Puede resultar frívolo, con la que está cayendo, escribir sobre las repercusiones de una cuarentena estricta en tenistas profesionales. Por ello, antes de escribir estas líneas me gustaría dejar muy, muy claro que, en el orden de prioridades globales ahora mismo, lo primero es la salud y la seguridad de un país (en este caso Australia), que lleva muchos meses haciendo las cosas muy bien para poder estar ahora en la ‘plácida’ situación en la que están (sirvan las comillas para evidenciar que nunca debemos bajar la guardia con la covid). 

La salud y la seguridad son lo primero, y mucho después en el escalafón de prioridades, está la situación que están viviendo los tenistas en cuarentena estricta, y cómo esto les pueda estar afectando. Dicho de otra manera: la incomodidad de los tenistas jamás se acercará al sufrimiento que la covid está generando. Por favor, que quede claro. 

Dicho esto, seguro que muchos de los que estén leyendo estas líneas han estado o están actualmente teletrabajando. Hay a quien le encanta, y hay quien no lo soporta: cambio de espacio de trabajo, cambio de silla, de altura del ordenador, cambio de hábitos, menos movimiento… En Mobility Clinic recibimos diariamente multitud de pacientes con cervicalgias, lumbalgias y diferentes dolores derivados del teletrabajo. Ahora, imagínense que sus espacios de trabajo normalmente son una pista de tenis y un gimnasio, y que desarrollan su labor durante cuatro o cinco horas al día moviéndose sin descanso. El confinamiento estricto que algunos tenistas están sufriendo ahora mismo (14 días sin poder salir de la habitación para absolutamente nada), sería como nuestro teletrabajo elevado a la enésima potencia. 

¿Qué factores son los que más van a influir en su salud general y en su condición física una vez acabe este cuarentena? Hay distintos campos a tener en cuenta, de modo que empecemos con el más obvio: la pérdida de la condición física. Esto a su vez se puede desglosar en diferentes apartados, todos con mucha importancia: pérdida de movilidad articular, falta de fuerza, mala adaptación a los impactos… 

Los tenistas en cuarentena venían, o bien directos de la pretemporada, o de haber competido en un torneo antes de marchar a Australia. Esto quiere decir que a lo largo de las últimas cinco o siete semanas habían realizado un período de alto volumen de entrenamientos, tanto físicos como técnicos, sentando las bases para al menos el primer tercio de la temporada. 

El Abierto de Australia comenzará el próximo 8 de febrero entre extraordinarias medidas contra la covid-19.

El Abierto de Australia comenzará el próximo 8 de febrero entre extraordinarias medidas contra la covid-19. James Ross EFE/EPA

Suelen ser semanas muy exigentes y, dado el nivel de profesionalización que hay hoy en día en las ciencias de la actividad física y el deporte, todo se planifica al milímetro; cada entreno, cada carga… todo tiene un por qué y un cuándo. Los 14 días de cuarentena van a suponer un frenazo en seco para esos cuerpos, ya entrenados y listos para la batalla. Por mucho que los deportistas hagan en sus habitaciones rutinas de movilidad, entrenamientos de fuerza, sombras con la raqueta… no es comparable a las demandas que tienen en la pista. 

Además, no todos cuentan con material deportivo, por lo que sus entrenamientos se limitan al trabajo con autocargas (el propio peso corporal). ¿Cómo va a repercutir esto cuando puedan volver a entrenar? Lógicamente, el riesgo de lesión una vez retomen los entrenamientos es muy elevado. 

Sin duda presentarán déficits de movilidad articular, especialmente en las caderas y en la columna torácica. Sus tendones habrán perdido parte de su tolerancia a la carga, y su musculatura habrá perdido fuerza y resistencia. Por tanto, se moverán peor en la pista, su musculatura se sobrecargará con mayor facilidad y a nivel sistémico también se fatigarán más, puesto que es probable que hayan perdido cualidades cardiopulmonares. 

Existe otro factor importante en los tenistas, y son los impactos. El tenis es un deporte de impacto, como puede serlo la carrera, pero en el caso del deporte de raqueta, hay impactos tanto el los miembros inferiores como en los miembros superiores. El sistema músculo esquelético necesita una adaptación a los impactos, y tras un período prolongado de inactividad (en deportistas profesionales, 14 días es un período muy prolongado), la vuelta a la pista debe hacerse de forma progresiva, dándole tiempo al organismo a adaptar las cargas sin que se superen los umbrales de tolerancia. 

La pregunta es si los tenistas podrán realizar esa adaptación progresiva, o se verán envueltos en la vorágine competitiva antes de que sus cuerpos vuelvan a estar listos. Habrá torneos en marcha al día siguiente de que la mayoría de tenistas acaben su cuarentena, obligando a los jugadores o bien a renunciar a esa primera semana de competición, o a enfrentarse a ella sin haber hecho la transición adecuada para minimizar el riesgo de lesiones. Desde el punto de vista de las lesiones deportivas, es como lanzar una moneda al aire, esperando que salga cara. 

Hay otras variables a tener en cuenta cuando evaluamos de forma global la situación de estos jugadores. Una de ellas es la adaptación a las altas temperaturas del verano austral. Los tenistas suelen viajar con bastantes días de antelación a aquellos destinos donde las condiciones climatológicas son duras, y lo hacen por una buena razón: conseguir que el organismo se adapte a competir bajo mucho calor es algo que lleva tiempo, y necesita de una transición lógica y una adaptación progresiva. Pasar de estar catorce días en una habitación, a temperatura estable y sin haberse expuesto ni al sol, ni a las altas temperaturas o la humedad, a tener que enfrentarse a entrenamientos o partidos exigentes bajo condiciones de mucho calor y humedad pueden generar deshidrataciones y situaciones complicadas en los tenistas cuya tolerancia no sea demasiado buena. 

Los cambios en la dieta es otro factor que puede influir en el rendimiento futuro de los jugadores confinados. Cada deportista tiene sus pautas alimentarias; algunos no comen gluten, otros rechazan los lácteos… Me consta que el Abierto de Australia les proporciona a los jugadores confinados diferentes opciones de menú, y que si estos no se adaptan a sus necesidades, pueden pedir comida en otros restaurantes, pero sin duda están en una situación excepcional y es seguro que sus dietas estarán sufriendo modificaciones, con las implicaciones que esto puede tener cuando vuelvan al entrenamiento o a la competición.  

Por último, pero no por ello menos importante, está el factor psicológico y emocional. Lejos de querer profundizar en un área que no domino, es más que probable que todos los tenistas confinados estén sufriendo niveles de ansiedad o de frustración importantes, viendo cómo el duro trabajo realizado durante la pretemporada se va perdiendo poco a poco. Algunos lo encontrarán injusto, otros infructuoso, y estos pensamientos pueden ser contraproducentes, y más cuando no tienes grandes ocupaciones durante el día, estás sólo, fuera de tu hábitat natural y lejos de tus seres queridos.  

Intentando sacarle el lado positivo a esta situación, hay tenistas que están aprovechando estos días para ‘entrenar’ de otra manera. Visualización, análisis de partidos, trabajo muscular analítico y específico... si hay ganas de trabajar, sea en la situación que sea, siempre hay margen de mejora. 

Esperemos que este confinamiento no derive en muchas lesiones pero, sobre todo, que el Abierto de Australia sea un torneo seguro, y podamos disfrutar del tenis. Que lo que nos une sea más fuerte que lo que nos separa.

 *** Blanca Bernal es la fisioterapeuta de la tenista Bianca Andreescu y directora de Mobility Clinic.