Maria Kourkouta: Idomeni, 14 de marzo de 2016. Frontera grecomacedonia, 2016

MNAC. Parque de Montjuïc, s/n. Barcelona. Comisario: Georges Didi-Huberman. Hasta el 21 de mayo

Rebelión, levantamiento, disturbio, conflicto... son algunos de los términos con los que podríamos definir la temática de la exposición Insurrecciones, una sugerente y original aproximación a la imagen o la representación de la protesta y la agitación políticas. Aunque aquí hay mucho más que un simple análisis sígnico o iconográfico. Esta exposición es, en sí misma, un acto de protesta y de rebelión.



La muestra se inicia con un vídeo de Maria Kourkouta (Grecia, 1982) que en bucle encadena fragmentos de películas clásicas, entre otras, de Jean Vigo, Eisenstein, Rosselini, etc., que apuntan a la idea de sublevación, de insumisión... Y se cierra con otra proyección de la misma artista que versa sobre los emigrantes sirios, pakistaníes y afganos y su éxodo hacia Europa: Idomeni, 14 de marzo de 2016. Frontera grecomacedonia. Esta pieza hace referencia a un episodio de 2016, cuando miles de refugiados quedaron bloqueados en Idomeni, entre Macedonia y Grecia, y plasma en un plano fijo el desfile silencioso de emigrantes que consiguieron cruzar la frontera por una ruta alternativa. El mensaje es claro: la exposición reivindica la necesidad de rebelarse.



Iniciativa de Marta Gili, que dirige el centro Jeu de Paume de París, la exposición tuvo una notable repercusión mediática en Francia. Ahora que inicia su itinerancia, se plantea como un proyecto que se actualiza y evoluciona según la sede que lo acoge. En el caso del MNAC, ha sido enriquecido por las colecciones propias del centro. La muestra se articula a partir de cinco núcleos: Por elementos (desencadenantes), por gestos (intensos), por palabras (exclamadas), por conflictos (enardecidos) y por deseos (indestructibles), a partir de los cuales se van declinando "motivos" de la rebelión y la indignación. En este sentido, para ser didácticos, un motivo, entre otros, de la insurrección será "el gesto", que se ilustra con la célebre Mano izquierda levantada de Julio González; otro será "la voz" o "el grito", que se ejemplifica con la Cabeza de Monserrat gritando del mismo escultor. En los textos de la exposición se dice: "¿Que nos levanta? Son una serie de fuerzas psíquicas, corporales, sociales. Con ellas transformamos la inmovilidad en movimiento, el abatimiento en energía, la sumisión en revuelta, la renuncia en alegría expansiva. Las insurrecciones se producen como gestos: los brazos se levantan, los corazones palpitan más fuertes, las bocas se liberan (...)". Manos levantadas, bocas abiertas son, entre otros, los "motivos" de la insurrección.



Dennis Adams: Patriota, de la serie Airbone, 2002

El comisario Georges Didi-Huberman no pretende una panorámica de carácter histórico, no persigue una contextualización de la protesta. Su planteamiento me hace pensar más bien en los métodos de análisis iconográficos clásicos, porque de lo que se trata es de analizar motivos. Más aún, se trata de leer entre líneas y de hacer aflorar el deseo o aquello que se oculta entre los múltiples pliegues del gesto o del grito de la rebelión, aquellas "fuerzas psíquicas, corporales, sociales" a las que antes se aludía. En este punto, una referencia muy importante es el historiador del arte Aby Warburg -al que Didi-Huberman ha estudiado con atención- y su método de exploración de imágenes, el Atlas Mnemosyne. Warburg, interesado por estos contenidos latentes, cruzaba imágenes de naturaleza muy diversa -obras de arte de diferentes épocas, fotografías de prensa y actualidad- que pegaba en unos plafones: el choque y el diálogo entre ellas hacía descubrir nexos e iluminaba nuevos sentidos. El Atlas de Warburg era un mecanismo para interpretar las imágenes a partir de los cortocircuitos, un artefacto diseñado para hacer saltar las correspondencias, las analogías.



De la misma manera, Didi-Huberman, mezclando materiales y lenguajes muy diversos, ha creado un atlas de la insurrección, un conjunto de casi 300 piezas de más de un centenar de autores entre pinturas, esculturas, dibujos, grabados, carteles, fotografías, videos y documentos. Goya, Daumier, Raymond Hains, Man Ray, Hans Richter, Antonin Artaud, Raoul Hausmann, Agustí Centelles, Manel Armengol, Henri Michaux o Joan Miró son, entre otros, algunos de los creadores que participan en la exposición.



Pero, ¿cuál es el sentido de este atlas, de este caleidoscopio de imágenes? La introducción de Didi-Huberman para el catálogo, aunque breve, es muy ilustrativa de la intencionalidad de la exposición. En ella habla de los tiempos oscuros, del cielo de plomo, de la falta de ilusión y de la "mortífera sumisión" de la época que nos ha tocado vivir. Y, sin embargo, existe una "luz" con la que guiarnos en este sinsentido y un resorte con el que "levantar nuestras cargas": el deseo, la "indestructibilidad del deseo". Poéticamente, él explica que si uno se pierde en el bosque en medio de la noche, un resplandor en la lejanía, aunque sea el de una luciérnaga, resultará "asombrosamente saludable". Es entonces "cuando los tiempos se sublevan". "La lucecita" orientará al prisionero -dice Didi-Huberman- a lo que el filósofo alemán Ernst Bloch llama "imágenes del deseo" o "imágenes anhelo", esto es, imágenes que pueden servir como "prototipos para pasar fronteras".