Jorge Lorenzo, subido a un Lamborghini Aventador SVJ 63 Roadster de su colección

Jorge Lorenzo, subido a un Lamborghini Aventador SVJ 63 Roadster de su colección Lamborghini

MotoGP

Jorge Lorenzo (38), expiloto, sobre invertir en coches: "Compré un Pagani por 2,4 M€ y en 2 años me daban el doble"

El cinco veces campeón del mundo de motociclismo encontró en los bólidos de lujo su nicho de inversión en lugar de la bolsa o los inmuebles.

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Para Jorge Lorenzo, el rugido de un motor ya no es solo sinónimo de competición, sino de rentabilidad.

El pentacampeón del mundo de motociclismo, retirado de los circuitos desde 2019, ha encontrado en los hipercoches un nicho de inversión que, según sus propias cuentas, supera con creces los márgenes del ladrillo o la bolsa tradicional.

Lo que para muchos podría parecer un capricho de millonario, para el mallorquín es una estrategia financiera calculada al milímetro: comprar 'unicornios' sobre ruedas que multiplican su valor mientras duermen en el garaje.

Lorenzo no oculta su pasión por el lujo, pero distingue claramente entre el gasto y la inversión inteligente. Su filosofía se basa en adquirir modelos de series limitadas, vehículos tan exclusivos que su demanda siempre supera a la oferta, blindando su precio ante las fluctuaciones del mercado.

Lejos de la depreciación inmediata que sufre un turismo convencional al salir del concesionario, las joyas que habitan en el garaje del expiloto funcionan como obras de arte revalorizables.

Pagani Huayra Roadster, una de las joyas de la colección de Jorge Lorenzo

Pagani Huayra Roadster, una de las joyas de la colección de Jorge Lorenzo

El ejemplo más espectacular de su cartera es su Pagani Huayra Roadster, una pieza de ingeniería italiana de la que solo existen 100 unidades en todo el mundo. Su adquisición no fue solo un "auto-regalo", como se especuló en su momento, sino una operación maestra.

"El Pagani Huayra Roadster me costó 2,4 millones de euros. A los dos años de tenerlo, ya me ofrecían el doble. Es una locura, pero son obras de arte que no pierden valor, al revés", confesó recientemente en el canal Dura la Vita, donde suele abordar temas económicos con total naturalidad.

Esta rentabilidad explosiva es la que lleva a Lorenzo a defender el motor por encima del 'Real Estate', sector en el que se inició como inversor en 2005. Aunque reconoce la seguridad del ladrillo, la velocidad de retorno de sus vehículos es incomparable.

"Comprar pisos está bien, es seguro. Pero la rentabilidad es mucho más lenta y tienes problemas con inquilinos, reformas...", defiende.

Otro caso de éxito en su colección es el Porsche 918 Spyder, un híbrido de alto rendimiento que adquirió cuando su cotización aún no se había disparado. "Lo compré por un millón de dólares y ahora se vende por millón y medio. Es un 50% de rentabilidad en pocos años. ¿Qué piso te da eso?", se pregunta, desafiando la lógica tradicional del inversor conservador.

Su estrategia se alinea con la de grandes patrimonios que buscan activos refugio alternativos. Lorenzo busca lo que él llama "activos que se aprecian", huyendo de la depreciación estándar del 20-30% que afecta a la mayoría de los vehículos.

Modelos como el Ferrari LaFerrari completan una 'Santísima Trinidad' automovilística que le sirve de plan de pensiones. "Yo no compro para perder dinero, compro para disfrutar y ganar dinero a la vez", sentencia.

Para el expiloto, la fórmula es sencilla: disfrutar del activo el fin de semana sabiendo que, el lunes por la mañana, vale más que el viernes anterior. Una vuelta de tuerca al concepto de inversión donde el placer de conducir se convierte, paradójicamente, en el negocio más lucrativo de su vida fuera de las pistas.