Image: São Paulo la ciudad del arte

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Exposiciones

São Paulo la ciudad del arte

10 abril, 2002 02:00

Ana Miguel y Karla Osório: La construcción de un desierto. 2002. Instalación con vídeo, arena rosa, agujas, juguetes y tejidos

Brasil se viste de arte. La 25 edición de la Bienal de São Paulo llega, con un año de retraso, renovada y rejuvenecida. 190 artistas de 70 países se han reunido para crear un debate plástico en torno a las iconografías urbanas: las metrópolis del mañana y su relación con el arte. Y esto ocurre en una compleja y abigarrada ciudad con 18 millones de habitantes. El comisario, Alfons Hug, ha organizado la Bienal (abierta hasta el 2 de junio) contando con once ciudades reales y una imaginaria y ha dividido a los artistas en tres secciones: Ciudades, Países y Brasil. El nivel de la selección sobrepasa con creces a otros eventos de estas características, primándose el arte actual frente a los históricos. La representación española ha corrido a cargo de uno de nuestros artistas con más proyección internacional, Rogelio López Cuenca. El Cultural ha paseado por las calles de esta Bienal, una pequeña ciudad del y para el arte.

A pesar de que su creciente proliferación produce un cierto cansancio, las bienales y exposiciones globales de arte siguen siendo los instrumentos más útiles para detectar el flujo de tendencias, objetivos y necesidades del arte último. La Bienal de Arte de São Paulo, cuya primera edición, inspirada en la Bienal de Venecia, se remonta a 1951, ha consolidado un prestigio y una relevancia indudables, que hacen de ella la más importante entre las que tienen lugar fuera de Europa y de Estados Unidos. Dos de nuestros más grandes artistas contemporáneos: Jorge Oteiza y Darío Villalba, fueron distinguidos en 1957 y 1973 en la Bienal con los grandes premios de Escultura y de Pintura, respectivamente.

La edición actual, la 25, se celebra con un año de retraso, después de una crisis interna bastante aguda, de la que, no obstante, esta ya veterana institución parece haber salido reforzada y rejuvenecida. Porque esta Bienal tiene un tono medio no sólo satisfactorio, sino excelente, algo particularmente notable en estos momentos en que la confusión y el arribismo resultan dominantes en tantos ámbitos artísticos. El primer aspecto a destacar es, precisamente, la legibilidad de una muestra tan amplia y diversa, el orden con que se presentan las obras de 190 artistas de 70 países diferentes, lo que permite una mejor recepción por parte del público, un aspecto éste que habitualmente se descuida o se sitúa en un segundo plano.

A ello contribuye, ciertamente, el imponente ámbito de celebración de la Bienal, el bellísimo edificio en forma de ola proyectado por el gran Oscar Niemeyer a mediados de los años cincuenta, con un tamaño equivalente a seis campos de fútbol. Ese magnífico recinto permite estructurar la exposición en un área delimitada, aunque abierta en sus amplísimos espacios interiores y en constante comunicación con la naturaleza, con el Parque de Ibirapuera, gracias a los muros laterales de cristal.

Pero no cabe duda de que el mérito principal hay que atribuírselo al comisario o curador general del certamen, Alfons Hug, que lo ha organizado en torno a un tema preciso: Iconografías urbanas, y con tres secciones claramente definidas: Ciudades, Países y Brasil, a las que se unen otras dos de Salas de Proyectos Especiales y de Arte para la red. La consideración de la ciudad como el ámbito privilegiado del arte y la cultura de nuestro tiempo y, a la vez como motivo principal de las obras seleccionadas, impregna y da unidad a toda la exposición en su conjunto.

Puede, quizás, argumentarse que la elección del tema no es del todo original. Sin ir más lejos, entre el 1 de febrero y el 29 de abril de 2001 la Tate Gallery de Londres presentó una gran exposición: La ciudad del siglo: Arte y cultura en la metrópolis moderna, cuyos planteamientos y objetivos coinciden bastante con los de la Bienal de São Paulo. Las ciudades sobre las que la exposición londinense centraba su atención eran nueve: Bombay, Lagos, Londres, Moscú, Nueva York, París, Río de Janeiro, Tokio y Viena. En São Paulo se han elegido once ciudades "reales": São Paulo, Caracas, Nueva York, Johanesburgo, Estambul, Pekín, Tokio, Sidney, Londres, Berlín y Moscú, además de otra "imaginaria", la llamada "duodécima ciudad", concebida para expresar a través de las obras artísticas el espíritu de la utopía, que en mi opinión es lo más flojo de la Bienal.

Pero lo auténticamente relevante es el acierto general de Alfons Hug y sus colaboradores en la selección de las obras. Otra decisión importante ha sido la eliminación de lo que en las anteriores ediciones se llamaba "núcleo histórico", convirtiendo así la muestra en una exposición centrada sólo en el arte actual. Y hay que mencionar también el diálogo establecido con las representaciones de los distintos países, que han debido ajustarse a los planteamientos conceptuales generales, a la vez que veían homogeneizada su representación a un único artista por país.

De nacionalidad alemana, y funcionario desde hace más de veinte años del Instituto Goethe, Hug había organizado anteriormente otras muestras artísticas importantes. Aun así, situado al margen de los circuitos burocráticos del mundillo internacional del arte: él mismo se me definió personalmente como "un solitario", Hug ha sabido introducir un soplo de aire fresco y de consistencia conceptual en la Bienal. Sus referentes principales son literarios, pero no en un sentido ilustrativo.

Buscando a la vez expresar la gran complejidad de los universos urbanos de nuestro tiempo, su horizonte ideal remite a escritores como Jorge Luis Borges, Italo Calvino, Franz Kafka, Joseph Conrad, o nuestro Cervantes. Me decía, por ejemplo, que la mejor forma de entender el itinerario propuesto en la Bienal sería impregnarse del espíritu de Don Quijote. Porque ésta es la clave última de "lectura" de la abigarrada propuesta de la Bienal de São Paulo: en la selva de nuestras ciudades sigue alentando el sueño inquieto de la libertad, el espíritu de la utopía, cuya mejor manifestación se encuentra en las artes.

La regeneración de la ciudad
Entre las diversas actividades artísticas que se desarrollan en São Paulo en paralelo con la Bienal destaca por su relevancia Arte/Cidade (Arte/Ciudad), que viene celebrándose desde 1994 y alcanza ahora su cuarta convocatoria. La abigarrada realidad urbana de São Paulo, con sus 18 millones de habitantes, sirve como telón de fondo para articular distintas intervenciones artísticas y arquitectónicas que buscan la regeneración de la ciudad. Dirigida por el filósofo Nelson Brissac, esta edición, además de una serie de obras de temática urbana de artistas como Ana María Tavares, Carlos Fajardo, Carmela Gross, Cássio Vasconcelos, Hannes Forster, Hermann Pitz o Nelson Félix, presenta un conjunto de intervenciones en la ciudad de gran calidad e interés. Son las propuestas de Vito Acconci, Rem Koolhas, Krzysztof Wodicko, el Atelier Van Lieshout, el Grupo Casa Blindada, Maurício Dias/Walter Riedweg y nuestro Antoni Muntadas. Más información en www.artecidade.org.br.