Con un cigarro en la boca y la Leica al cuello, así se paseaba siempre Robert Capa (Hungría, 1913-Vietnam, 1954), ya estuviese a punto de lanzarse en paracaídas sobre Alemania con las fuerzas americanas o bailando en un desfile de Dior.
La vida del fotoperiodista más célebre de la historia es pura literatura, como su autobiografía Ligeramente desenfocado (1947), mezcla de realidad y ficción. Nació como Endre Ernő Friedmann y murió como Capa, pseudónimo que creó junto a su compañera Gerda Taro, para vender sus fotografías como si fuese un fotógrafo estadounidense. Hablaba seis idiomas pero soñaba en imágenes.
Conocido por su infatigable labor retratando el horror de la guerra, la retrospectiva Robert Capa. ICONS, que acaba de inaugurar el Círculo de Bellas Artes de Madrid, descubre también su faceta más desconocida, la del vividor que se convirtió habitual de Hollywood y de los desfiles de moda parisinos, convertido en un cronista del lifestyle de la época.
Más de 250 piezas, procedentes de la Golda Darty Collection y de los archivos de Magnum Photos, que invitan a comprender a la persona detrás del mito y desentrañar cómo viajaban sus fotografías desde el frente hasta los periódicos, recorriendo miles de kilómetros, en un momento clave para el nacimiento del fotoperiodismo moderno.
Capa, uno de los fundadores junto a Cartier- Bresson de la agencia Magnum Photos, sobrevivió a la guerra civil española, a la guerra chino-japonesa, la Segunda Guerra Mundial, la primera guerra árabe-israelí y la guerra de Indochina, donde murió en 1954, al pisar una mina antipersona con solo 40 años.
La muestra, que se podrá ver hasta el 25 de enero, es un reflejo de la crueldad de esos conflictos en los que Capa se jugó la vida y de la importancia del periodismo, aseguró el director del CBA, Valerio Rocco, durante la presentación de la muestra.
"Es muy importante hoy en día recordar la brutalidad de la guerra en un momento en el que asistimos a casi 60 conflictos armados en todo el mundo. En especial, sentimos muy cerca el drama de la guerra de Ucrania o de la inaceptable masacre en Gaza", explicó Rocco, calificando de "lamentable" que el gobierno israelí no permita la entrada de periodistas internacionales a Gaza.
La fotografía que tomó Robert Capa en Vallecas (Madrid) en el invierno de 1936.
Fotografías originales, muchas con anotaciones manuscritas de Capa en el anverso, como la de tres niñas jugando frente a una casa acribillada en Vallecas, el caos en la playa de Omaha durante el Desembarco de Normandía o los retratos de soldados americanos caídos en Leipzig, ocupan un lugar central en la muestra. El rojo intenso de la sala y el blanco y negro de sus imágenes realzan tanto la crudeza como la belleza de la tragedia.
El comisario Michel Lefebvre destacó el misterio que rodea la célebre Muerte de un miliciano, imagen tan icónica como controvertida, a la que él considera "la Gioconda del periodismo". "No sabemos el día, ni el nombre del miliciano, ni si cae o muere”.
Y tampoco se conserva el negativo de la imagen, tomada en septiembre de 1936 y publicada por primera vez en la revista francesa Vu y, posteriormente, en Life, convirtiéndose en internacionalmente famosa.
La fotografía 'Muerte de un miliciano' en la exposición del Círculo de Bellas Artes. Foto: Carlos Luján/ Europa Press.
Hay quienes han conjeturado que la fotografía fuese hecha por Taro —aunque Lefebvre cree que fue Capa—y también que la imagen fuese capturada de forma natural.
Con el paso del tiempo, historiadores como Fernando Penco Valenzuela han llegado a la conclusión de que la imagen fue escenificada por los soldados sobre un cerro de la localidad de Espejo, en Córdoba, donde no hubo enfrentamientos. Algo que, de ser realmente verdad, apuntó Lefebvre, "restaría valor a la imagen".
Una vez terminada la Guerra Civil y gracias a su amistad con Ingrid Bergman, Capa deja las trincheras para acompañar a Hitchcock y John Huston en sus rodajes en Los Ángeles. Obteniendo finalmente la nacionalidad estadounidense, el fotógrafo se adentró en un mundo muy distinto al que acostumbraba: la moda, el lujo y el color.
Algunas de sus primeras fotografías a color las hizo como cronista —también llegó a firmar algunos textos—de la revista estadounidense Holiday, con la que viajó a los hedonistas veranos de Biarritz y Deauville y a los sofisticados inviernos de los Alpes austriacos. "El más sentido anhelo del corresponsal de guerra es quedarse en paro", escribió y predicó.
En 1948, de vuelta a París, donde establecen la sede de Magnum, se refugia en su círculo de amigos exapátridos (Hemingway, Steinbeck o Irwin Shaw) mientras que sigue vendiendo reportajes fotográficos a revistas norteamericanas.
Sin embargo, el verano de 1954, tras cubrir en Israel la situación de los nuevos asentamientos y tras aceptar un último encargo de la revista Life en plena guerra de Indochina, Capa volvió a acercarse al frente con su vieja inquietud por estar "lo suficientemente cerca".
El 25 de mayo, mientras acompañaba a una unidad francesa cerca de Thai Binh, en Vietnam, decidió adelantarse a pie para fotografiar el avance. Pocos minutos después, pisó una mina y murió camino al hospital, aferrado todavía a su cámara. Así terminó la vida del fotógrafo que no pudo evitar contar el siglo XX desde el mismo borde del abismo.
