El 18 de marzo de 1990 dos individuos disfrazados con el uniforme de la policía de Boston y bigotes postizos entraban en el museo Isabella Stewart Gardner. El reloj marcaba la 1:18 de la madrugada. Uno de los chicos de seguridad, Richard Abath, les abrió la puerta y llamó a su compañero que, en ese momento, se encontraba haciendo una ronda por el museo. Estos respondieron que acudían por una llamada en la que se advertía de algún problema en el centro. Poco después los maniataron, les taparon los ojos y la boca con cinta americana, los trasladaron al sótano y declararon que se trataba de un atraco. Los dos individuos se adentraron después en las salas del museo. Durante los 81 minutos que estuvieron en las instalaciones, conscientes de que no había nadie para pulsar el único botón que conectaba con el exterior, descolgaron 13 obras. El botín, en el que se encontraban El concierto de Vermeer, La tormenta en el mar de Galilea (la única pintura marítima de Rembrandt) y varios dibujos de Manet y Degas, ascendía a 500 millones de dólares. Antes de dar la hazaña por completada extrajeron la cinta de la cámara de seguridad y se fueron. 

¿Quién ordenó el atraco y qué iban a hacer con esas piezas que no se podían vender en el mercado legal? Uno de los principales sospechosos fue Myles Connor, conocido por haber participado en más de 30 robos, pero este se encontraba en prisión. Otra línea de investigación apuntó hacia la mafia de Bobby Donati, cuyo objetivo podría ser el de negociar la salida de prisión de alguno de sus compinches (Donati apareció asesinado en el maletero de su coche tiempo después). Lo cierto es que han pasado más de 30 años desde aquel terrible golpe y aún se desconoce quién perpetró los hechos y, desde entonces, ninguna de las piezas que fueron sustraídas aquella fatídica noche en la que se celebraba San Patricio ha vuelto a verse. Esto es un atraco, el documental dirigido por Colin Barnicle y que se puede ver en Netflix, vuelve a poner el caso sobre la mesa. 

Sin embargo, este no ha sido el único golpe que ha vivido el mundo del arte. Repasamos otros episodios que han sufrido museos como el Louvre, con la desaparición de la Gioconda, o la Galería Nacional de Oslo, con la sustracción de El grito

¿Dónde está La Gioconda? 

El 21 de agosto de 1911 fue un día caluroso en París. Era lunes y, como de costumbre, el Louvre cerraba sus puertas a los visitantes para que los operarios pudieran trabajar en labores de limpieza y mantenimiento. A las siete la Mona Lisa estaba en su sitio. A las nueve, sin que nadie hubiera percibido nada, ya no estaba. Nadie se alarmó pues dieron por sentado que estaría en el estudio del fotógrafo o en labores de mantenimiento. Sin embargo, a las 9 de la mañana del día siguiente, cuando el museo abrió sus puertas, La Gioconda seguía estando ausente. ¿Qué había ocurrido? La pintura de Leonardo se había esfumado y nadie sabía nada. A partir de ese momento su fama creció y los visitantes empezaron a acudir a las instalaciones para ver el vacío que había dejado el pequeño lienzo.

Tal y como cuenta Maureen Marozeau en Un Van Gogh en el gallinero. Y otras historias increíbles del mundo del arte, “Vincenzo Peruggia es el primer sorprendido por el alboroto que ha provocado su gesto”. Peruggia conocía bien el museo porque había trabajado en él como vidriero. Aquel día acudió al Louvre, descolgó el cuadro, lo guardó bajo su bata y salió del museo. La noticia saltó a las portadas de muchos periódicos nacionales e internacionales. Nadie se explicaba qué había podido ocurrir. Peruggia lo  guardó en su apartamento hasta que en 1913 llamó a dos marchantes para ofrecerles el cuadro. “El anticuario Alfredo Geri insta a Peruggia a trasladarse a Florencia”, cuenta Marozeau. Al encuentro se presentó con el director de la Galería Uffizi y transcurridos unos minutos alguien llamó a la puerta: era la policía. Tras dos años de cacería el ladrón, que quería devolver el cuadro a Italia porque consideraba que era donde debía de estar, fue detenido y el cuadro devuelto a su lugar de origen. 

El grito, una desaparición en 50 segundos

50 segundos. Ese fue el tiempo que tardaron en descolgar El grito de Munch de la Galería Nacional de Oslo. Eran las seis de la madrugada cuando el delincuente Pal Enger, ayudado por una escalera de madera, trepó hasta una ventana del museo, la abrió, cortó el cable que sostenía la obra y volvió a bajar para huir con el compinche que le esperaba. Este robo ocurrió el 12 de febrero de 1994, día en el que se celebraban los Juegos Olímpicos de Invierno y la policía se encontraba cubriendo el evento. El museo estaba desatendido y Enger, que había planeado su atraco durante cinco años, tuvo vía libre. De hecho, se permitió dejar una nota en la que decía: “gracias por la falta de seguridad”.

