Miles de aficionados, durante una competición de dardos. EFE
De los pubs de Londres a Riad: Barry Hearn y el reto de adaptar los dardos a la cultura saudí bajo la polémica del alcohol
Por primera vez las Series Mundiales tendrán un evento oficial en el país árabe donde no está permitido el alcohol, algo que ha generado mucha controversia entre los aficionados.
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Los dardos viajan de Londres a Riad con más equipaje del esperado. Barry Hearn traslada la Professional Darts Corporation al corazón de Arabia Saudí, donde la prohibición del alcohol transforma radicalmente un espectáculo nacido entre cervezas y cánticos.
El salto de los dardos a Arabia Saudí no es solo geográfico: simboliza un cambio cultural profundo. Barry Hearn y la PDC llevan la World Series a Riad, en un teatro sin alcohol, no el Mundial de Ally Pally. ¿Puede adaptarse el espectáculo sin perder su alma?
La cultura de los dardos nació en pubs, con cerveza, cánticos y rituales compartidos. Ese ambiente hizo del deporte un fenómeno popular y televisivo. Trasladarlo a un recinto "seco" en Riad altera esa liturgia.
🌏 Four continents
— PDC Darts (@OfficialPDC) October 5, 2025
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El jugador Gerwyn Price sostiene que "un entorno sin alcohol reduce hooliganismo y presión tóxica, favoreciendo la concentración". Sin embargo, muchos aficionados temen que se descafeíne la experiencia, que se apaguen los coros y la identidad festiva que distingue a los dardos.
El Global Theater de Riad, con aforo reducido y reglas estrictas sobre bebidas, impone otro tipo de atmósfera. Más control, menos estridencia. La televisión tendrá que trabajar con sonido distinto y realizar encuadres que compensen el menor "ruido" ambiental. El producto cambia inevitablemente de textura narrativa.
En medio del debate, Barry Hearn marca la línea: respetar leyes y tradiciones locales. "Si no se puede beber, no se bebe". Es la postura del promotor global que prioriza abrir mercados y profesionalizar formatos. No impone valores europeos; adapta el espectáculo al marco anfitrión.
Been so happy with my darts this week and all the work has paid off❤️ world grand prix champ🫡🏆 pic.twitter.com/x3r2VsQGli
— Luke Littler (@LukeTheNuke180) October 12, 2025
Luke Humphries, número 1, ha mostrado pragmatismo: crecer globalmente es parte del trabajo. Pero la voz que más ha resonado es la de Luke Littler: "Definitivamente no iría allí para el Mundial, creo que tienes que mantenerlo en Ally Pally". Acepta Riad para exhibición, rechaza mover el templo.
Esa dualidad de Littler condensa el dilema del deporte. Sí a la expansión controlada, no a tocar la joya de la corona. Refuerza la idea de que el Mundial es identidad y rito, algo más que un torneo. La World Series, en cambio, es el laboratorio para experimentar formatos.
Las redes reflejan la fractura. Unos celebran la "limpieza" del entorno y la oportunidad de ganar nuevos públicos. Otros denuncian "vender el alma" a cambio de cheques. Entre ambos, una mayoría silenciosa se pregunta si la esencia es el talento en la diana o el coro en la grada.
El imperio de Hearn
Para entender la apuesta, hay que mirar a Barry Hearn más allá de los dardos. Como arquitecto de Matchroom ya ha llevado snooker y grandes veladas de boxeo a Riad, bajo la lógica de eventos-tractor que proyectan prestigio y audiencia.
La asociación con temporadas de entretenimiento saudí y promotores locales encaja en una estrategia de "hub" regional con recursos, visibilidad y voluntad de liderazgo deportivo.
Barry Hearn. EFE
Ese método conlleva costes reputacionales. La discusión sobre sportswashing está en el centro: el uso del deporte para pulir imagen internacional. Hearn asume el debate apostando por el argumento del intercambio cultural y el crecimiento del juego. Sus críticos exigen líneas rojas más claras y coherencia ética.
Arabia Saudí, por su parte, integra el deporte en su hoja de ruta de diversificación y soft power. Tras Fórmula 1, golf y boxeo, los dardos aportan transversalidad y público europeo. Es un ecosistema que combina infraestructuras, promoción masiva y un relato de modernización social cuidadosamente comisariado.
Daños colaterales
La ausencia de alcohol no es un detalle menor. Afecta patrocinios, hospitalities y el tono de activaciones. Se abre espacio a marcas no alcohólicas, tecnologías de fan engagement y experiencias premium alternativas.
En televisión, el reto es trasladar intensidad sin el "rugido" típico. Más foco en micrófonos de mesa, latidos del marcador, primeros planos y grafismos dinámicos. La narrativa puede virar hacia lo técnico y lo táctico, destacando ritmos de piernas, respiración, microgestos y presión en momentos de doble.
nunca voy a superar la entrada de este tío del mundial de dardos pic.twitter.com/LIC8uQNUQX
— Spooky Paquez 🎃 (@Pkoweru) October 1, 2025
El negocio medirá éxito con ocupación, audiencia y repercusión internacional. Si Riad llena, la emisión funciona y la conversación se mantiene alta, la PDC validará el formato "en seco" como opción replicable. Si la atmósfera resulta plana, crecerá la resistencia a repetir fuera de plazas tradicionales.
Las palabras de Littler funcionan como brújula. Aceptar el reto saudí para exhibir grandeza, pero defender que el Mundial permanezca donde suena como un himno. Esa frontera mental ordena el calendario emocional del aficionado y ofrece a la PDC una ruta de convivencia entre tradición y expansión.