Vista de la exposición de Paco Rabanne en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

En 1966 el orfebre de la moda usó unos andamios de obra para mostrar su segunda colección. Ese estilo a la hora de vestir a las mujeres, como si fueran diosas guerreras, le siguió siempre pese a las críticas. Algunas de sus propuestas fueron tan rompedoras que le criticaron la dificultad de poder vestirlas. De hecho, algunas de las prendas llegan a pesar 16 kilos. Pero nunca le importó y siguió rompiendo las reglas de la moda porque las conocía desde dentro. Su madre fue la costurera jefa de Balenciaga y, por lo tanto, estuvo siempre cerca de la alta costura. Ahora que Paco Rabanne (Pasajes, Guipúzcoa, 1934) tiene 83 años y está retirado, la revista Telva ha querido rendirle homenaje con una exposición en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, hasta el próximo 25 de junio.



"Rabanne fue el diseñador que cambió los códigos de la moda del siglo XX", señala Eloy Martínez de la Pera, comisario que también estuvo a cargo de la muestra de Givenchy en el Thyssen. Cuando su familia se exilió a Francia tras la guerra civil española, Rabanne estudió Arquitectura en el París cultural más efervescente. Y aunque nunca llegó a construir un edificio, en 1959 hizo una pequeña muestra con la que su nombre empezaría a entrar en el mundo de la moda. Más tarde hizo botones, bolsos y complementos para firmas como Balenciaga y Givenchy y en 1966 sorprendió con su primera colección, Doce vestidos imposibles de llevar. El siguiente paso fue dejar boquiabiertos a los asistentes con una pieza con plumas de avestruz.



Vista de la exposición de Paco Rabanne en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Foto: S. C.

En aquella época la moda se bifurcó en dos caminos. Por un lado, los diseñadores que recogieron el testigo de sus maestros, como es el caso de Givenchy, y, del otro, los que arriesgaron y fueron rompedores, como Rabanne. En aquel momento "el mundo estaba pensando en llegar a la luna y el futurismo estaba en la misma calle", apunta el comisario. Ese futurismo es el que se puede ver en los diseños de un joven Rabanne que empezaba a usar materiales como el metal, el acetato, los tubos de acero y el aluminio.



Esta exposición muestra 25 piezas del diseñador situadas entre las barras metálicas de aquellos andamios de 1966 que recorren el pasado y el presente de una marca que ahora tiene como director a Julien Dossena (Bretaña, 1982). Un diálogo entre dos generaciones, separadas por 50 años, que muestran la evolución de Rabanne desde sus inicios en los años 60 hasta la época actual en la que Dossena, como amante del deporte y la tecnología, trae al presente y actualiza algunos de los modelos emblemáticos.



Jane Birkin y Serge Gainsbourg, 1969. Foto: G. Tourte

Los cuatro primeros vestidos de la muestra corresponden a las primeras colecciones de Paco Rabanne. Uno de ellos lo llevó Jane Birkin en 1969, presente en la muestra a través de una fotografía en la que aparece bailando con Serge Gainsbourg. Otro, creado con placas de Rhodoïd unidas por anillas metálicas de color blanco, es un bañador. El diseñador vistió también con uno de esos pesados vestidos a Jane Fonda en la película Barbarella, un diseño que le consagró al dotar a la actriz de una imagen fuerte, y también a Françoise Hardy. "Para él la mujer era una guerrera y las diosas como Atenea podrían vestir de Rabanne", opina Martínez de la Pera frente a los vestidos del diseñador.



El diálogo con su actual director visual llega en la segunda parte de la muestra con la actualización de un vestido de plexiglás y anillas con el que Dossena trae a Rabanne al presente añadiéndole una camiseta con uno de esos mensajes (Futuresex) tan habituales en el estilo de ahora. "Dossena quiere que las jóvenes de 22 o 24 años vistan su ropa para no encasillarse en ninguna tribu porque con un Rabanne eres tu propia tribu ", señala el comisario. Vestidos metálicos con diseños de "naturalezas muertas tan propias de la España de entonces", abrigos y una chaqueta de playa completan una muestra que también se ilustra a través de proyecciones y diez fotografías. Con ellas se queire hacer un guiño a los fotógrafos con los que han tenido la afinidad de crear un imaginario potente: en el caso de Rabanne, Jean-Marie Périer; en el de Dossena, Coco Capitán.



Poco antes del final del recorrido se proyecta un documental sobre la firma aunque lo más impactante es esa sala proyectada para ser una gran caja de oro que se inspira en su colaboración con la saga cinematográfica de James Bond. En ella, dos prendas del legendario artista español y una del francés, cosidas en metal dorado, emulan a esas diosas guerreras a las que alude el comisario de la muestra. Porque, para Rabanne, "la creación no es seducción, es impacto".



@scamarzana