Jacobo Castellano

Jacobo Castellano Daniel Hidalgo

Arte

Jacobo Castellano: “Soy devoto de lo escultórico”

La madera, el juego y la arqueología han marcado con fuerza la escultura de Jacobo Castellano (Jaén, 1976), que exhibe su obra en ARCO y en la exposición 'Las calles y los cuerpos', en el Museo Patio Herreriano de Valladolid

27 febrero, 2022 03:02

¿Qué libro tiene entre manos?

Entre el mueble y el inmueble (entre una roca y un lugar sólido), un brillante conjunto de ensayos de Jimmie Durham sobre sus procesos creativos. Una joya.

¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?

Cuando empiezo a sentir un deseo implacable de ordenar la bandeja de entrada del gmail es una señal inequívoca.

¿Con qué personaje le gustaría tomar un café?

Hubiese sido un regalo charlar con Enrique Morente.

¿Recuerda el primer libro que leyó?

Recuerdo sus dibujos. Era una fábula con ilustraciones de planetas lejanos, animales deformes y restos de naves abandonadas. Eso sí, imposible recordar el título.

¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura?

Siempre en papel, aunque la prensa la hojeo en el teléfono móvil, y durante los desplazamientos en transporte público, desgraciadamente. Las labores de padre mandan y ordenan cualquier dinámica diaria.

¿Qué experiencia cultural cambió su manera de ver el mundo?

Conservo un cartel firmado por Antonio Saura que editó el Museo Abstracto de Cuenca hace más de 40 años. Mis padres consiguieron que me lo firmara y él generosamente hizo un dibujo que todavía conservo. Esa Geraldine Chaplin en su sillón ha estado colgada en todas mis casas.

Las calles y los cuerpos, en el Museo Patio Herreriano, tiene algo de sagrado, ¿qué hay de devoto en su obra?

Nada, ni siquiera he hecho la primera comunión. Yo soy devoto de lo escultórico, que suficiente tengo con los asuntos de tamaño, equilibrio o deterioro de los materiales.

¿Y qué hace de la madera su material fetiche?

De ella surgió el fuego que tanto cambió nuestros hábitos alimenticios, nuestro cerebro, y trajo progreso. Y acabamos bajo tierra, en contacto directo con las raíces de cipreses que buscan el cielo. ¿Qué mejor compañera de viaje?

¿Tiene mucho peso en su obra el juego?

Sí, no hay que desperdiciar nada. El aprendizaje a través del juego es transversal a animales y seres humanos. No hay avance sin una clara noción de lo lúdico.

¿Qué le toca después de una muestra tan monumental?

Debería bajar corriendo a comprar papel y lápiz. He trabajado con un equipo fantástico pero necesito y añoro la soledad y el silencio. Veremos.

¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?

Un bodegón de Sánchez Cotán, Y, de no ser posible, uno de Morandi.

¿Cuál es la última exposición que ha visitado?

La de Vivian Suter, en el Palacio de Velázquez, una excelente reflexión sobre la autonomía de la obra de arte y su relación con el resto y con el espacio. Una idea de monumentalidad sin pérdida de intensidad y una reivindicación de la periferia como motor creativo. Buena enseñanza.

¿Le importa la crítica, le sirve para algo?

Leo crítica, me sirve de guía y me descubre aspectos de obra de artistas en los que yo no reparé. La creo necesaria y un excelente complemento a mi labor como escultor. Todo suma.

¿Qué película reciente le ha impactado?

Hierve, fantástica. Un drama de Philip Barantini sobre las miserias del ser humano que se desarrolla en torno a unos fogones. Trepidante.

¿Qué música escucha en casa?

Antony and the Johnsons, Nick Cave, Los Enemigos o Morente. Y en la habitación de mi hijo mayor suena C. Tangana. Un popurrí infernal.

¿Le gusta España? Denos sus razones.

No me gusta la España de las exenciones fiscales dirigidas, la de las ideas polarizadas que huelen a podredumbre del pasado. Me gusta la España de gente formada con una visión amplia de la realidad, tolerante y de sentido común. No viviría en otro lugar.

Una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país. 

Empecemos con la Ley de Mecenazgo, sigamos dejando los lamentos en el cajón y hagamos cosas, cosas y más cosas.