Frances Morris, directora de la Tate Modern

La pinacoteca británica estrena un nuevo edificio de diez plantas que añade un 60% más de espacio. Pero el cambio no es únicamente material, porque la intención de sus responsables es modernizar el discurso y abordar una nueva forma, más plural, global y femenina de contar la historia del arte a partir de 1900.

Huele a nuevo. A impoluto. La calma de las plantas de arriba nada tenía que ver con el trajín de medios que llegaban a la Switch House, el nuevo edificio de la Tate Modern interconectado por un pasadizo que te lleva de un lado al otro. La Turbine Hall aguardaba nerviosa uno de los días más importantes de la vida de la catedral del arte contemporáneo que contabilizó en una sola jornada 5.000 visitas. "La Tate Modern es arte, es ciudad, es Londres", dice Nicholas Serota, director general del conglomerado de pinacotecas. Con el objetivo puesto en el arte hecho por mujeres, la performance y el cine, Frances Morris, nueva directora de la Tate, añade que "dentro de diez años el museo será diferente y relevante para todos" pero ahora, como un corazón latiendo, el objetivo es crear "experiencias de vida" en todo espectador.



Son diez las plantas que tiene el edificio erigido por los arquitectos Herzog & de Meuron, presentes en la apertura, y un 60% más de espacio para albergar la colección que ha ido engrosando el archivo de la pinacoteca (800 obras de 300 artistas de más de 50 países desde su apertura) en parte gracias a la labor de Morris como responsable de la colección de arte internacional. "Hemos viajado mucho, hemos establecido comités para que nos ayudaran económicamente y ha sido una década emocionante para empezar a entender el arte de otros lugares del mundo, sus historias, sus artistas. Es gratificante ver las adquisiciones ahora en la galería", señala Frances Morris a El Cultural. Porque parte del objetivo que se ha marcado es también crear una nueva narrativa internacional. Para ello han viajado a muchos países de Europa del Este como Rumanía, que "no tiene una base coleccionista pero sí muy buenos trabajos". Y esto, por otro lado, "se duplica en cualquier lugar al que vas, solo que aún no ha sido reconocido", añade.



El arte es una emotiva experiencia. Todos necesitamos cosas que nos saquen de nuestro encasillamiento"

Así, este templo del arte aboga también por el arte en vivo poniendo a su servicio la primera planta del edificio donde actualmente se pueden ver instalaciones de Apichatpong Weerasethakul y será testigo de otros tantos. Un nivel más arriba está el espacio en el que los artistas conversan con el medio que les rodea y se podrá ver cómo la sala se llena de manera provocativa, y allí estará Marina Abramovic para demostrar cómo se ha roto el binomio del arte y la vida real. Las nuevas tecnologías y la performance, opina Morris, son parte del futuro del arte. "Creo que el arte del futuro no actúa acorde a la formas tradicionales. Cada vez es más raro encontrar a un artista que tan solo haga pintura o vídeoinstalaciones".



Vista de la sala de Louise Bourgeois en la nueva Tate Modern

A la icónica Louise Bourgeois se le dedica una sala completa en la que una araña vigila a quien se adentra en su personal mirada y vida. Cell XVI, una de sus famosas celdas, nos deja una sensación de agobio, de desasosiego de una artista tocada por el abandono de su madre. "Creo que la razón por la que es tan popular es porque nadie puede entender su trabajo. Es pavoroso, da miedo, es asombroso pero no es una obra fácil", comenta a El Cultural. "La creatividad es importante" y por ello Morris pone su atenta mirada en el arte hecho por mujeres. "No me puedo responsabilizar de lo que hace el mercado del arte pero sí podemos ofrecer una buena plataforma para que el arte hecho por mujeres se reconozca. No tengo que esperar ni a los coleccionistas ni al mercado para anticiparnos a ello", explica la nueva directora. Por eso, Joan Jonas, Cristina Iglesias, Hito Steyerl, Charlotte Posenenske, Marisa Merz y una larga lista de nombres femeninos dialogan entre sí en los diferentes espacios de la Switch House. "El 50% de las exposiciones individuales será de mujeres, así podremos ver obras de artistas como Jane Alexander pero también traeremos nuevas caras a la ciudad".



En la Tate Modern ofrecemos una buena plataforma para que el arte hecho por mujeres se reconozca"


Justo enfrente de Bourgeois, otra sala acoge una pequeña parte del legado fotográfico que ha ido adquiriendo la Tate. "Cuando abrimos en el año 2000, el museo no contaba con una colección de esta disciplina pero pronto vimos que hacía falta", señala Morris. Dos paredes revestidas de instantáneas en blanco y negro dan paso a un espacio interactivo que juega con las imágenes, los vídeos y diversas esculturas de artistas desde los años 60, creando una "relación dinámica entre las audiencias", señala. Aquí el puente es tanto artístico como físico ya que desde este nivel se unen la Boiler House y la Switch House. Los artistas, que en los últimos años han ido incorporando nuevos lenguajes y medios de expresión, comenzaron entonces a forjar una nueva y dinámica relación con el público. Ellos son los protagonistas de esta nueva etapa de la pinacoteca que apuesta por mostrar el papel de los artistas, el público y el arte y cómo se pueden retar entre ellos. "En los últimos años el arte ha cambiado mucho y la Tate quiere poner frente a frente al artista con el público", añade Morris.



The Passing Winter, de Yayoi Kusama, en la nueva Tate

¿El futuro del arte? Morris cree que los artistas cada vez "están más sensibilizados con la política global, no con los partidos, y ven el arte como una arma poderosa. Y, además, resulta interesante todo lo que puede pasar en el terreno de las nuevas tecnologías". Y eso se ve, también, "en las generaciones más jóvenes que desde pequeños crean sus dibujos a través de tecnologías digitales". De modo que "es improbable que en el futuro sean pintores al óleo". Entonces, ¿cuál es el papel del arte? "Creo que, como dijo el escultor británico Tony Cragg, se basa en pensar los objetos y me gusta esa idea porque contiene el poder de conectar con tu mente y crear una conversación que puede derivar en irritación o en enamoramiento. El arte hace a los individuos más creativos y puede contribuir a la felicidad porque lleva a engranar con las cosas que no hacemos a diario. Es una poderosa y emotiva experiencia. Todos necesitamos cosas que nos saquen de nuestro encasillamiento".



Y en eso la Tate Modern tiene ya una larga experiencia. La pinacoteca no nació con la idea de ser popular y eso es lo que ha contribuido a su éxito. El reto siempre fue "anticiparse a lo que estaba por venir, lo que aporta un factor de riesgo. Empuja y cuestiona todo y aunque expongamos a un artista convencional intentamos hacerlo de formas diferentes. Nos arriesgamos y de ese riesgo la gente recibe el placer de ser expulsados de su zona de confort", concluye.



Al fin y al cabo es un museo que se adapta al mundo que vivimos y, como tal, evoluciona al compás de la sociedad y sus necesidades. Una pieza hecha exclusivamente de couscous, una escultura creada con palets y desechos que recuerdan a los restos de una obra y un árbol de Ai Weiwei que da la bienvenida en la Turbine Hall. El hechizo está hecho y a partir de su apertura al público este viernes, el deseo de Morris es "hacer que la gente vuelva una y otra vez". Una y otra vez.



@scamarzana