Los jugadores del Real Madrid celebran el tercer gol ante el Nápoles.

Los jugadores del Real Madrid celebran el tercer gol ante el Nápoles. REUTERS

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El Real Madrid se viste de Champions y deja la eliminatoria ante el Nápoles (casi) decidida

Los blancos ganan al conjunto italiano (3-1) en un partido muy europeo. Goles de Benzema, Kroos y Casemiro.

15 febrero, 2017 22:45
Madrid

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No tendrá nunca el Real Madrid un amor tan poderoso como la Copa de Europa. Los blancos podrán ser a la Champions alguna vez infiel, esta vez se ha cruzado la Liga, que le ha puesto ojitos, pero Europa siempre es Europa. A veces el amor no es correspondido, otras veces duele y otras veces cuesta. Pero la predilección está ahí. Y al Madrid la Champions le convierte, le hace otro, le alegra la cara. [Narración y estadísticas: Real Madrid 3-1 Nápoles]

Cuando un aficionado blanco va al Bernabéu en un partido europeo sabe que su equipo podrá perder, pero raramente podrá hacerlo mal. En el fútbol entra el fallo y el error, es lógico, pero lo que no se acepta es la pasividad. Si este Madrid de Zidane ha tenido en muchas ocasiones mínima actitud, en la Champions lo que tiene es exceso de ganas. Y eso lleva a partidos como contra el Nápoles, frenético, sin parones, de aquí a allí, de goles y emoción. El Madrid de la Copa de Europa es otro, casi siempre para bien. Resiste incluso a sus fallos.

Porque el partido para los blancos comenzó con un susto gordo, quizá al final insignificante (aunque el gol fuera de casa siempre tiene valor) por el resultado final. Después de seis minutos de asedio blanco, que arrancaron con la lección bien aprendida (había que atacar y atacar y marcar cuanto antes), una jugada bien llevada en el centro del campo de los italianos acabó en gol de Insigne, que estaba lejísimos de la portería. ¿Y cómo marcó desde casi el centro del campo? Por dos razones. Una, por listo y por pillo, y otra, por Keylor, adelantadísimo, sin esperar que el Nápoles pudiera crear peligro de una jugada que partía desde el circulo central.

Entró entonces un runrún peligroso en el Bernabéu. ¿Y si esto no era lo que esperábamos? Durante diez minutos el Madrid entró en colapso, que no fue a más porque apareció Benzema. Mejor dicho, su cabeza, que se movió de forma perfecta para lograr un empate balsámico. Mucho tuvo que ver Carvajal, que sacó un centro diabólico, con el exterior, de esos que la ciencia debería investigar. Pero lo marcó Benzema, que s Benzema para lo bueno y para lo malo. Es el que falla a los 23 segundos un gol cantado. También el que de cabeza remata muy flojo a un centro de Cristiano más tarde. El que ya con 1-1 remata al palo un cara a cara ante Reina. Pero es también el Benzema que marca, de cabeza, en el 19'. Y el que calmó una eliminatoria que de haber pasado los minutos se le hubiera puesto muy fea al Madrid.

No fue hasta el segundo tiempo cuando se vio al Madrid más efectivo. Antes se había dedicado a contener los impulsos del Nápoles, que no creó mucho peligro, con solo dos ocasiones en el primer tiempo, la del gol y una de Hamsik a la media hora de juego). Los italianos, bien situados y con la lección aprendida, creaban expectación cuando comenzaban la jugada. Los tres de arriba, Callejón, Mertens e Insigne, se asociaban bien, aunque lejos de portería. El partido lo tenían donde querían, hasta que se les vino abajo todo en cinco minutos.

No sabremos lo que les dijo a Zidane en el descanso, pero los blancos salieron otra vez como fieras. O querían darse otra oportunidad o querían pillar al Nápoles por donde menos lo esperaban. Y a diferencia que en la primera mitad, les salió bien. Dos goles en cinco minutos que si no sentencian la eliminatoria la dejan muy de cara para el cuadro español. ¿Un 2-0 en San Paolo? Puede ser, pero ya tendría que ser un día catastrófico del Madrid.

En el 49', Cristiano irrumpió en el partido. Ya había dejado algunas pinceladas en la primera parte, combinándose bien, aceptando un rol de menos protagonismo pero más colectivo. Y así fue el 2-1 del Madrid. El portugués entró al área por la banda derecha, regateó, levantó la cabeza, tuvo tiempo a pensar y vio por detrás la entrada de Kroos, que se acaba de internar en el área. El alemán marcó como él sabe, con rosca, raso, pegada al palo.

En esos minutos de KO italiano, el Madrid lo aprovechó para aumentar la ventaja. Y lo hizo de la manera menos esperada posible. Carlos Henrique Casemiro lanzó un latigazo desde fuera del área que pilló a todos por sorpresa, Reina y compañeros incluido. De repente el Madrid se había puesto con un 3-1 de forma silenciosa, con dos ataques seguidos. Después tuvo más, no amplió la ventaja, y, por supuesto, dejó que el Nápoles tuviera las suya. ¿Qué sería de un partido del Madrid sin sufrimiento? Mertens, tras un exquisito pase de Callejón, lanzó arriba un remate que era gol cantado. Después al exjugador blanco le pitaron fuera de juego en un gol. No era lo mismo, obviamente, un 3-2 que un 3-1. El Madrid se puede dar por satisfecho.

La eliminatoria no está decidida, sería una temeridad creerlo así. El Madrid tendrá que ir a Nápoles el 7 de marzo a resistir la posible encerrona italiana. Al fin y al cabo, ellos están ante el partido de sus vidas, buscando la épica remontada que les encumbre a la historia. Difícil lo tendrán. No por sus opciones, que también, sino porque a día de hoy parece complicado creer que el Madrid pueda dejarse remontar de esa forma en Copa de Europa. La Champions otra vez sacó la mejor cara de un equipo que podrá perder o ganar, pero que lucha y no deja nada a la improvisación. Es el amor, dirán. El del Madrid a la Champions.