Sergio Ramos celebra su gol ante un Messi cabizbajo.

Sergio Ramos celebra su gol ante un Messi cabizbajo. EFE

1ª División LIGA SANTANDER

La última picadura de Ramos enmudece al Camp Nou

El capitán del Madrid marca en el último minuto en el Camp Nou y rescata un punto para el Madrid (1-1) en un Clásico insulso y en el que predominó el miedo. 

3 diciembre, 2016 18:37

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Si el fútbol español tuviera que exportar algo, seguramente lo primero que se elegiría sería un Barcelona - Madrid. Pero si lo hacen, que mejor muestren el del año pasado o el del anterior, no el de este sábado. El Clásico en el Camp Nou fue el más insulso en años, donde el miedo pudo a cualquier otra cosa. El Barça, acuciado por la tabla, no quiso durante muchos minutos arriesgar. El Madrid, con margen en la misma clasificación, tampoco quiso alegrar su juego. Y así salió, un duelo que bien se podría declarar nulo. [Narración y estadísticas: Barcelona 1-1 Real Madrid]

A lo que no llegan los entrenadores y sus pizarras es a esas cosas aleatorias del fútbol. Por ejemplo, nadie puede controlar que Sergio Ramos se vista de salvador una y otra vez. Porque el camero vuelve a ser protagonista por un gol, otro de cabeza, que regaló un empate raro al Madrid, ya que lo consiguió cuando peor estaba y lo dejó escapar en sus mejores minutos. Del Barça, mejor hablar de Iniesta. Andrés apareció como figura celestial para darle otro aire, con más fluidez, a un equipo muy estático que se ahogó en el centro del campo y que estuvo mucha parte del encuentro a expensas de lo que quería hacer el Madrid.

La primera parte bien se podría analizar de penalti en penalti y no de ocasión en ocasión, porque hubo más de lo primero que de lo segundo. Los primeros 45 minutos acabarán siendo el paraíso de los amantes de la táctica, de aquellos que analizan cualquier movimiento por muy intrascendente que sea. Los planteamientos de Zidane y Luis Enrique chocaron y dejaron al Clásico en un punto muerto, con el balón correteando por el centro del campo sin apenas llegar a las porterías. En esa situación mandó Modric, que se comió, de golpe, a Rakitic, Busquets y André Gomes. Pero el partido estaba espeso, con una excesiva e impropia tranquilidad de un duelo de este nivel. Daba alergia llegar a los áreas, tomando el mínimo riesgo ambos equipos. Había mucho miedo.

Recuperamos los penaltis porque Clos Gómez no vio ninguno y eso que hubo varios. Pero el colegiado no quiso mojarse. Llegó al Camp Nou rodeado de críticas por ambos lados y solo iba a decidir en aquello que fuera verdaderamente claro. Por eso no pitó nada en cuatro acciones polémicas. Primero uno de Mascherano sobre Lucas Vázquez, nada más arrancar el partido. El argentino derribó con la cadera al jugador gallego pero no se señaló nada. Después unas manos de Sergio Ramos a centro de Sergi Roberto. Más tarde unas manos de Rakitic a la salida de un saque de esquina. Y, para más inri, otras manos de Carvajal a un centro de Jordi Alba. 

Pero todo cambió como cambia casi siempre un partido. Con un gol. El Barcelona aprovechó su efectividad para trastocar todos los planes. Neymar lanzó una falta y Suárez, que partía de fuera de juego, se coló entre los dos centrales para rematar de cabeza acomo quiso. La debilidad de Varane propició que el uruguayo tuviera todo el tiempo del mundo para colocarse y cabecear. Era el 1-0 en el primer remate a puerta del Barcelona. Quedaban 35 minutos, los que hundieron lentamente al Madrid por los movimientos de unos y otros.

Los blancos se fueron diluyendo en el Camp Nou a cámara lenta, minuto a minuto. La clave fue la salida de Iniesta y de Casemiro. Con el manchego, el Barça, que llevaba más de una hora a merced del Madrid, comenzó a gustarse y a volver a controlar el balón. También contribuyó que Zidane optara por Casemiro, al que se le notó falto de ritmo, en detrimento de Isco. Ahí perdió el Madrid las opciones de ganar en el Camp Nou. Al brasileño se le vio descolocado y parecía una parodia de lo que siempre fue él. Ni achicó ni logró crear juego. Eso dio alas para que el Barça gozara de cuatro ocasiones en las que bien pudo sentenciar, pero perdonó. Messi, tras un precioso pase de Iniesta, falló lo que no suele errar, tras quedarse en el mano a mano con Keylor Navas, al que todavía no ha marcado. Sin duda la más clara fue de un Neymar venido a menos. Regateó a Carvajal, al que le rompió la cadera, y con todo a favor, lanzó arriba. 

Con el Madrid totalmente superado, Zidane acabó por retirarle el apoyo a Benzema, el peor de los blancos en el Camp Nou. Karim fue absolutamente un aficionado por el césped del estadio azulgrana. El francés tuvo varias jugadas en las que se demostró la necesidad que tiene el Madrid de un 9 como toda la vida, y no el 9 que es Benzema, más combinativo, posición que al Madrid no le hace falta. Tampoco es que ese cambio después valiera para algo, ya que primero sacó a Asensio y después a Mariano, pero era tan demasiado tarde que poco pudieron aportar. 

Pero quedaba lo que le queda a siempre al Madrid: Sergio Ramos, ese talismán blanco que es el ángel del madridismo. El Madrid tendría que sopesar si poner su cabeza (de cera, claro) en el museo del Bernabéu. Esa cabeza es oro. Cuando el partido agonizaba, ya en el 90', Modric lanzó una falta por la banda izquierda. El balón fue bombeado para que llegara a la cabeza a Ramos, que totalmente solo remató a placer en un gol muy suyo. Era el empate y dejó noqueado al Barça. No dio tiempo para más y por eso dejó la sensación de que el Madrid ganó el partido. No es victoria, pero si puede ser considerada como tal ya que mantiene los seis puntos de ventaja después de haber pasado por el Calderón y el Camp Nou. 

Lo que queda de este Clásico tan insulso fue a Ramos celebrando, pero también en análisis debe ser mayor. El Madrid dominó toda la primera parte pero no arriesgó. Después se vino abajo y tiene que agradecer que Messi y Neymar fallaran lo que no es de recibo en estos partidos. El empate sostiene la idea del Madrid, ese equipo que sigue invicto (son ya 33 partidos consecutivos) y que mantiene el liderato, con más distancia incluso de lo que partió esta jornada porque el Sevilla perdió. El Clásico, eso sí, fue menos Clásico. Lo táctico ganó a todo lo demás. Y al final acabó decidiendo las dos cabezas de dos de los más listos que había en el campo. Empate y nada más. Hay Liga.