Cindy Sherman: Untitled Film Still #6, 1977

MoMa, Nueva York. Hasta el 11 de junio.

El MoMA de Nueva York continúa encadenando grandes nombres en su programa expositivo tras un otoño impecable con retrospectivas dedicadas a Willem de Kooning y a la artista serbia Sanja Ivekovic. Este fin de semana, como aperitivo de un mes de enorme actividad en la ciudad de Nueva York (pronto inaugura la Bienal del Whitney y el Armory Show y acaba de arrancar la Trienal del New Museum), el todopoderoso MoMA inaugura una gran antológica dedicada a Cindy Sherman, una de las artistas más importantes de las últimas décadas.



Sherman nació en Nueva Jersey en 1954. Sus primeras tentativas en el ámbito de la creación se dieron en el campo de la pintura, como era habitual, pero el tipo de representación que le ofrecía el medio pronto le resultó frustrante. La fotografía le sedujo de forma instantánea. Cuando tenía 23 años comenzó a producir un conjunto de imágenes, Untitled Film Stills, que la situarían como punta de lanza de una generación de artistas que ha resultado fundamental para el devenir del arte de nuestros días. La idea de producción en la obra de Sherman ha de ser minuciosamente desgranada. Al encontrarse con una cámara en sus manos, Sherman vislumbró el enorme abanico de posibilidades narrativas que se le abrían, y, en una de las decisiones artísticas emblemáticas del momento, optó por ir más allá de estar simplemente "detrás de la cámara" para convertirse en modelo, directora, estilista, maquilladora, escenógrafa... Todo a un mismo tiempo.



Untitled Film Stills, que le llevó tres años de trabajo y que hoy forma parte de la colección del MoMA, es probablemente el mejor trabajo de Cindy Sherman, o al menos el más incisivo si tenemos en cuenta el importantísimo papel jugado por la artista en el ámbito de la construcción de la identidad femenina y el rol de la mujer en el arte del momento, en cuya consolidación jugó un papel decisivo. Se disfrazó y se autorretrató de todas las formas imaginables, se sumergió en los clichés femeninos que extrajo del mundo del cine de diferentes épocas y contextos, el Hollywood de los cincuenta y sesenta, la nouvelle vague, el cine negro, el neorrealismo italiano, las series B... Todo nos suena y nos parece real, pero estas imágenes de Cindy Sherman son pura ficción. Hay amas de casa y mujeres fatal, bibliotecarias y ejecutivas, una mujer haciendo auto-stop y un buzo... Es un conjunto de 70 fotografías en blanco y negro que constituyen un catálogo extraordinario de estereotipos femeninos en el marco de una cultura popular que inunda todos los ámbitos de la creación de Sherman.



Ya entrados en los ochenta, completamente integrada en el debate en torno a la representación, la artista realiza su serie Centerfolds, en la que explora exhaustivamente las tensiones emocionales en el ámbito de lo femenino. Son imágenes cuya fuente reside en las revistas de moda y en las que la artista aparece cubriendo la práctica totalidad de la imagen bajo diferentes estados de ánimo, desde la melancolía hasta el miedo, cuestionando el modo en que los hombres miran a las mujeres. En esta misma línea se encuentran las fotografías teatralizadas en las que Sherman incide en la relación entre artista y modelo a lo largo de los diferentes periodos artísticos, desde el Renacimiento en adelante, investigando los roles de unos y otros.



La exposición no sigue la secuencia cronológica típica de las retrospectivas. Hay saltos temporales, salas centradas en momentos concretos que ayudan a crear interesantes relaciones. La poliédrica investigación de Sherman sobre la identidad puede observarse desde diferentes perspectivas. Están las exploraciones en torno al envejecimiento, que entran en íntima relación con las fotografías en las que el cuerpo y la carne parecen descomponerse y con aquellas otras en las que introduce prótesis y otros elementos que resultan en imágenes macabras. También están las conocidas series de payasos (Clowns), que realizó a partir de 2003, reminiscentes de sus imágenes barrocas de mediados de los ochenta...



La extraordinaria importancia de Cindy Sherman en el marco del arte de finales de los años setenta y los ochenta no debe quedar eclipsada por la deriva más azarosa que ha tomado su obra en los últimos años, con apariciones algo desafortunadas como la de la última bienal de Venecia, aquel mural en una gran sala del Pabellón Italia que no era, decididamente, su mejor trabajo. En el sexto piso del edificio de la calle 52, Sherman ha realizado un trabajo mural de parecida naturaleza en el que trasciende el ámbito de la identidad proyectándola sobre el espacio utilizando las nuevas tecnologías de la imagen. Aquí las prótesis y el maquillaje han sido sustituidos por transformaciones digitales en un inmenso trabajo en papel adherido a diferentes muros. Es una escenografía extravagante, compleja y excesiva. No es esta la mejor Sherman. Remite directamente al citado trabajo de Venecia, y se encuentra muy lejos de aquellas imágenes primeras de finales de los setenta, las Untitled Film Stills, su mejor trabajo. Profundamente inmerso en la ficción, la obra de Sherman se ha ido barroquizando más y más hasta llegar a estos grandes papeles pintados. A la luz de la trayectoria de la artista tal vez la proyección de la identidad sobre el espacio y la utilización del Photoshop eran soluciones lógicas e inevitables.



Esta exposición de Cindy Sherman se embarcará en una importante itinerancia que la llevará a algunos de los museos estadounidenses más importantes como el SF MoMA, el Walker Art Center o el Dallas Museum of Art. La publicación estará disponible en varios idiomas. La edición en español ha sido realizada por La Fábrica.