Cronología del ruido, 2012

Galería Pilar Serra. Almagro, 44. Madrid. Hasta el 17 de marzo.

Las imágenes rescatadas, intervenidas y superpuestas de escenarios muy reconocibles suspendidos en el tiempo han convertido a Pablo Genovés en uno de nuestros fotógrafos más reconocidos. La galería Pilar Serra muestra su nuevo trabajo, Cronología del ruido. En realidad, el silencio después de la catástrofe.

En 1796, Hubert Robert pintó en ruinas la Gran Galería del Museo del Louvre. Era entonces conservador de las pinturas del museo -vivía allí- y formaba parte de la comisión que debía diseñar la reforma de la galería que, tres años atrás, se había abierto al público por vez primera. Entre 1795 y 1805 pintó unas treinta vistas del museo pero la más sorprendente es ésta a la que me refiero, pendant de otra con composición idéntica que mostraba el futuro inmediato de la galería remodelada: ya no hay cuadros, pero emergen de la tierra el Apolo Belvedere y el Esclavo moribundo de Miguel Ángel. Pablo Genovés (Madrid, 1959) comparte con el apodado Robert des ruines la fabricación de "ruinas futuras" y, curiosamente, su actual exposición se abre con una visión de una sala del museo francés, cuyo suelo se hunde en un gigantesco socavón de resonancias bélicas.



Esta serie de fotografías construidas se sitúa, como el género de la pintura de ruinas, en la intersección de la representación de arquitecturas y el paisaje. El clásico motivo de la meditación ante la grandeza de las ruinas clásicas transmitía también el escalofrío, de miedo o de placer, provocado por la fuerza de regeneración natural que destruye lentamente el artificio humano. En las fotografías de Genovés hay algunas máquinas -también quiméricas- que han irrumpido en los suntuosos interiores, pero es igual de frecuente la "invasión" de los mismos por parte de la naturaleza, en forma de avalanchas de tierra o rocas, de fuegos o de inundaciones... En otras ocasiones encajan en esos interiores muros o escaleras, creando espacios paradójicos que recuerdan a veces a Piranesi.



El artista ha creado pacientemente un banco digital de imágenes extraídas de viejas postales y fotografías de palacios, museos, teatros o iglesias, que combina con fotografías realizadas por él mismo, actuales. La observación de las primeras permite identificar en ellas algunos rasgos en común. Todas muestran, de una u otra manera, lugares "de representación": bien como expresión de un poder político, económico o espiritual, bien como dispositivos teatrales (en realidad, ambas características suelen combinarse). Y, a la vez, son lugares en los que Pablo Genovés subraya la presencia de la representación artística, en forma de cuadros, bóvedas decoradas al fresco, volutas, marcos y lámparas de marcado carácter escultórico... con formas, precisamente, vegetales que son subrayadas por la presencia de los elementos naturales invasores.



Genovés percibe un latido vital en esas antiguas fotografías, una energía que atrae a otras imágenes, encuentra en las superposiciones en principio aleatorias un nuevo sentido y da a luz una nueva vida que él reconduce. Trata digitalmente los fragmentos de dife- rente procedencia para igualar el sombreado, la tonalidad, las texturas... Esa operación le permite integrarlos mejor pero también resalta cómo arquitectura, tierra, agua o pinturas pierdan materialidad y profundidad para aplanarse y fundirse en lo que es su verdadera esencia: una superficie fotográfica.



La exposición se ha titulado Cronología del ruido pero, como el artista ha comentado, lo que ha quedado en las imágenes es el silencio después de la devastación. Como en el concepto de "ruinas futuras" -tal vez hoy se preferiría la palabra "retrofuturismo"- hay en estas obras una concatenación desordenada de momentos anteriores y posteriores. Una cronología en la que se intercalan los tiempos del edificio representado, los tiempos de las viejas fotografías, el pasado reciente en el que se hicieron las fotografías actuales, el tiempo presente del espectador y un posible futuro postcatastrófico. Con esta continuación de su anterior serie, Precipitados, Pablo Genovés avanza en la maestría de unos procedimientos que pone al servicio de una notable imaginación transformadora.