Tiger Woods, en su última participación en el Open Británico 2024

Tiger Woods, en su última participación en el Open Británico 2024 Europa Press

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50 años de Tiger Woods: de revolucionario del golf a magnate que resurge de sus demonios personales

Eldrick Tont, nombre real del mito, tiene un imperio valorado en más de 1.000 millones de dólares y ahora construye las bases del futuro PGA Tour.

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Tiger Woods cumple cincuenta años. La fecha marca un hito simbólico en la vida de quien transformó el golf de un deporte aristocrático en un fenómeno de masas global, pero también marca una encrucijada: por primera vez en su carrera, la incertidumbre sobre su futuro es mayor que su certeza de victoria.

Woods a los 50 es una paradoja viviente. Mientras el golfista lucha contra lesiones crónicas que lo mantienen alejado de las competiciones desde julio de 2024, el empresario ha construido un imperio valorado en más de 1.000 millones de dólares que le posiciona como una de las figuras clave en la reestructuración del golf profesional mundial.

Es, simultáneamente, el atleta que casi desaparece en sus propios demonios y el ejecutivo que resucita como arquitecto del futuro.

El revolucionario

Cuando Tiger ganó el Masters de Augusta a los 21 años en 1997, anunció la llegada de una nueva era. Su dominio fue asfixiante: 15 títulos de Grand Slam -14 de ellos repartidos hasta 2008-, 82 victorias en el PGA Tour (empatando a Sam Snead), récords de consistencia que parecían imposibles de batir.

Un joven Tiger Woods durante su participación en el Masters de Augusta 1997

Un joven Tiger Woods durante su participación en el Masters de Augusta 1997 Reuters

No solo ganaba; transformaba el deporte. Su velocidad de swing, su atletismo, su capacidad mental de cerrar torneos bajo presión redefinieron lo que era posible en el golf.

Durante los años 2000, Tiger fue prácticamente imbatible. Su presencia en un torneo determinaba el comportamiento de la competencia; los rivales jugaban para llevarse la plata a su sombra. Los patrocinadores lo perseguían, las audiencias televisivas se multiplicaban cuando jugaba, su imagen comercial se convirtió en símbolo de aspiración global.

Hasta que todo se derrumbó.

El abismo

El 27 de noviembre de 2009, un accidente automovilístico en las primeras horas del día disparó una revelación que cambió la narrativa de Woods para siempre. Lo que comenzó como un episodio doméstico evolucionó en una confesión de infidelidades masivas durante su matrimonio con Elin Nordegren. 121 amantes. El número escandalizó.

Perdió patrocinadores millonarios en cascada: Nike, Gatorade, Gillette, Electronic Arts. Su divorcio en 2010 le costó 300 millones de dólares. Pero las consecuencias financieras palidecían ante el colapso personal. Woods confesó adicción al sexo y drogas.

La foto policial de Tiger Woods tras su arresto en 2017

La foto policial de Tiger Woods tras su arresto en 2017

Las lesiones de espalda se multiplicaron: siete cirugías en poco más de una década. En 2017, fue arrestado bajo los efectos de cinco drogas diferentes tras dormirse al volante, un momento que marcó el fondo del pozo.

Durante años desapareció del calendario competitivo. Sus apariciones eran esporádicas, deprimentes, testimonios de un atleta cuyo cuerpo se descomponía mientras su mente se recomponía lentamente. Sus rivales ganaban majors. El golf seguía adelante sin su brújula.

La resurrección

Entonces llegó abril de 2019. El Masters de Augusta. Tiger llevaba once años sin ganar un major, catorce desde su última victoria en Augusta. A los 43 años, con el cuerpo destrozado por cirugías y el alma cicatrizada por el escándalo, regresó.

Tiger Woods levantando el trofeo del Masters de Augusta 2019

Tiger Woods levantando el trofeo del Masters de Augusta 2019 Curtis Compton TNS via ZUMA Wire / DPA

No solo regresó: ganó. Y lo hizo de manera que trascendía lo deportivo. Fue una victoria de la voluntad sobre el tiempo, del presente sobre el pasado. Su quinto chaqueta verde, su decimoquinto major, le colocaba a tres del récord de Jack Nicklaus.

Fue un acto de purificación que resituó a Woods no como un caído, sino como un superviviente. El golf volvió a ser sobre Tigers Woods; no porque dominara, sino porque su presencia en el campo transformaba la narrativa en algo mayor que la competición misma.

El presente: empresario y fantasma

Pero los últimos 18 meses han revelado que el cuento de hadas tiene límites biológicos. Tras su última aparición en el Open Británico de julio de 2024, Woods encadenó cirugías: espalda en septiembre, tendón de Aquiles en marzo, disco lumbar nuevamente en octubre. No compite desde hace año y medio. En declaraciones recientes confirmó estar "muy lejos" de conocer su futuro para 2026.

Tiger Woods, en el Genesis Invitational Golf

Tiger Woods, en el Genesis Invitational Golf Europa Press

En paralelo, el golfista se transformó en empresario. Es presidente del Comité de Competición Futura del PGA Tour, diseñando la batalla contra el LIV Golf financiado por Arabia Saudí.

Cofundó TMRW Sports, valorada en 500 millones de dólares, que gestiona la TGL, una innovadora liga de golf por equipos. Lanzó su propia marca de ropa, Sun Day Red, tras romper 27 años de vinculación con Nike. Sus inversiones abarcan desde diseño de campos hasta cadenas de restaurantes.

Durante la rueda de prensa previa al Hero World Challenge en Bahamas hace semanas, Woods explicó su visión : "Estamos trabajando con todos nuestros socios para crear el mejor calendario y producto para entregar todo eso en el 2027".

El enigma a los 50

Tiger Woods cumple cincuenta años en una encrucijada. Las reglas del Champions Tour lo esperan si decide jugar en una categoría para veteranos. Pero su rol como empresario clave en la reestructuración del golf sugiere que su verdadera batalla transcurre en las salas de juntas, no en los greens de Augusta.

Ha derrotado sus demonios personales, alcanzado la redención competitiva y construido un imperio empresarial. La pregunta que flota sobre su quincuagésimo cumpleaños es si el golfista logrará una última victoria más: regresar nuevamente a la competición, o si esta vez la crónica final será la del magnate que conquistó el deporte desde el poder, no desde la gloria.

El Tiger de 50 años no necesita ganar ya. Pero el competidor que hay en él probablemente nunca lo acepte completamente.