El Cultural

Andrés Amorós

"La tauromaquia es una seña de identidad catalana"

18 diciembre, 2009 01:00

Hoy presenta en Valencia (Museo de Bellas Artes, a las 20.00) un libro de fotografías de Cano articulado por sus comentarios

Alberto Ojeda
Es delicado establecer escalafones si no se manejan datos estrictamente objetivos. Pero que Andrés Amorós se encuentra entre los 10 hombres más sabios en tauromaquia de toda España no es una conjetura disparatada, ni mucho menos. Estos días varios motivos inscriben su nombre en la actualidad informativa. Dos de índole literaria: acaba de publicar la novela perdida de Ignacio Sánchez Mejías, que él encontró, corrigió y armó, y también un libro con imágenes del mítico fotógrafo taurino Canito, que él ha articulado con sus comentarios (este último lo presenta hoy en Valencia). Y un tercero de naturaleza -podríamos decir- política: en el parlamento catalán se vota esta mañana una iniciativa para prohibir allí la Fiesta, contra la que Amorós ha mostrado su frontal desacuerdo.

Pregunta.- ¿Qué significa la figura de Cano para la historia del toreo?
Respuesta.- Es un caso excepcional porque lleva más de 60 años en activo, y está muy cerca de cumplir los 100 [ahora tiene 97]. Fue, además, el único fotógrafo que estuvo en Linares cuando mataron a Manolete. La fotografía taurina es muy complicada. Él fue torero de joven y eso, según cuenta, le ha ayudado mucho para escoger bien el momento en el que disparar con su cámara. Su archivo es impresionante, con más de 2 millones de imágenes. Ha sido muy difícil poner un poco de orden en él para seleccionar las fotos de libro, porque Cano es bastante bohemio y desordenado.

P.- ¿También tenía la ventaja de que era buen amigo de las figuras del toreo?
R.- Sí, él fue buen amigo de Manolete, Antonio Ordóñez, Dominguín y mucha otras figuras. También de Hemingway, con quien se corrió muchas juergas, de Orson Welles, Ava Gardner... Él los podía tratar en la intimidad, por eso tiene fotos magníficas de Ava Gardner en fiestas flamencas, completamente deshibida, o de Gary Cooper tentando a una vaquilla, del doctor Fleming con sombrero de ala ancha, de Hemingway en el callejón de la plaza ofreciendo su petaca a Antonio Ordóñez...

P.- ¿Por qué tuvo un rifirrafe con José Tomás a cuenta de la memoria de Manolete?
R.- Es algo que no tiene mayor importancia. Cano era muy amigo de Manolete, lo vio morir en Linares, a donde fue por casualidad, para fotografiar a Luis Miguel Dominguín y cobrarle a éste un dinero que le debía. José Tomás también lo admira mucho, pero comentó algo -con buena intención- sobre Manolete. A Cano, que lo conoció en persona, no le gustó. Pero es algo que ha quedado en nada. José Tomás, incluso, le ha llegado a comprar alguna foto a Cano.

P.- ¿Pero no me dice cuál fue el comentario?
R.- Es que no tiene importancia, de verdad.

P.- ¿Cuál es su foto favorita?
R.- Tiene alguna de Ava Gardner bailando flamenco que uno dice "¡pero qué señora tan extraordinaria!". Como valenciano, también me hace mucha gracia una de Orson Welles comiéndose una paella en la calle, cerca de la plaza de todos, perfectamente integrado con la gente. La de Gary Cooper, un hombre tan alto, toreando a una pequeña vaquilla también es muy simpática, por el contraste...

P.- ¿En qué estado encontró el manuscrito de la novela de Ignacio Sánchez Mejías que se acaba de publicar?
R.- Eran unos cuadernillos sueltos, escritos a lápiz, sin corregir, con muchas tachaduras. Los capítulos estaban dispersos, incompletos... Él escribía mientras toreaba, por eso muchas hojas aparecen con membretes de hoteles de diversas ciudades...

P.- Entonces se ha tenido que emplear a fondo para poder presentar algo publicable...
R.- Bueno, he tenido que transcribirla, corregirla, unificarla, ordenar los capítulos, porque no estaba muy claro el orden que él querría haberles dado, buscarles los títulos a cada uno, y también buscarle el título a toda la novela. En un principio se creía que podía ser Mariquilla la de las perlas negras, pero después de investigar un poco más concluí que el título era La amargura del triunfo, que es con el que se ha publicado al final, y es mucho más bonito.

P.- ¿Le pareció una buena novela?
R.- Hombre, no es Cervantes, claro, pero es muy buena novela. Él quería retratar el mundo del toreo por dentro, lejos del folclore. Su principal idea es la fuerza de la voluntad, como medio para superar todas las dificultades. La historia es muy autobiográfica, porque habla de las dificultades para abrirse paso de un chiquito humilde de Andalucía, y del desencanto del triunfo, cuando le llega.

P.- ¿Cómo ve la iniciativa legislativa popular que se vota hoy en Cataluña para prohibir los toros allí?
R.- Es, directamente, una operación política, que va en paralelo con los referéndum independentistas. Los antitaurinos aciertan en una cosa: la tauromaquia es una seña de identidad española. Pero se equivocan en otra, porque también es muy catalana. Desde el siglo XIV se celebran festejos taurinos allí, es la única ciudad del mundo que ha tenido tres plazas abiertas simultáneamente y muchos de sus intelectuales han estado muy vinculados a ella.

P.- ¿Qué es lo que más rabia le da de esta operación?
R.- Que se enmascara una maniobra política con la excusa de la defensa de los animales. Hay una prueba definitiva. Esquerra Republicana nunca ha dicho nada de prohibir los correbous, que son unos encierros a la catalana, en donde el toro sufre más que una plaza, porque la lidia es una estilización estética de un juego primitivo. ¿Por qué? Pues porque en el sur de Cataluña, cerca de Castellón, son muy populares. Allí obtienen muchos votos, que no quieren perder con una prohibición.

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