La mañana de este domingo ha marcado un antes y un después en la Historia del Arte. A las 9.30 horas de la mañana, un grupo de encapuchados llegó por el flanco sur del museo del Louvre de París, el que da al río Sena, en dos motos y en un camión con una plataforma elevadora como las que se utilizan en las mudanzas. En tan solo siete minutos, a plena luz del día, han perpetrado el robo del siglo en Francia.
Para acceder a la galería Apolo del museo, dos de los ladrones utilizaron la mencionada plataforma elevadora, de color gris y marca Mitsubishi, para llegar al primer piso a través de la fachada. Posteriormente, hicieron una brecha en el cristal de una ventana con una radial, que también utilizaron para fracturar dos vitrinas, una conocida como la de los diamantes y otra con joyas del Segundo Imperio.
La grúa, que quedó allí abandonada durante horas, fue un elemento clave en la operación, pues, a pesar de que pueda parecer imposible, pasaba completamente desapercibida en el entorno. ¿El motivo? Las obras que se están llevando a cabo en ese lado de la fachada.
El caos generado por esta situación excepcional se convirtió en el mayor aliado de los ladrones, que pudieron trasladar una máquina enorme sin levantar sospechas.
En tan solo cuatro minutos, consiguieron llevarse nueve piezas de la Galería Apolo con "un valor incalculable", como ha asegurado la ministra de Cultura francesa, Rachida Dati.
Entre ellas, según han podido adelantar medios locales, se encuentran una diadema de la reina María Amelia y de la reina Hortensia; un collar del conjunto de zafiro de las mismas reinas -compuesto por 8 zafiros y 631 diamantes-; un pendiente de ese mismo conjunto; un collar de esmeraldas de la reina María Luisa; un par de pendientes de esmeralda de María Luisa; un broche; una diadema de la emperatriz Eugenia -con derca de 2.000 diamantes-; y un broche de la misma emperatriz.
La galería había sido renovada en el año 2020, como parte de una renovación completa que se llevó a cabo en todo el edificio. Ahí se encuentran expuestas las joyas que forman parte de la colección de Napoleón III y la emperatriz Eugenia.
Los ladrones, que actuaron con 'profesionalidad' y gran aplomo, huyeron posteriormente en motos de gran cilindrada.
Chaleco amarillo
Un chaleco amarillo ha vuelto a ser protagonista en la jornada en Francia, pero esta vez no por una manifestación o una protesta, sino porque los ladrones perdieron uno durante su huida del lugar del robo.
Esto demuestra que al menos uno de los ladrones se hizo pasar por un trabajador del museo para pasar desapercibido. Según adelanta Le Parisien, los dos hombres dentro de la cabina de la grúa eran los supuestos técnicos de obra.
Piezas encontradas
En la huida, los ladrones dejaron caer algunas otras cosas: gasolina, un soplete, un walkie-talkie, una manta e incluso un guante, pero una de ellas fue mucho más sorprendente.
El equipo forense rastrea las huellas de los ladrones en la ventana por la que se colaron los ladrones.
La corona de la emperatriz Eugenia fue encontrada por la Policía en las inmediaciones del Louvre con unos cuantos desperfectos generados por el golpe de la caída. Es una corona que lleva 1.354 diamantes y 56 esmeraldas creada para la emperatriz con ocasión de la Exposición Universal de 1855.
Un guía turístico enseñó a Le Parisien el punto exacto donde se encontraba esta pieza, ahora custodiada por los investigadores. Reposaba en una vitrina muy cercana a la ventana, que también albergaba una tiara, perlas, broches de diamantes y un colgante.
Lo más sorprendente de todo es que el Diamante Regente, el de mayor valor de todos los que se encuentran en el museo, seguía en su sitio a la llegada de las autoridades. Esta joya es una de las más difíciles de vender por sus características únicas.
En cambio, el resto de piezas son fácilmente desmontables, es decir, las joyas que las visten se pueden extraer para ser vendidas por separado de forma individual.
Protocolo del museo
Además, según cuenta este mismo guía turístico a Le Parisien, cuando él llegó al museo con un grupo de personas, "al entrar, la puerta se cerró". En ese momento, tuvo que volver a su oficina donde se enteró de todo lo que había sucedido.
Las alarmas, situadas en la ventana exterior de la Galería Apolo, así como en las dos vitrinas de alta seguridad, "se activaron" en el momento del allanamiento, según explica el comunicado de prensa del Ministerio de Cultura.
Los exteriores del Louvre, poco después de que se perpetrase el robo.
"Los cinco agentes del museo, presentes en la sala y en los espacios adyacentes, intervinieron inmediatamente", pero únicamente para avisar a la policía y ayudar a la evacuación de los visitantes que allí se encontraban.
Caos en París
En el momento que se conocieron los hechos, el caos reinó en todas las salas del museo. Miles de turistas tuvieron que ser desalojados en medio de sus visitas para garantizar el buen desempeño de las labores de investigación y seguridad.
Durante el domingo, todo el museo estuvo perimetrado y el acceso quedó completamente restringido. Hoy, un día después del robo, el Louvre se mantiene cerrado, según acaba de informar un portavoz del museo.
La fiscal de París, Laure Beccuau, aseguró en la televisión francesa que se desplazaron 60 investigadores de los cuerpos de seguridad para perimetrar la zona y encontrar a los responsables.
El tráfico estuvo cortado durante toda la mañana en el muelle François-Mitterand en la zona pegada al Sena y la más cercana al museo. Se mantuvo así hasta que a las 16.00 horas los agentes permitieron que se retomase la circulación.