Según su propia declaración, la motivación principal para sustraer la pieza de Munch no era económica. Eran el reto y el juego era lo que movían a este ladrón a hacerse con una de las obras más conocidas del pintor. El cuadro lo escondió entre las tablas de la mesa del comedor de su casa hasta que tres meses más tarde pidió un millón de dólares a cambio de entregarla. La policía no cedió al chantaje y en una operación orquestada junto a Scotland Yard la preciada obra fue recuperada en un hotel, donde pretendía venderla, y el ladrón acabó siendo detenido. Aquí no queda la cosa pues este cuadro, del que existen cuatro versiones, volvió a ser robado. En el año 2004 dos individuos entraron armados al Museo Munch de Oslo y se llevaron la versión de la preciada obra que colgaba en la pinacoteca junto a una Madonna del pintor noruego. Ambas piezas fueron recuperadas dos años más tarde pero esta versión El grito se encontraba en condiciones irreparables debido a la humedad del lugar en el que había estado escondida. 

El Klimt que nunca salió del museo

Gustav Klimt: 'Retrato de una dama'

El 22 de febrero de 1997 saltó la alarma. Retrato de una dama, obra de Gustav Klimt, había desaparecido de la galería Ricci Oddi de Piacenza (Italia) en el momento en el que el centro preparaba una exposición sobre el pintor. El marco fue descubierto poco después pero no había rastro alguno de la pintura fechada en 1917. Fueron varias las teorías: una de ellas apuntaba a un intento de robo desde el tejado para eludir el sistema de seguridad, pero dado el tamaño de la claraboya (por allí no cabía) la hipótesis quedó descartada. Otra apuntaba al exministro italiano Bettino Craxi, que se la podría haber llevado cuando huyó a Túnez. 

Sin embargo, un hombre, que ya había sido detenido por otros hurtos, se personó en la policía y confesó ser el autor del delito. No le creyeron. Muchas veces la realidad supera a la ficción y en diciembre de 2019 la obra, valorada en 60 millones de euros, fue descubierta por unos jardineros que se encontraban haciendo labores de mantenimiento en las mismas instalaciones dentro de una bolsa de basura. Poco después confirmaron su autenticidad y con su hallazgo y recuperación, ha surgido una nueva hipótesis: se cree que pudo ser parte de un robo frustrado. 

Adiós a cinco Bacon en el centro de Madrid

En nuestro país también hemos sufrido episodios de este tipo. Uno de los más sonados es el que tuvo lugar en 2015 en una casa particular del centro de Madrid. En la vivienda, que pertenece a José Capelo, entraron con sigilo, sin hacer ruido y sin levantar sospechas. Allí guardaba las cinco obras, valoradas en su conjunto en 30 millones de euros, que heredó cuando el pintor Francis Bacon murió en la clínica Ruber de Madrid en 1992. Cuando entraron en su casa Capelo se encontraba de viaje en Londres y una vez descubierta la sustracción una entidad británica dedicada a la búsqueda de obras de arte robadas se encargó de su investigación. La policía arrestó a diez personas y fue uno de los involucrados quien ayudó a localizar tres de las piezas en 2017. Sin embargo, las autoridades no quisieron dar más detalles del caso con la esperanza de poder dar con las dos restantes.  

En enero de este mismo año un vídeo, grabado supuestamente por los autores del robo, mostraban las dos obras que habrían puesto a la venta en el mercado ilegal. Las imágenes, según Arthur Brand, un investigador de arte robado que ha conseguido dar caza a varios ladrones, habrían sido grabadas en Madrid. De ser las piezas verdaderas estas parecen encontrarse en buen estado de conservación. ¿Conseguirá José Capelo recuperar sus obras?

Henry Moore y la escultura de dos toneladas

El golpe tuvo lugar en 2005 en el jardín de la Fundación Henry Moore, situada a poco más de una hora de Londres, donde se encontraba Declining Figure, una escultura de dos toneladas de peso y valorada en 4.5 millones de euros. Aquella noche, tres individuos encapuchados entraron en las instalaciones y haciendo uso de una grúa, un camión y un coche se llevaron la pesada pieza. La fundación del artista ofreció una buena recompensa para que la obra fuera devuelta a sus instalaciones pero nadie se dio por aludido. Aunque el caso nunca se llegó a esclarecer la policía sí apuntó una teoría: los ladrones tendrían la intención de vender la obra en el mercado negro pero visto el revuelo que se había formado en torno a ella pudieron cambiar de opinión y fundirla para venderla como chatarra por unos 2.000 euros. 

