Morata celebra su gol ante el Leganés.

Morata celebra su gol ante el Leganés. Reuters

1ª División LIGA SANTANDER

La inercia da otra victoria al Madrid

Gana al Leganés (3-0) en otro partido feo. Bale, con dos goles, y Morata, conservan el liderato de los blancos, que se van al parón por selecciones sin conocer todavía la derrota.

6 noviembre, 2016 13:54
Madrid

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Hablarles del Real Madrid es contarles casi la misma historia partido tras partido. Pocas veces juega bien, pero (casi) siempre gana. No lo hizo en Varsovia, pero sí días antes en Vitoria y ahora días después ante el Leganés. Se deja llevar casi por su histórico nombre y pocas veces le sale mal. Últimamente juega con desidia, con esa falta de actitud que tan mal disimula. Pero gana. Y es líder de la Liga. [Narración y estadísticas: Real Madrid 3-0 Leganés]

Lo diferente, esta vez, fue que no encajó goles. Después de diez partidos, el Madrid de Zidane consiguió que Keylor Navas no tuviera que entrar en su portería a recoger el balón. Parece casi un milagro pero es real. Desde mediados de septiembre, en la victoria ante el Espanyol por 0-2, el equipo blanco no lograba acabar un partido con cero goles en contra. En esta mañana de domingo lo consiguió.

Contarles algo interesante de los primeros 35 minutos es, sencillamente, engañarles. Lo único que ocurrió fue una amarilla a Ronaldo por protestar, en la acción que sería el preludio de la monumental bronca que el respetable ‘regaló’ a Mateu Lahoz. El árbitro valenciano, considerado no por pocos como el mejor de España, irritó al Bernabéu con su doble criterio y con su castigo continuo a las protestas de los blancos. Porque a esa cartulina a Cristiano se le añadieron otras dos a Kroos, por una falta, la primera que hacía, y a Nacho, por la misma razón que Cristiano. El partido era de guante blanco, fácil para arbitrar, sin ninguna rivalidad. A Mateu se le fue desde el primer momento.

Aun así, no tuvo nada que ver el colegiado en el resultado final. El partido se decidió en diez minutos, los que van del 35 al descanso, principalmente por esa famosa pegada que siempre se atribuye al Real Madrid y que apareció por primera vez esta temporada. Dos tiros, dos goles. Así de sencillo. Y ambos con el sello Bale, líder indiscutible ya del Madrid ante la caída cada vez más real de Cristiano. El primero, tras un pase de Isco en banda izquierda, que le dejó solo en la frontal del área. Son tantos los recursos del galés que el control no fue perfecto, pero lo arregló con un regate a Serantes para marcar a puerta vacía. Siete minutos después, cuando ya el pitido final de la primera mitad llegaba, Bale aprovechó un desconcierto entre la defensa pepinera y su portero para marcar el 2-0. Fue una falta lanzada por Kroos desde casi el centro del campo, que apenas tenía peligro. Pero eso se convirtió en gol, ya fuera por demérito del Leganés o por intuición del galés.

Sería injusto decir que este Madrid ganó por ser mejor. Ganó como tantas otras veces, porque antes o después tiene ocasiones y alguna tendrá que entrar. Ganó por inercia, por llamarse Real Madrid. Ganó por Bale. Pero este partido ante el Leganés no tiene muchas diferencias con el jugado aquí ante el Eibar (1-1) o el pasado miércoles en Varsovia (3-3). La actitud casi fue la misma y bien podría Zidane repetir este domingo eso que tantas veces ha dicho esta temporada: “Faltó intensidad”. Pero ganó. Y no fue porque su rival fuera muy inferior, que por nombre y presupuesto lo es, ya que el Leganés aguantó y taponó todas las ideas blancas, en un buen planteamiento de Garitano. Apenas gozó de ocasiones (la más clara fue una de Szymanowski que obligó a Keylor Navas a lucirse) pero dejó una buena imagen en su primera visita al Bernabéu.

Zidane será mejor o peor pero es indudable que sabe de fútbol y que entiende lo que rodea a un partido. Con el encuentro casi adormeciendo, bajo un frío otoñal en Madrid, sacó a Modric, para fiesta del Bernabéu. El madridismo se regocijó con la salida del croata, apartado por lesión un mes. La brújula volvió pero solo en presencia, no en actos. Coincidió su salida, y la de James con el tercer gol del Madrid, otro más de Morata, titular ante la ausencia por molestias de Benzema. Álvaro se llevó la ovación del público en un partido en el que pasó desapercibido hasta el gol. No fue el mejor día del canterano, pero marcó. Y eso es al fin y al cabo lo que se pide a un 9.

No enamora el Madrid, pero se va al parón de noviembre como líder, sin perder todavía en toda la temporada y aumentando la distancia, entre otros, con el Atlético de Madrid, su próximo rival. Al derbi llegará en una situación idílica, con seis puntos de ventaja sobre su rival de la capital. Como decía Garitano a EL ESPAÑOL, dicen que el Madrid no juega bien, pero gana, gana y gana. Pues eso.