Varias obras en la Sala Alcalá 31. Foto: Pedro Albornoz

Sala Alcalá 31. Alcalá 31. Madrid. Hasta el 6 de noviembre

De nuevo, en la diana. Aunque Rogelio López Cuenca (Málaga, 1959) es bien conocido por el público madrileño especializado gracias, sobre todo, a sus exposiciones periódicas en la galería Juana de Aizpuru, hasta ahora no se había podido disfrutar en la capital de una muestra monográfica amplia en un espacio institucional. A la espera de la retrospectiva que prepara el Museo Reina Sofía, la popular Sala Alcalá 31 presenta una selección de proyectos dedicados a su crítica de la representación visual centrada en el Mediterráneo como zona de conflicto identitario entre nosotros y ellos, "los bárbaros". ¿O sería al revés?



Es una temática que López Cuenca ha desarrollado en los últimos veinte años, alternando otros proyectos como las series No/W/Here (1998), El Paraíso es de los extraños (2001), Al Yazira Al Ándalus (2001), Walls (2006) y Le Partage (2008), que también se incluyen aquí. El recrudecimiento de las crisis migratorias ha llevado siempre al artista a inventar múltiples técnicas semióticas de análisis, deconstrucciones irónicas y la creación de narrativas poéticas e incisivas, aunque en este proyecto comisariado por José Luis Pérez Pont quedan desprendidas de cualquier marca hagiográfica que inclinara a subrayar su "artisticidad", para volcarse en un montaje muy comunicativo, al servicio de las cuestiones comprendidas en un mismo horizonte: fronteras, migraciones y turismo, multinacionales, identidades, poder, deseos y supervivencias, cuyo estado de la cuestión puede ampliarse en los interesantes textos escogidos para el catálogo. Extraigo algunos datos: se están construyendo 65 muros fronterizos para un total de 40.000 kilómetros, 700 millones de desplazamientos turísticos al año, 4.000 muertos en el Mediterráneo en 2015…



Quienes recorran esta exposición quedarán persuadidos de la manipulación a la que estamos sometidos

Sin embargo, sin más ayuda que su propia mirada, quienes recorran esta exposición quedarán persuadidos de la manipulación a la que estamos sometidos por las imágenes, del presente y del pasado, habituales en los mass media, a las que Rogelio López Cuenca da un auténtico revolcón. Desde el mero cambio de símbolos de las estrellas por los logotipos de multinacionales en la bandera de la Comunidad Europea, a las pantallas con doble imagen que transparentan la inversión de los mismos gestos corporales en el caso de nosotros o ellos, la magia del corta y pega -que desde las vanguardias sigue siendo el recurso más prolífico del arte contemporáneo- evidencia con sorna la simpleza de las narraciones construidas desde los poderes hegemónicos (políticos, económicos, mediáticos …). Y que responden, como afirma Santiago Alba Rico, a "una dicotomía visual muy básica. Las diferencias de clase, de género, de poder en general, confirman una diferencia visual antropológica elemental: la que separa a los que miran de los que son mirados. Los ricos miran, los hombres miran, los occidentales miran".



Frame del video Le Partage 5 (detalle)

Son imágenes repetitivas y en franca regresión: como en el pasado, nos están acostumbrando a ver/considerar al otro como signo deshumanizado de suciedad, enfermedad, delito… degradación biológica, moral y cultural que ¿nos dignifica como "civilizados"? O, ¿acaso somos nosotros los refugiados? Como reza el poema de Kavafis que acompaña a una de las proyecciones del díptico Walls: "sin consideración, sin piedad, sin vergüenza, han construido grandes y altos muros en torno a mí. Y ahora estoy sentado aquí, desesperando…". Yendo al fondo de la cuestión, que no es otro sino la herencia y el presente del colonialismo occidental, esta exposición ofrece los resultados del taller "Los bárbaros" dirigido por López Cuenca y Elo Vega, con la que viene colaborando desde 2009, y al que se sumaron artistas, comisarios e historiadores el pasado mes de mayo, para rastrear en Madrid los monumentos de nuestro pasado "imperial" y sus "enemigos": los "salvajes" de América, Guinea y Filipinas, y siempre, "el moro". Casi todos implantados en la ciudad en la época de la Restauración borbónica (1874-1931).



Como todo archivo, expresa curiosidades elocuentes, por ejemplo, las estatuas de mujeres desnudas, yacentes y en posturas disponibles en el entorno próximo de la fálica efigie de Colón. Y también genera la necesidad de algún cambio en la práctica que, a la luz de lo evidenciado, parece urgente: no es de recibo hoy que los más importantes actos diplomáticos internacionales, como la firma al Tratado de Adhesión a la Comunidad Europea, sigan presididos por la estatua de Leone Leoni, Carlos V y el Furor (1551-1564), que muestra al emperador sobre un hombre encadenado y desnudo, barbado y de cabello ensortijado. La revisión de la Memoria Histórica no solo atañe a nuestra Guerra Civil.



@_rociodelavilla