Spiderman trepó hasta Modigliani

Hay robos que bien podrían pertenecer a una escena de cine. Es el caso de La mujer del abanico, de Amedeo Modigliani. A las 3:30 de la madrugada del 20 de mayo de 2010 Vjan Tomic trepó hasta una ventana del Museo de Arte Moderno de París y entró en sus instalaciones. Una vez dentro, el experto ladrón que había actuado con anterioridad en casas de la ciudad, fue a por Naturaleza muerta al candelabro, de Léger. Su siguiente objetivo fue La mujer del abanico y como tenía la suerte de su lado decidió llevarse otras piezas de Picasso, Matisse y Braque. Las imágenes grabadas por la cámara de seguridad eran de tan mala calidad que no pudieron reconocerle, las alarmas de movimiento llevaban sin funcionar varios meses y al romper el cristal de la ventana la alarma no sonó así que los guardas de aquel turno no se dieron cuenta. 

Sin embargo, las tecnologías empleadas por la policía han mejorado mucho desde el robo en el Isabella Stewart Gardner y el teléfono móvil del autor material del robo se detectó en las inmediaciones. Tras su detención en 2011 Tomic confesó haber robado las piezas valoradas en unos 100 millones de euros pero nunca llegó a acusar a quienes se lo encargaron. Así que el lote de piezas sigue en paradero desconocido. 

'La Adoración del Cordero Místico', la obra más robada

El políptico de Gante o La adoración del Cordero Místico, la pieza cumbre de los hermanos Van Eyck que por fin ha sido restaurada y ya se puede ver en el Centro de Visitantes de la Catedral San Bavón, es una de las obras de arte que más aventuras ha vivido a lo largo de su historia. En 1566 tuvo que ser desmontada para esconderla de los ataques calvinistas, en 1800 las tropas napoleónicas se hicieron con él y los paneles fueron vendidos por separado, en 1816 los paneles laterales también fueron vendidos por un vicario hasta que en 1821 el Tratado de Versalles contribuyó a que la Catedral de Gante recuperara todas las piezas perdidas. 

Pero no queda ahí la cosa. El 11 de abril de 1934 vivió un nuevo revés: el panel de Los jueces justos y el de San Juan Bautista fueron robados de su lugar, aunque este segundo fue devuelto tiempo después por un desconocido. Sin embargo, la tabla que lleva por título Los jueces justos sigue estando en paradero desconocido y lo que actualmente el espectador puede ver en la catedral de la ciudad belga no es si no una reproducción de la original.

¿Dónde está La Natividad de Caravaggio?

Caravaggio, el maestro del claroscuro, ha vuelto a las portadas de las secciones de cultura por el posible hallazgo de su Ecce Homo. Sin embargo, existe una obra del pintor que nadie sabe a ciencia cierta dónde puede encontrarse. La noche del 17 al 18 de octubre de 1969, hace más 50 años, La Natividad de san Lorenzo y san Francisco fue sustraída del altar de la parroquia de San Lorenzo (Palermo), donde había residido durante más de 350 años. Una de las teorías es que el lienzo se guardó en un granero y fue devorado por las ratas y los cerdos, mientras que otra sostiene que es la mafia siciliana quien guarda la pintura. La teoría sobre la Cosa Nostra parece ser la más cercana a la verdad y es que en 2018 se descubrieron nuevas pistas sobre el robo. En una entrevista grabada en 2001 (y que la policía la guardó durante años) el párroco Rocco Benedetto sostenía que el Caravaggio se encuentra en la casa de uno de los jefes de la mafia y este, al parecer, le envió un trozo de tela para demostrar su relato. “El cuadro está en la casa del capo de la mafia siciliana, Gaetano Badalamenti, que intentó timar a la iglesia para su devolución”, explica en el vídeo. Su objetivo sería abrir un diálogo para negociar las condiciones carcelarias de los mafiosos.

También se ha dicho que la tela fue cortada con una cuchilla de afeitar del marco y enrollada en una alfombra (lo que podría haber causado un grave deterioro) y viajó a Suiza. Esa misma teoría apunta a que la obra habría sido dividida en diferentes partes y vendidas a diferentes colecciones. A pesar de que parece confirmada la autoría de la mafia, estamos ante otro de esos casos misteriosos, como el del Isabella Stewart Gardner, en el que la pieza no ha sido recuperada ni se sabe si se volverá a ver en su lugar de exposición.

@scamarzana