Los aficionados pasan por Roland Garros con paraguas.

Los aficionados pasan por Roland Garros con paraguas. Gonzalo Fuentes Reuters

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¿Qué consecuencias tiene la lluvia para Roland Garros?

Obligada por el temporal, la organización suspende al completo la jornada del lunes, y subraya la necesidad de modernizar las instalaciones del torneo, sin techo retráctil en ninguna de las pistas.

30 mayo, 2016 18:24
París

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Minutos antes de que la organización de Roland Garros tomase la decisión de suspender por completo la jornada de octavos de final, con una lluvia incesante descargando sobre París, Novak Djokovic apareció por la zona de jugadores con una toalla blanca cubriéndole la cabeza, como anticipando lo que iba a suceder. 16 años después (30 de mayo del 2000), los organizadores volvieron a cancelar todos los partidos antes de que se jugase un solo punto. La medida resaltó una evidencia que viene de lejos: el torneo necesita una remodelación urgente.


“Esto demuestra que necesitamos modernizar nuestras instalaciones”, explicó Guy Forget, director de Roland Garros. “Queremos hacerlo para 2020. Llevamos 15 años hablando del techo. ¡Hay que hacer algo! ¡Es una necesidad!”, pidió desesperado. “Es una cuestión de respeto para el público, para la gente que viene de lejos y para los jugadores que están esperando horas y horas en las salas comunes y en los vestuarios”, añadió, deslizando la posibilidad de cambiar el día de la final si los jugadores se veían obligados a jugar encuentros seguidos a cinco mangas, algo que podría ocurrir porque las previsiones son iguales para los próximos días. “También es malo para los espectadores, que llevan un año esperando para ver el torneo en televisión. Nos toca esperar, esperar y esperar. Mientras, Wimbledon, Australia y Nueva York tienen nuevo techo, nosotros vamos a tener que esperar hasta 2020 para tener el nuestro”, se despidió resignado.


Roland Garros, el único de los cuatro torneos del Grand Slam sin cubierta retráctil (el Abierto de los Estados Unidos estrenará techo esta temporada), inició hace años un plan de remodelación que ha sido frenado en varias ocasiones, llegando a pasar por los tribunales. Además de techar la pista Philippe Chatrier, los organizadores planeaban remodelar la Suzanne Lenglen y crear un nuevo estadio de 1400 metros (más de 5000 asientos) donde ahora mismo se encuentran los invernaderos de Auteil. Distintas asociaciones ecologistas frenaron la expansión, argumentando que esas plantas eran intocables. A la vez, los habitantes de la zona se quejaron de las consecuencias que tendría colocar un techo en la central, estropeando las vistas actuales por la altura que adquiriría el estadio.


“He estado hablando con ellos desde hace 20 años para que tengan una pista cubierta”, reconoció Ion Tiriac, exjugador y hoy propietario del Mutua Madrid Open. “En Madrid me escucharon y tenemos algo que no tienen en el resto del mundo [tres pistas cubiertas]. Hay una cosa en este país que se llama democracia. Hoy todavía hay 10 personas que están a medio kilómetro de aquí que dicen no al techo”, dijo, recordando el conflicto que mantiene el torneo con los vecinos de la zona. “El gobierno dijo sí, la ciudad dijo sí, la Federación Francesa tiene tanto dinero como los bandidos, pero los otros dicen no”, insistió. “18 metros es algo demasiado alto y a mí me molesta. No lo ven, pero les molesta. No sé por qué los franceses son los más democráticos que hay en este mundo”, criticó el rumano.


“En todo el mundo hay una cosa que se llama interés nacional”, aseguró Tiriac, como siempre, directo en su discurso. “Y si hay una autopista que debe pasar por allí, te quitan el terreno tuyo y te pagan lo que vale. Si no estás contento, te vas a los tribunales. Si ganas te pagan 10 veces más, pero la autopista sigue yendo por allí”, dijo, finalizando la comparación. “Y lo del techo no lo van a hacer ni el año que viene, ni el otro, ni el otro. Que si un tribunal, que si otro… Se llama democracia y en mi libro no está esta palabra”.


PÉRDIDAS MILLONARIAS


A media mañana, la suspensión llegó por sorpresa al vestuario, alterando los planes de los jugadores y obligando a muchos a realizar un esfuerzo extra, porque si ganan mañana (los octavos) deberán jugar al día siguiente los cuartos. Mientras los tenistas debatían sobre el techo, la organización se disponía a devolver el dinero completo de todas las entradas de la jornada, algo que está en las normas (si no se juega una hora deben hacerlo). Como para las televisiones, el torneo se enfrentó a unas importantes pérdidas tras decidir suspender la jornada.


“Hay que reflexionar”, pidió Xavier Budó, entrenador de Carla Suárez. “Lo que ha ocurrido hoy es algo malo para el tenis”, prosiguió el preparador de la número 14 del mundo, programada para jugar su partido de octavos en el segundo turno de la pista Suzanne Lengle contra la kazaja Putintseva. “Estos torneos necesitan evolución. El deporte y la vida tienen que tener evolución”, insistió. “Que a la una y media del mediodía esté todo suspendido en un Grand Slam es muy negativo. Las televisiones, los aficionados, los patrocinadores… para todo lo que genera el tenis es malo. El tenis lo forma mucha gente que hoy sale perjudicada”, cerró el catalán.


“París gana por este torneo como mínimo 400 millones de euros, directos”, apuntó Tiriac. “¿De qué hablamos? A parte del Tour de Francia, no hay otra competición tan grande en Francia como Roland Garros. Las pérdidas de hoy serán de unos 100 millones, seguro. De publicidad, de televisiones… ¿Qué le vas a decir a 210 países? ¿Que llueve? Se van a reír, se van a reír mucho”, aseguró el rumano.


“Tampoco hay que dramatizar”, suavizó Francisco Fogués, técnico de David Ferrer. “Con días malos como los que hemos tenido, el torneo ha seguido su marcha natural. La previsión parece que no es muy buena. Se habla mucho de que no hay pistas cubiertas ni tampoco con luz, pero están en ello”, recordó. “De momento, las condiciones son éstas. Lo bueno de Madrid, por ejemplo, es que sabes que vas a poder acabar porque tiene tres estadios cubiertos”, se despidió el entrenador del alicantino.


En París, la misma historia de la última década. En pleno 2016, con la tecnología moviendo el mundo, el juego se volvió a parar por algo tan previsible como la lluvia. Lo peor, sin embargo, está por llegar: de momento, el problema no tiene solución.