Carlos Alcaraz celebra una de sus victorias en Indian Wells.

Carlos Alcaraz celebra una de sus victorias en Indian Wells. REUTERS

Tenis

Carlos Alcaraz desvela un defecto de su juego y su mayor cualidad fuera del tenis: "Tengo que creer en mí mismo"

En un momento de dudas para el murciano ha salido a la luz una entrevista realizada en pretemporada por  Louis Vuitton.

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A punto de cumplir los 22 años, Carlos Alcaraz no solo se ha consolidado como una de las grandes figuras del tenis mundial, sino que también ha demostrado una madurez poco común para su edad.

En una reciente entrevista grabada en pretemporada y difundida por uno de sus principales patrocinadores, el tenista de El Palmar se abre sobre su evolución, las figuras clave en su carrera y la manera en que gestiona la presión en la élite del tenis.

En la conversación, publicada en el canal de YouTube de Louis Vuitton, Alcaraz habla con franqueza sobre el impacto que han tenido en su carrera tanto su entrenador, Juan Carlos Ferrero, como su padre, Carlos Alcaraz González.


Desde que comenzaron a trabajar juntos, la relación entre Alcaraz y Ferrero ha sido mucho más que la de un entrenador con su pupilo. Se ha convertido en un vínculo de confianza y crecimiento mutuo. "Probablemente, gracias a Juan Carlos sea el jugador que soy ahora mismo", admite el tenista. "Cuando empezamos a trabajar juntos, aprendí muchísimo de él. Hemos viajado mucho, hemos pasado por momentos buenos y malos, y en cada uno de ellos he crecido tanto como jugador como persona".

Si Ferrero ha sido el arquitecto de su evolución en el circuito profesional, su padre ha sido la chispa que encendió su amor por el tenis. Desde pequeño, Alcaraz compartió la pista con él, pero su padre siempre tuvo claro su papel.

"Mi padre ama el tenis y me transmitió esa pasión. Pero supo separar las cosas: durante la semana tenía mi entrenador y él nunca interfirió en mi formación. Hay muchos padres que no saben si son entrenadores o padres y terminan mezclando todo. Mi padre lo hizo muy bien: siempre respetó ese límite", explica Alcaraz.

El murciano reconoce que esta actitud fue clave para su desarrollo, ya que le permitió mantener una relación sana con el deporte sin la presión de tener que rendir constantemente ante su propia familia.

El desafío de Roland Garros

A medida que avanza la entrevista, la conversación se enfoca en un torneo que ocupa un lugar especial en su corazón: Roland Garros. Para un aficionado al tenis como él, pisar la mítica cancha Philippe-Chatrier es un sueño hecho realidad, pero también un reto mental.

"Es increíble jugar en Roland Garros. Desde pequeño he visto muchos partidos históricos ahí, pero no puedo permitirme pensar en eso cuando estoy en la pista. Si lo hiciera, me invadiría el pánico. En su lugar, me digo: 'Voy a ser parte de esta historia. ¡Vamos a por ello!'".

Carlos Alcaraz, durante el Masters 1.000 de Indian Wells.

Carlos Alcaraz, durante el Masters 1.000 de Indian Wells. REUTERS

Esta capacidad de mantenerse concentrado en el presente, sin dejarse abrumar por la historia y la magnitud del escenario, es una de las fortalezas que lo han llevado al éxito en su corta pero vertiginosa carrera.

Gestión de los momentos

Más allá de su talento y su físico privilegiado, uno de los aspectos que más han evolucionado en Alcaraz es su capacidad para gestionar los momentos de máxima presión. En la entrevista, explica su enfoque cuando el partido se vuelve complicado:

"En los momentos difíciles, me digo a mí mismo: 'Tienes que ir a por ello. Juega con tu estilo, cree en ti'. Si pierdo, al menos quiero quedarme con la sensación de que lo intenté hasta el final. Esa mentalidad me ayuda mucho".

Sin embargo, también reconoce que su instinto, aunque es una de sus mayores virtudes, a veces le juega en contra: "Me dejo llevar por las sensaciones y eso no siempre es bueno. En los momentos decisivos, cuando todo está muy ajustado, a veces actúo por instinto. Y aunque en algunas ocasiones funciona, muchas otras no. Creo que necesito seguir una estrategia más definida en esos momentos".

Al margen de la presión, los torneos y la exigencia del circuito, el murciano tiene claro que la clave de todo es el disfrute. Para él, jugar al tenis no es solo una profesión, sino una pasión que lo impulsa cada día. "No somos máquinas. Disfrutar en la pista es lo más importante. Si pierdo, si gano... al final, lo que más me llena es sentir satisfacción con lo que hago".