Nadal, devolviendo una bola en Roland Garros.

Nadal, devolviendo una bola en Roland Garros. Etienne Laurent Efe

Tenis Roland Garros

Una semifinal en el reino de Nadal

El mallorquín, que se mide este viernes a Dominic Thiem, aprovecha como nadie las características de la pista central de Roland Garros.

9 junio, 2017 02:34
París (enviado especial)

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A Dominic Thiem le duele el brazo derecho. Se juega el tercer set de la segunda ronda de Roland Garros 2014 en la pista central y el austríaco está agotado de golpear reveses a una mano cinco metros tras la línea de fondo, donde acaba irremediablemente encerrado. Es Rafael Nadal quien le obliga a repetir ese movimiento una vez otra, empujándole con su derecha alta hacia atrás y dejándole sin voz en un partido que hace suyo de un bocado. Este viernes, tres años más tarde del primer cruce entre los dos, el número siete se mide al nueve veces campeón del torneo (2-4 en el cara a cara) por una plaza en la final de Roland Garros en un encuentro completamente distinto. Algo, sin embargo, no ha cambiado: el rey juega de nuevo en su territorio.

“Si hay algo difícil en este deporte es ganar a Nadal en la Philippe Chatrier”, aseguró Carlos Moyà, uno de los técnicos del número cuatro mundial. “Si tuviese que poner mi vida en juego con Rafa elegiría ese escenario, solo hay que ver el récord que tiene en esa pista”, prosiguió el campeón de un grande. “Los espacios son muy grandes, el rival pierde un poco la referencia y es complicado saber donde está situado. Lógicamente, Nadal juega mucho con eso”, confesó.

“Hay pistas que facilitan un tipo de juego y es curioso porque todas miden igual”, argumentó Toni Nadal, tío y entrenador del campeón de 14 grandes. “Si juegas en una pista pequeña sueles ser agresivo, en una grande tiendes a irte un poco más atrás”, añadió el técnico balear. “Cuando te abren ángulos te vas todavía más lejos y pierdes un poco la referencia”, apuntó. “La Chatrier es una pista más complicada”, coincidió Nadal. “Cuando has jugado varios partidos es diferente, pero al principio hay que adaptarse porque es fácil perder las referencias”, continuó el mallorquín. “A mí históricamente me ha ayudado, pero es cierto que de primeras impresiona y cuesta”.

Nadal, en un encuentro en Roland Garros.

Nadal, en un encuentro en Roland Garros. Etienne Laurent Reuters

No existe jugador que se haya entendido mejor con la pista central de Roland Garros. Nadie como Nadal ha sabido explotar sus virtudes en un escenario que castiga a los novatos, perdidos entre el espacio que hay a los lados y en los fondos, sin saber cómo colocarse y qué hacer para no perder metros y terminar arrinconados contra la grada sin darse cuenta. Nadie como el mallorquín ha podido aprovechar tanto las características de la Chatrier para atacar defendiendo, devolviendo a la vida puntos muertos gracias a su capacidad de recuperar pelotas imposibles. Posiblemente, nunca nadie se llevará tan bien con una pista como Nadal se lleva con la central de Roland Garros.

“La pista es muy grande”, examinó Àlex Corretja, dos veces finalista (1998 y 2001) del segundo grande del año. “El estilo de Rafa, que juega con tantas bolas altas y que te envía tan al fondo, hace que los rivales lo vean todo muy difícil, sobre todo a la hora de atacar”, reconoció el ex número dos del mundo. “Hay muchas bolas que en una pista normal ya tocarías la valla y en cambio en la Chatrier puedes recuperar. Cuando él ataca tiene al rival muy atrás. Si no te das cuenta de que te estás yendo uno o dos metros por detrás de la línea de fondo es cuando realmente no le haces daño”, desgranó. “Hasta que no juegas muchas veces en esta pista no te das cuenta de que no eres capaz de hacer tanto daño a tu rival como en una pista normal”.

Nadal ha jugado 79 partidos en Roland Garros (77 victorias y dos derrotas) y más del 80% han sido en la Chatrier. En todos estos años ha tenido tiempo de sobra para conocer los secretos de la pista más exigente del circuito. A Thiem, que desafía la candidatura del español a su décima Copa de los Mosqueteros, le queda todavía muchísimo por aprender del templo de la tierra, y quizás no llegue ni a la mitad de lo que sabe Nadal. De entrada, el aspirante tiene un problema: juega el viernes en el reino de su rival.