Vista de las esculturas ínfimas de Sandback

Galería Cayón. Orfila, 1/ Blanca de Navarra, 7. Madrid. Hasta el 1 de noviembre. De 3.500 a 250.000 euros.

Nacido en 1943 y fallecido en 2003, el neoyorquino Fred Sandback fue una de las figuras más singulares y coherentes de la escena norteamericana, en la que irrumpió siendo bastante joven, a los veinticinco años, con una obra próxima a la de quiénes habían sido sus maestros (Donald Judd y Robert Morris) pero aún más reductora en sus medios. En un principio (amén de sus dibujos y obra estampada) para hacer sus esculturas se servía sólo de alambre y cuerda elástica, e inmediatamente después, y de modo exclusivo hasta su desaparición, de hilo acrílico de distintos colores. El joven Fred Sandback, todavía estudiante de arte en Yale, después de haber estudiado filosofía en dicha universidad y en una entrevista realizada con motivo de su primera muestra, en 1968, oponía al término Minimal Art el de Maximal Art: un arte ambicioso para el que sólo la luz y el espacio eran hechos determinantes.



Desde entonces, y hasta las depresiones que lo empujaron al suicidio, su producción tuvo pocas alteraciones, salvo las derivadas de los distintos lugares de ubicación. A principios de los 70 ya se decía que su obra no presentaba innovaciones de consideración, a lo que el artista alegaba un argumento que todavía hoy, creo, debería ser tenido en cuenta: "No hago algo nuevo, hago algo más".



Su primera individual en España se emplaza en los dos espacios de la galería Cayón, primando en el de Orfila la presencia del dibujo, y en el espléndido de Blanca de Navarra la escultura. Éstas, hechas como hemos dicho sólo con finas cuerdas coloreadas, se adaptan a las medidas de la sala emanando una intensa potencia visual, inexplicable sin la participación de la imaginación geométrica del espectador. Bien mediante secuencias de verticales de suelo a techo, bien mediante la sugerencia de cuerpos geométricos, bien por el juego de los colores que componen la obra, sus piezas semejan planos inexistentes y componen volúmenes sólidos donde sólo hay aire. Sin embargo, y como afirmaba el propio artista, no son piezas "ilusionistas" (por más que el artista formado como filósofo considerase que ilusión y realidad son equiparables) ni tampoco "ambientales", en el sentido de que no modifican el espacio que habitan, sólo la percepción del visitante. El empeño central de Sandback era el de conseguir una escultura "que no tuviese nada dentro", no que fuese vaciada, sino que desde su mismo origen surgiese de la sugerencia de un lugar.



Vista de otra de las instalaciones

Tanto en las esculturas como en los dibujos, de exquisita simplicidad y sutileza, lo que más parece interesar al artista es la vinculación entre forma arquitectónica, es decir, la configuración espacial del lugar, y el poder de la línea. En ese sentido, juega con la idea de que la líneas provocan una especie de muro doméstico al que el color da, y a la vez nubla, consistencia. Un efecto paralelo al que genera, en la otra sala, Untitled (Four-part Construction), de 1981, mediante cortes en el trazado de las líneas y cambios de colores. Lo trazado linealmente adquiere así volumen y corporeidad virtuales. Hay otras piezas que emplazan únicamente secuencias medidas de líneas horizontales o verticales, y las hay, también, como el conjunto Untitled (Study for Magasin 3, Estocolmo), 1991, preparatorias de instalaciones específicas.



Sus trabajos evocan el de otros artistas, como la instalación de Mitsuo Miura para el Palacio de Cristal, realizada con cintas de colores o cables de plástico, o el trabajo de Giorgio Griffa. Sandback llevó sus interacciones con artistas precedentes hasta extremos tan resueltos y delicados como los que ofrece Untitled (Sculptural study, two-part cornered), 1982/2007, una obra que sólo puede contemplarse accediendo al despacho del director, en la que el diálogo con las propuestas primerizas de esculturas de esquina que realizara Georges Braque, o las más complejas de Tatlin y Moholy-Nagy resulta absolutamente evidente. Ocurre que Sandback se sirve únicamente de dos hilos situados uno arriba del otro, cual caras opuestas de una misma forma semi-rectangular, y del efecto lumínico que hace que una y otra proyecten sendos triángulos sobre la pared, que tienen por base el lado más largo del rectángulo y por vértice un punto justo en la línea de la esquina.