Carolina África (derecha), junto a Lola Cordón (izquierda), en una escena de Verano en diciembre.

La autora, directora y actriz estrena en el Teatro Valle-Inclán de Madrid su obra Verano en diciembre

Después de dos años y medio de rodaje por distintos escenarios de España y de otros países, llega al Centro Dramático Nacional Verano en diciembre, obra escrita y dirigida por Carolina África (Madrid, 1980) e interpretada y producida por ella misma junto a sus compañeras de La Belloch Teatro. El texto, que ganó en 2012 el Premio Calderón de la Barca, es una tranche de vie de una familia compuesta por mujeres de cuatro generaciones distintas, y donde el amor y las desavenencias se entretejen en medio de una batalla por romper los roles impuestos a cada una de ellas. El espectáculo tuvo tres nominaciones a los premios Max de 2014 y se estrena este miércoles en el Teatro Valle-Inclán de Madrid.



Pregunta.- ¿Cuáles son las cuatro generaciones que confluyen en esta familia?

Respuesta.- Por una parte está la generación de nuestros abuelos, representada por Lola Cordón. Interpreta a una mujer con demencia senil, que encarna los temores de la Guerra Civil, anclada en el pasado. Pilar Manso interpreta a una de esas madres responsables que han encarnado durante muchos años el papel de cuidadores en la familia. Por su parte, las tres hijas tratan de romper con los roles que les impusieron y cada una de ellas reacciona a los conflictos de manera distinta, habiendo recibido la misma educación. Y la cuarta generación está representada por la hija que tiene una de ellas, que no aparece en escena, pero sí en algunas conversaciones.



P.- Presenta la familia como una mezcla de amores y disputas que genera grandes dilemas y contradicciones dentro de cada uno, un deseo de permanecer junto a los seres queridos y otro de escapar lejos.

R.- En la familia aflora a veces aflora lo mejor y lo peor de cada uno. A los miembros de nuestra familia le tenemos un amor que se presupone incondicional, pero es un terreno en el que pueden estallar conflictos a la mínima. También se da el caso de que muchas personas tienen un carácter determinado fuera de su familia y dentro de ella asumen otro en consonancia con el rol que les han asignado.



P.- Escribió el texto durante una estancia en Buenos Aires. ¿Cómo fueron las circunstancias en las que se inspiró para escribirlo?

R.- Yo no veía muchas posibilidades para mi carrera aquí y me fui a Buenos Aires con una beca de ampliación de estudios artísticos -que con la crisis ha desaparecido, pero parece que hay voluntad de recuperarla-. Estudié con Claudio Tolcachir y me contagié de esa escena teatral tan viva que hay en la ciudad. Allí los dramaturgos de 40 años no se les sigue considerando autores jóvenes. Hay una apuesta real por las nuevas generaciones y unas ganas irrefrenables de hacer cosas. Se parece al boom que ha habido en Madrid fruto de la precariedad -cosa que no defiendo, porque hay que dignificar la profesión-.



P.- ¿Tiene la obra una perspectiva de género?

R.- No es una obra de mujeres ni para mujeres. Da la casualidad de que todos los personajes son mujeres, pero la perspectiva es universal. Todavía hay gente a la que le parece destacable que seamos una compañía formada únicamente por mujeres, pero a nadie le parece curioso, por ejemplo, que Ron Lalá sean cinco hombres.



P.- Después de tanto tiempo de gira, ¿cuáles son las reacciones más comunes en el público en el plano emocional?

R.- Lo que más nos dicen, y es un regalo, es que la risa y el llanto van de la mano, a veces incluso simultáneamente. Lo más bonito que nos ha pasado es que una persona nos diera las gracias porque después de ver la función había llamado a su madre para pedirle perdón después de 20 años.



P.- ¿Cómo es la experiencia de escribir, dirigir e interpretar un mismo texto?

R.- Que yo participe en la obra como autora, directora y actriz es algo casual. Yo me considero fundamentalmente actriz y siempre había querido escribir. Le ofrecí la dirección de la obra a Lautaro Perotti, pero me dijo que el texto era muy personal y en él se veía que tenía muy claro cómo había que dirigirlo, así que me recomendó que lo hiciera yo misma. Lo bueno de hacer las tres cosas es que puedes comprobar desde distintos roles qué funciona encima del escenario y qué no. Creo que hay que escribir como un actor y actuar y dirigir como un dramaturgo.



P.- En 2012, en medio del abismo económico, fundó La Belloch Teatro junto a Virginia Frutos, Laura Cortón y Almudena Mestre. ¿Cómo ha sido el camino hacia la sostenibilidad del proyecto en unas circunstancias tan adversas?

R.- Somos unas todoterreno que nos hemos dejado el alma, la salud y el bolsillo en este proyecto. Somos mujeres muy completas y con perfiles distintos y a veces asumimos funciones intercambiables dentro de la compañía. Nos ha costado sudor y lágrimas dignificar la profesión, tener un lugar donde ensayar, pagar los ensayos... Y todo eso con el panorama que tenemos y el 21% de IVA.



@FDQuijano