GR 94 KM 35, 2015

Galería Ponce + Robles. Alameda, 5. Madrid. Hasta el 17 de julio. De 605 a 3.250 euros.

El sistema de señalización de senderos es bastante reciente en España: se comenzó a establecer en la primera mitad de los años setenta, siguiendo el modelo francés. Hoy está armonizado a nivel internacional y se ha convertido en un instrumento indispensable de "lectura" del territorio. Irene Grau (Valencia, 1986), joven artista con poca trayectoria pero mucho interés, ha venido de una manera muy natural a convertir esta red de señales en un argumento plástico, tras dos series en las que colocaba bastidores o rectángulos pigmentados con colores planos en paisajes con dominantes monocromáticas complementarias, en "acciones pictóricas" efímeras que eran fotografiadas; en ellas ya cobraba peso la línea del recorrido efectuado para llegar al lugar.



Por otra parte, Grau había antes jugado con las medidas de longitud y capacidad en piezas con presencia objetual y/o instalativa. Los sistemas tienen en su trabajo una considerable importancia conceptual y procesual: así el métrico, desde luego, pero también el cromático RGB (red, green, blue), que se basa en la intensidad de los colores primarios de la luz.



Lo que importaba estaba en la línea, no en el extremo (título de esta serie extraído del libro de César Aira Un episodio en la vida del pintor viajero) es también sustancialmente sistemática. Grau ha elegido un sendero de cada una de las tres modalidades: GR (gran recorrido), en rojo y blanco, PR (pequeño recorrido), en amarillo y blanco, y SL (sendero local), en verde y blanco. De cada recorrido realizado ha elegido una fotografía de una de las marcas, realizada sobre piedra, madera (tronco) o metal, con alguna variación en metacrilato o sobre el muro. El punto kilométrico de la marca determina el número de rectángulos de 10 x 15 cm (medida oficial de las señales) en los respectivos materiales que ha pintado con el color correspondiente y ha enfilado sobre el suelo de la galería. El montaje se desarrollará en tres fases, cada una para un recorrido; la segunda y la tercera sumarán fotografías y piezas rectangulares, que se superpondrán, prolongarán o interseccionarán las ya instaladas, emulando los cruces y la superposición de los senderos en el terreno, además de otras que recrean más libremente el sistema.



Tanto el planteamiento como los elementos que reconstruyen el paisaje en el espacio de la galería están muy bien ponderados. La artista trabaja sobre las ideas de una pintura "primordial" y de un color expansivo que encuentran aquí una expresión coherente. Pero no se trata tan sólo de llegar a una formulación correcta y equilibrada; el rigor no excluye la intensidad de la vivencia, que se diría más sensorial (visual, táctil) que emocional. La relación entre el soporte-superficie y el espacio se sustenta sobre la experiencia del caminar y la condensación de ésta toma forma de un novedoso "mapa" artístico que requiere la intervención de la imaginación del espectador para acabar de dibujarse.



@ElenaVozmediano