Nadal, durante el partido ante Dimitrov en Pekín.

Nadal, durante el partido ante Dimitrov en Pekín. EFE

Tenis TENIS

Lo que Nadal se juega en Asia

El mallorquín, eliminado en cuartos de final de Pekín por Grigor Dimitrov (2-6 y 4-6), busca clasificarse por duodécima temporada consecutiva para la Copa de Maestros de Londres, el único gran torneo que le falta.

8 octubre, 2016 02:31

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El frenazo fue brusco y violento. Después de llegar a cuartos de final del torneo de Pekín exhibiendo una de sus mejores versiones de la temporada, Rafael Nadal dijo adiós (2-6 y 4-6 ante el búlgaro Dimitrov) en un partido gris en el que sufrió horrores para ganar cada punto. El español, que buscaba repetir como finalista en China (perdió el título en 2015 contra Novak Djokovic), sigue buscando en la gira asiática (desde el lunes jugará el Masters 1000 de Shanghái) la clasificación para la Copa de Maestros de Londres, el torneo que reúne a los ocho mejores jugadores del año. Aunque de regreso a Europa todavía tendrá dos oportunidades de hacerlo (Basilea y París-Bercy), cumplir el objetivo antes de esa fecha límite sería la mejor noticia para vivir sin presión el tramo final del calendario.

“Evidentemente es importante”, reconoció a este periódico Francis Roig, el entrenador que acompaña al campeón de 14 grandes en Pekín. “La Copa de Maestros es una motivación, pero lo que tratamos de aquí a final de año es acabar con el ránking más alto posible para que la próxima temporada pueda ir con los cabezas de serie de arriba en los sorteos y evitar que los cuadros sean tan complicados desde el principio”, prosigue el técnico catalán, pensando ya en 2017, un curso clave para el español porque debería marcar exactamente dónde se encuentra y a qué puede luchar en la etapa final de su carrera. Antes, un partido mal jugado de principio a fin.

En una noche llena de borrones, Nadal cedió sus cinco primeros saques del encuentro, tardó 59 minutos en ganar el primero y cuando se dio cuenta tenía perdido el partido (2-6 y 1-3). Dimitrov aprovechó el mal día al servicio de su rival y devoró la victoria demostrando tres marchas más que su contrario. Ordenado y certero, dos cualidades que ha reforzado de la mano de su nuevo entrenador (Daniel Vallverdú, extécnico de Andy Murray o Tomas Berdych), el búlgaro se lanzó a por el mallorquín, deshilachado en errores no forzados (32), y celebró su primera victoria ante Nadal tras perder los siete encuentros anteriores.

“Estaba jugando bien”, se lamentó el español tras el partido, consciente de su nivel ante Paolo Lorenzi en primera ronda y contra el francés Mannarino en octavos. “Hoy siento que he estado mal en muchos aspectos. Perder cinco veces el saque de forma consecutiva es algo que no puedes hacer para ganar un partido como este”, continuó el número cuatro del mundo. “He tenido malas sensaciones psicológicamente hablando porque estaba perdiendo y sufriendo cada vez con mi servicio, y así todo el tiempo”, añadió. “De Pekín me llevo 90 puntos. No es gran cosa, pero quizás pueda ayudarme para estar en Londres”.

Tras la derrota en Pekín, Nadal pone rumbo a Shanghái en la séptima posición de la carrera a la Copa de Maestros con 3.290 puntos, a 420 de Tomas Berdych (noveno, el primero que se quedaría fuera). Con tres plazas ya aseguradas (Djokovic, Andy Murray y Milos Raonic), el mallorquín tiene margen suficiente para clasificarse en los tres torneos que le quedan por jugar (2.500 puntos en juego), pero un resbalón sumado a algunas buenas actuaciones de sus perseguidores podrían hacer peligrar su presencia en la última cita de 2016.

Sin continuidad en 2016

A diferencia de 2015, cuando Nadal planteó la gira asiática y los últimos torneos del calendario como una lanzadera para el siguiente año, el mallorquín aterrizó este curso en Pekín sin la necesidad de buscar grandes ajustes en su juego. Si la temporada pasada Nadal se enfrentó a una renovación completa, esta debía encontrar la continuidad que le ha abandonado durante varios torneos de la temporada, posiblemente lo que le ha faltado para aspirar a grandes cosas.

“No es como el año pasado”, aseguró Roig sobre el planteamiento. “En 2015 el objetivo claro era coger una dinámica de juego de cara a 2016. Esta temporada ha jugado bastante bien lo que ha podido jugar”, siguió. “Ha estado lesionado en muchos torneos importantes y, pese a eso, la gira de tierra batida fue buena, aunque tuviese que abandonar en Roland Garros”, recuerda sobre la lesión en la vaina cubital posterior de la muñeca izquierda que mantuvo al balear más de dos meses fuera del circuito.

“El partido del Abierto de los Estados Unidos fue una pena porque venía jugando bien, cada vez mejor”, dijo el entrenador sobre el duelo de octavos que Nadal perdió ante Lucas Pouille. “Falta un poquito, jugar cuatro o cinco partidos seguidos buenos, pero ha competido bien durante el año. Se trata de seguir con la dinámica de esta temporada. Ha encontrado la manera de jugar y cuando se siente bien es capaz de aplicarlo”.

En Pekín, sin embargo, ocurrió lo mismo que Roig radiografío con precisión de cirujano: tras jugar dos buenos partidos, Nadal perdió la buena línea, se desconectó y se marchó preguntándose qué había pasado para enseñar dos caras tan distintas en tan poco tiempo.