“El gitano es lo más elevado, lo más profundo, más aristocrático de mi país, lo más representativo de su modo y el que guarda el ascua, la sangre y el alfabeto de la verdad andaluza y universal”. Estas son las palabras que Federico García Lorca usó para definir su Romancero gitano, poemario publicado en 1925. “Lorca era un genio de la simbología”, comenta Ricardo Cavolo, que acaba publicar una edición ilustrada de este título con el sello Lunwerg. Las 250 páginas contienen un diálogo entre los universos de ambos creadores y cada poema viene precedido por dos páginas ilustradas que adelantan el tema de cada uno de los textos. Así, Cavolo nos sitúa en la antesala de estos desgarradores versos del poeta.

La idea de abordar este trabajo fue de su editor, el también lorquiano Javier Ortega. De modo que tras leer varias veces el mundo creado por Lorca el ilustrador ha querido "hacer algo con mucho respeto y navegar a favor del texto”. El mayor reto de dibujar este universo plagado de dolor y pena ha sido retratar a unos personajes tan dramáticos como los que pueblan el Romancero gitano. “Por cuestiones personales estuve en terapia y sin ese trabajo previo no creo que hubiera podido hacer esta edición porque es puro drama y tragedia”, se sincera. Si bien es cierto que Cavolo ha trabajado algunos aspectos melancólicos o ha abordado temas como la salud mental nunca se había adentrado en la tragedia como lo hace en este trabajo "en el que hay suicidios, matanzas, muerte y ahogos. Parece una tesis sobre la tragedia”. Sin embargo, se ha visto desenvuelto para dotar a sus ilustraciones de unas emociones que no han tenido sus anteriores personajes.

El Romancero gitano se divide en dos bloques. En el primero, que va hasta el decimoquinto poema, Lorca muestra cómo los gitanos chocan con “una realidad que no los acoge”, es una etnia marginada a la que en ocasiones se priva de sus derechos y son incluso asesinados. En palabras de Cavolo, para el poeta “eran nobleza, el punto más álgido del saber estar y del saber crear, una raza que trabaja la creatividad de múltiples maneras, especialmente a través de la música y el baile”. En este sentido, el ilustrador cree que son muy viscerales y si consigues conectar con ellos “es una conexión de alto voltaje”. En el segundo bloque, Lorca dedica tres poemas históricos que “sirven para dar, en pinceladas sueltas, su versión agitanada de unos cuadros históricolegendarios”, detalla la editorial.

Uno de los sentimientos que recorre todo el título es la pena y, junto a ella, otras emociones como el dolor y también la muerte. Esta ha sido una de las novedades en el trabajo de Cavolo pues era una gramática que no había trabajado con asiduidad. “Mis personajes no tenían gesto ni sentimiento y lo más sencillo, pero que a la vez funciona, es que se note en la cara. La lágrima es un recurso porque a veces no mostramos lo que hay pero se palpa en el rostro”. El libro también lo recorre una oscuridad en la que las palabras de Lorca sirven de guía. “Eso ayuda a generar una atmósfera decadente y triste. A veces he metido un fantasma con máscara amarilla que es una manera de presentar la pena que pulula y se mezcla entre las acciones y los personajes”, comenta. 

En primera persona

El ilustrador salmantino conoce bien la etnia gitana pues su madre mantuvo una relación con un hombre gitano y cuando durante los años 80 vivió entre ellos aprendió muchos valores que se le han tatuado en la piel. “Tienen un espíritu de seguir adelante que es muy valioso. Algo que se me quedó para siempre es que todo lo hacen en mayúscula, si lloran, lo lloran todo, si ríen, lo ríen todo. Cada situación se vive al extremo”, recuerda. Todo esto también ha tenido repercusión en su particular estilo de colores muy vivos y planos y en la creación de una simbología personal que ha ido configurando a lo largo de su trayectoria. “Esta es una lectura más profunda, he aprendido cosas culturales muy interesantes. Todo en conjunto te moldea pero si hay algo que ha cambiado mi manera de ser es que cada situación se vive al extremo”, afirma Cavolo.

La visión que desprende Lorca es similar a la que tiene Cavolo. El ilustrador y muralista sostiene que “cuando conoces algo desde dentro ves lo bueno y lo malo. Lorca conecta el mundo de los gitanos con la cultura ancestral andaluza”. Sin embargo, tanto en la sociedad de la época del poeta como en la actual siguen existiendo ciertos prejuicios hacia ellos. “Por múltiples razones no se han empastado bien las dos culturas. Somos chovinistas, estamos repletos de ideas preconcebidas y no sabemos valorar lo que tenemos dentro”, opina. Sin embargo, en muchas ocasiones parece que el problema tiene su origen en la aporofobia. “No queremos mirar donde no hay éxito, el éxito entendido en el sentido capitalista de tener dinero y otros bienes. Lo que no se ve es que desde que nacen trabajan otros aspectos como el bien sentimental y las relaciones humanas, es algo que tienen muy arraigado”, recuerda el ilustrador.

A la poesía por la ilustración

Aunque este poemario publicado originalmente en 1928 se sigue leyendo en la actualidad la poesía es una de las asignaturas pendientes de muchos. No obstante, Cavolo matiza que llegar al público joven no ha sido una responsabilidad que se haya impuesto con este trabajo. “No no soy un intelectual pero me sentiré genial si la gente se lanza a leer a Lorca a través de esta edición”. Claro que también puede crearse una conexión en el otro sentido, que los lectores de Lorca descubran el universo de Cavolo. “Me da curiosidad lo que puedan pensar pero si no gusta está bien, claro. Para mí este libro es lo mejor que he hecho porque aparte de ser un hito creativamente hablando es el proyecto, entre libros y murales, con el que más contento me he quedado”.

@scamarzana