, la teleficción escrita por la troupe que forman Ruth García, David Oliva, David Lorenzo, Álvaro Bermúdez de Castro, Carlos García Miranda, Mateo Palencia y Jesús Plaza se dedica a fusilar Stranger Things (Duffer Bros., 2016-?) que ya era una serie fabricada por un alicatador de películas que tuvo un videoclub en los 80 y se dedicaba a empalmar planos entresacados de las producciones Amblin (entre muchas otras).

Si una cadena norteamericana hubiera perpetrado una copia como la que acaba de presentar la plataforma española ya habría algún juzgado empapelado con denuncias (y con razón: ahí está el caso de El ministerio del tiempo y Timeless). Lo que no sabemos es si a Netflix le importa entre poco o nada tan descarado plagio y lo mismo le interesa más sacar nueva temporada de uno de sus buques insignia que meterse a pleitear.

En fin, allá cada cual, pero lo cierto es que la trama de corte fantástico protagonizada por un grupo de adolescentes, las referencias a películas de los 80 y 90 (Terminator y ¡Ghost! en sus dos primeros episodios), la música de Lucas Vidal,… Todo, absolutamente todo, remite a la serie de los hermanos Duffer. Bueno, todo no, al menos está ambientada en un pequeño pueblo de la costa valenciana y suenan Mecano y OBK (lo cual, perdónenme los fans, tampoco es un consuelo). Puestos a rescatar algo, quedémonos con el idilio que Macarena García mantiene con la cámara: sus apariciones son lo único verdaderamente sobrenatural dentro de un producto vulgar y descuidado (esa niña de quince años que baja un precipicio que pondría a temblar las canillas de Juanito Oiarzabal ¡ayudada únicamente de una cuerda y de su amiga!). De no creer.

@EnricAlbero