Image: La diversidad del Premio L’Oreal

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Exposiciones

La diversidad del Premio L’Oreal

5 septiembre, 2001 02:00

Iván Pérez: Tapiografía de Jorgito. Collage­pintura sintética sobre papel, 150 x 200

Centro Cultural Conde Duque. Conde Duque, 9-11. Madrid. Hasta el 30 de septiembre

Partiendo de una irreal separación por salas de abstracto y figurativo que divide las obras en dos apartados casi simétricos, el conjunto provoca varias dudas de fondo

A menudo, al recorrer una exposición con motivo de un certamen de pintura como ésta, o cualquiera que exhiba un conjunto de trabajos de una gran cantidad de artistas no consagrados, da la impresión de que el criterio de selección tiene demasiado que ver con el del escaparatista de un establecimiento de productos lujosos. Parecen elegirse las unidades más vistosas dándose lugar a un conjunto variopinto de opciones técnicas, materiales y temas. Algo así sugiere esta muestra de finalistas del XVII Premio de Pintura L’Oréal.

En esta edición han participado seiscientas obras (de otros tantos artistas). De entre ellas, el jurado formado por nombres importantes del arte español contemporáneo como María de Corral, Francisco Calvo Serraller, Miguel Fernández-Cid, Luis Gordillo y Simón Marchán ha seleccionado cincuenta cuyo vínculo más significativo es, paradójicamente, la diversidad. Ello llega a su extremo en el capítulo de las técnicas empleadas, entre las cuales están la fotografía y la imagen digital impresa, procedimientos que difícilmente pueden situarse dentro de los límites de la pintura. Tanto ha querido estirarse la cuerda que al final ha podido quedar deshilachada.
Partiendo de una, en principio irreal, separación por salas de abstracto y figurativo que, extrañamente, divide las obras en dos apartados casi simétricos, el conjunto de la muestra provoca varias dudas de fondo. Por una parte, la búsqueda de la originalidad parece ser, en varios casos, el motor de una creación que luciría más de lograr borrar lo novedoso de su perspectiva. Si bien todas las piezas consiguen ser diferentes de las demás, no por ello resultan siempre originales. Por otra, algunos de los trabajos recuerdan al universo del diseño, donde lo que importa es el resultado, apareciendo magnificados el objeto y su valor como mercancía intercambiable.
A causar tales recelos contribuye seguramente la tendencia casi generalizada a la esterilización y perfección del acabado, aprendido en unas escuelas de Bellas Artes que parecen centrarse en enseñar cómo resolver en la práctica lo proyectado por el artista, restándole importancia a la creación. A pesar de todo, el estado de salud de la selección resulta considerablemente respetable, la paleta de posibilidades amplia y la elección de un posible ganador oportuna en una veintena de casos. De entre ellos, Judas Arrieta, Enrique Gallego, Javier Garcerá, Ana Mª de Matos, Iván Pérez y María Zárraga, pueden ser serios candidatos.